Voy a presentar un texto de Popper enormemente explicativo de las ideas del autor que habitualmente defiendo y que incluye una de las razones de mi crítica a los juicios a priori de Kant:
“La oposición entre el deductivismo y el inductivismo, corresponde en ciertos respectos a la distinción clásica entre racionalismo y empirismo. Descartes era un deductivista, ya que concebía todas las ciencias como sistemas deductivos, mientras que todos los empiristas ingleses, de Bacon en adelante, concebían las ciencias como colecciones de observaciones de las cuales se obtienen generalizaciones por inducción.
Pero Descartes creía que los principios, las premisas de los sistemas deductivos tienen que ser seguros y evidentes, “claros y distintos”. Estaban basados en la penetración y clarividencia de la razón. (Son válidos sintéticamente a priori, en lenguaje kantiano). En oposición a esto, yo las concibo como conjeturas de carácter tentativo, es decir, hipótesis.
Estas hipótesis, sostengo, tienen que ser en principio refutables: es aquí donde me desvío de los grandes deductivistas modernos, Henri Poincaré y Poincare Duhem.
Poincaré y Duhem reconocían ambos la imposibilidad de concebir las teorías de la física como generalizaciones inductivas. Se dieron cuenta de que las mediciones observadas, que conforman el punto de partida de las generalizaciones son, por el contrario interpretaciones hechas a la luz de las teorías. Y rechazaron no sólo el induccionismo, sino también la creencia racionalista en unos principios o axiomas sintéticos a priori, válidos. Poincaré los observó como analítiamente verdaderos, como definiciones; Duhem los interpretó como instrumentos (como lo hicieron el cardenal Belarmino y el obispo Berkeley), como medios para la ordenación de leyes experimentales (creía que las leyes experimentales se obtenían por inducción). Entendidas de esta forma, las teorías no pueden contener información verdadera ni falsa: no son sino instrumentos, ya que sólo pueden ser convenientes o incovenientes, económicas o ineconómicas; sutiles y flexibles, o, por el contrario, chirriantes y toscas. (Así, dice Duhem, siguiendo a Berekeley, no puede haber razones lógicas por las que dos o más teorías que se contradigan entre síno deban ser aceptadas al tiempo. Estoy plenamente de acuerdo con esos dos grandes autores en rechazar el inductivismo tanto como la creencia en la validez sintética a priori de las teorías físicas. Pero no puedo aceptar su opinión de que es imposible someter un sistema teórico a experiementos empíricos. Algunos de ellos son experimentables, creo yo; es decir, refutables en principio; son, por lo tanto, sintéticos (más que analíticos); empíricos (más que a priori); e informativos (más que puramente instrumentales). En cuanto a la famosa crítica de Duhem a los experimentos cruciales nunca pueden probar o establecer una teoría; pero en ningún sitio muestra que los experimentos cruciales no puedan refutar una teoría. Ciertamente, Duhem tiene razón cuando dice que sólo podemos experimentar sistemas teóricos grandes y complejos y no hipótesis aisladas; pero si experimentamos dos sistemas de esta clase que sólo difieran en una hipótesis, y podemos excogitar experimentos que refutan el primer sistema, mientras dejan al segundo muy bien corroborado, estaremos entonces en terreno razonablemente firma cuando atribuyanos el fracaso del primer sistema a esa hipótesis por la diferencia de otro. “.
Lamento que la nota sea extensa, pero al ser un tema importante he preferido no resumirla por su claridad y valor.
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