Cajitas, papeles y cachivaches...
Acomodando mis cosas , pequeñas cajas de tamaños y texturas variadas, aquellas que alimentan la enajenación visual de un momento o algún recuerdo casi perdido, a veces salvaguardando hojas de papel con frases inconclusas que quisieron expresar los sentimientos de un momento, ya muerto u olvidado que finalmente es casi lo mismo…Entre colores tenues y aromas dulces, note mi esencia de mujer, no sé si de las mejores o peores mujeres, sólo supe que era pura y fuerte… tan fuerte como la raíz y el abrazo de una hiedra.
La romántica que idealiza la caricia de aquel enamorado en continua huida, de sus besos sabor chocolate, de su mano cálida que me incorpora y me invita con una mirada a seguirlo al anca de su caballo, sin importar donde, aquello que veo tan nítido y tan alejado de la realidad.
¿La última en mi especie?... o una más que sueña e imagina dentro de millones de otras mujeres, dispuestas a no despojarse de aquel romanticismo trasnochado y decadente, que sólo nos ha traído malas experiencias, caídas secas contra el suelo y bajos salarios.
Hoy no pierdo nada y lo declaro sin menoscabo… soy el alimento, el nutriente de tu existencia, tu risa y llanto. La única certeza dentro de tu confusión…sólo inicia la marcha, no sueltes la rienda , cúbrete con mi calor, y guíate con la manecilla que flota en mis ojos grandes y que no lleva a ninguna parte, directo a la nada, pero que quita de cuajo el único hilo que aún te ata al suelo.
Yo sé que te atemoriza intentarlo de nuevo, te aterra cerrar los ojos y quedar en tinieblas por siempre, pero es tarde, ya saboreaste la dulzura y la suavidad de un regazo tibio…
Continuo acomodando mis cosas, las cajitas, los papeles, mientras en la bóveda de mis pensamientos, se va estructurando una nueva pregunta, casi indecorosa…realmente me quieres vivir?
Para el incansable guerrillero, que a veces necesita de la fortaleza de una marisopa.
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