Transcribo algo que recibí:
Un ciudadano rumano que antepuso una causa judicial contra Dios, a
quien acusó de haber violado el contrato que entre ambos establecieron
durante el bautismo, perdió la causa y deberá seguir cumpliendo su
pena por homicidio.
El insólito choque entre jurisprudencia y teología se resolvió a favor
de esta última según determinó una corte de Timisoara, Rumania, que se
pronunció a favor de Dios y aseguró que no podrá procesarlo porque
este carece de un domicilio real.
Pavel Mircea, condenado a 20 años de prisión, había demandado a Dios
porque, en su opinión, el todopoderoso no cumplió con su promesa de
mantenerlo lejos del mal camino y, por causa de este alejamiento de su
rebaño, terminó cometiendo un asesinato.
Una causa sin precedentes que tardó dos años en resolverse luego de
que se constatara que, pese a que la creencia popular asegure que
"Dios está en todas partes pero atiende en capital", el altísimo
carece de un domicilio en la tierra hasta el cual el tribunal pueda
hacerle llegar una citación para declarar.
Tampoco se encontró a un abogado que pudiera representarlo, pues hasta
donde se sabe sólo el diablo dispone de esta clase de instrumentos
jurídicos.
Sin embargo, el veredicto aseguró el normal desarrollo de la justicia
en Rumania, ya que, de haber aceptado la tesis de Mircea, la reacción
en cadena por parte de los miles de reclusos del sistema penitenciario
rumano no se habría hecho esperar, produciendo un desalojo masivo de
las cárceles.
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