Cuba es el único país de América Latina y del Caribe que no posee niños con desnutrición severa, situación que ha sido reconocida por el Programa Mundial de Alimentos de la Organización de Naciones Unidas.
Los pequeños de la Isla tienen garantizada una alimentación básica adecuada, aun cuando las limitaciones materiales debido al prolongado bloqueo económico que mantiene el gobierno de Estados Unidos contra la mayor de las Antillas desde hace más de cuatro décadas, obligue a priorizar los recursos para este segmento poblacional, al igual que para las personas de la tercera edad.
Digo esto, porque para los cubanos es común que a esos infantes se les garantice su ración diaria de leche, por sólo poner un ejemplo, a un precio irrisorio de centavos subsidiado por el Estado, e incluso mediante la adquisición de alimentos importados para los cuales el país invierte millones de dólares todos los años.
Pienso también en los programas especiales que tiene la Revolución para niños con bajo peso al nacer o con determinadas enfermedades como la fenilcetonuria, (en la mayor de las Antillas uno por 45 a 50 mil nacidos vivos), quienes tienen garantizada una dieta a base de hidrolizado de aminoácido libre de fenilalanina, cuya lata en el mercado internacional tiene un precio promedio de 60 dólares, y a ellos se les entrega entre cuatro y cinco latas cada mes de forma gratuita.
Toda esta situación contrasta con las noticias que llegan por estos días, cercano todavía el 1ro de junio, cuando el mundo celebró el Día Internacional de la Infancia.
Un estudio presentado este domingo en Panamá, en presencia del Secretario General de la ONU Ban Ki-Moon, da cuenta de que la desnutrición infantil le costó 6 mil 700 millones de dólares en el 2004 a Centroamérica y República Dominicana, el 6,4% de su Producto Interno Bruto.
Guatemala, El Salvador y Honduras son los países que mayores perjuicios registraron por la mala alimentación de sus menores en el mencionado año, según el informe rendido por el Programa Mundial de Alimentos de la Organización de Naciones Unidas y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL)
Para los autores del informe, el 2015 deparará una situación mucho más grave, y advierten que es una responsabilidad ética de los Estados de la región paliar tan crítico problema.
Más que los daños económicos duele sobremanera conocer que más de 24 mil niños murieron por hambre durante el 2004 en los países estudiados, de ellos la mitad en Guatemala.
Según el mencionado informe, la culpa del problema se achaca a décadas acumuladas de inacción, ante lo que cualquier humano se detendría a pensar, ¿no es realmente un asunto de voluntad política o responsabilidad institucional?
Para Cuba, la máxima de que no hay nada más importante que un niño está muy clara, y en correspondencia se concreta la práctica. Ojalá que en todos los países del planeta prevaleciera el postulado bajo el cual se instituyó el Día Internacional de la Infancia: Por el solo hecho de nacer, el niño tiene derecho a ser feliz.
Fuente: Ecohispano.com
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