Vivimos en un mundo de constante enfrentamiento social, ya sea político, como religioso. Es curioso ver a lo largo de la historia lo que las diversas religiones han aportado a la humanidad. Existe un denominador común entre las diversas y variopintas religiones: la confrontación. Sí, la división, la clasificación y el marcar una escala social más en el arduo vivir del ser humano, el hechicero, el chamán, el brujo, el sacerdote, el pastor o el reverendo. De hecho, esto es el resultado de la ignorancia, y de la ignorancia se nutren las religiones.
¿Es la religión algo totalmente prescindible para un creyente? Yo estoy convencido de que sí. Ahí tenemos al deísta con sus convicciones y sus creencias. Del gnóstico al místico, todos ellos con su fe en un “más allá”, en un “creador”, en un “arquitecto del universo”.
No deberíamos de olvidar igualmente al agnóstico que en su escepticismo puede albergar un atisbo de esperanza dentro de la razón. Y los límites de la razón, por supuesto. La negación del ateo lo hace dependiente de la religión, muerta la religión el ateísmo desaparecería. Dado que el verdadero problema de todo esto es la pugna de la religión por adquirir cotas de poder sobre la sociedad. Y ahí que el ateísmo, se revele ante tal ataque a las libertades más elementales.
Pero, para la religión y los religiosos el verdadero problema es precisamente el deísmo, que cada día gana más “adeptos”. Una forma de creer libremente en lo que uno entiende por nuestro paso por la vida y la muerte. El deísmo, prescinde de religiosos, de sacerdotes, de templos, de doctrinas, de hechiceros, etcétera. Puede ver a Dios en la piedra, en el río, en un corzo, o en una pequeña víbora. Es un observador de la naturaleza, de la obra del hombre, de lo que nos rodea. Positivando saca su fe, y su creencia en lo que cree un mundo sin fin, o un fin con continuidad, aunque sea contradictorio. El deísta “es un agnóstico con fe”, deposita sus límites en si mismo, sin exportarlo, ni importarlo de los demás. Según Rodolphe Kasser, “el gnóstico pide y busca la desaparición del mundo físico” , me pregunto: existe una religión que se separe del mundo físico.
En los estertores de la fe, de la doctrina religiosa, se intenta aunar fuerzas para atraer al deísta al seno de esas organizaciones de poder. Se ataca al ateísmo como si fuera una doctrina más, para hacer de todos los oponentes una horma similar y de esa manera justificar su forma de vida. Ahora bien, el deísta, lo es desde el momento que se da cuenta que su creencia no necesita de un chamán, o de un sacerdote que explique bajo verdades absolutas su misterio. El deísmo no necesita de una autoconfirmación, o de una justificación de vida en la creencia. Es mucho más místico, más íntimo. La relación dios persona es una y no extrapolable hacia ninguna posición. El místico huye de la liturgia, rechaza la idolatría de toda índole, ya sea en ídolos de yeso y madera o en libros sagrados. Es el pensamiento, la subjetividad y la objetividad empírica la que crea en una esperanza al deísta. La grandeza del hombre, de la naturaleza es al fin de cuentas la base que destruye a las religiones, a una vida sin religión. Al final de cuentas: vivir sin religión sin renunciar a una esperanza después de la finitud del hombre.
Un saludo
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