Afuera – Adentro (Prosa Negra)
Afuera, todo sigue igual, la vida sigue transcurriendo sin perdonar ni un minuto. El segundo que hoy es, en el siguiente deja de ser.
Afuera, las personas siguen riendo por nimiedades, tratando de extraer hasta el último disfrute a esa vida vertiginosa y maravillosa que los envuelve.
Afuera, las rutinas siguen siendo quebradas para romper con la monotonía, para descubrir los elementos nuevos y así generar patrones de conducta que tienen sentido sólo en la vida misma.
Afuera, el sol brilla y el cielo es azul, la luna sigue brindando su lluvia de plata y las estrellas danzan a su alrededor. Las flores son fragantes y toda la naturaleza vibra con vitalidad.
Afuera.
Adentro, nada es igual, todo ha cambiado y aunque la vida sigue transcurriendo se desliza con una lentitud angustiosa y triste, sofocante. Asfixiante.
Adentro, no hay motivos de risa pueriles, las sonrisas son caretas con las que se disimula el dolor y la tristeza. ¿Disfrute por la vida? Más bien se convierte en la tortura del segundo a segundo.
Adentro, las rutinas son intocables y necesarias para la existencia, sin la rutina la vida misma se desmoronaría inevitablemente. Es la rutina la que el da sentido a la vida.
Adentro, ni el sol ni la luna existen y las tinieblas de la confusión, la decepción y la frustración reinan cubriendo con sus velos todo vestigio de realidad circundante.
Adentro, un espectro desfigurado, pálido y macilento comienza a rondar sigilosamente, tratando de penetrar el último reducto de vida interior: el Corazón palpitante que, a pesar de todo lo descrito, se atreve a soñar. Soñar con que un día no habrá diferencia alguna entre lo de afuera y lo de adentro.
Más hay un peligro acechando: ese frágil Corazón se está acostumbrando al espectro desfigurado, pálido y macilento, sin sospechar que lo que ese maléfico ser ansía es devorar sus sueños de vida.
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