Uno de los problemas que se derivan de la visión del conocimiento científico fue el que consideré como el problema de la objetividad, propuesto aforísticamente en mi La objetividad como religión, en este foro. En resumen se podría decir que el conocimiento científico es poderoso, pero carece de dimensión. Un aspecto de la falta de dimensión se refiere a su propia historia, a lo que ha estado referido. Si considero ese conocimiento como poderoso es porque ha propuesto teorías que se han desenvuelto exitosamente con el mundo, en cuanto a la explicación que de él daban. Esas teorías están dirigidas a solucionar los problemas con los que el hombre se ha topado, ya sea teórica o prácticamente, y esa dirección marca un sentido. La ciencia avanza mucho y amplía el sentido de su conocimiento, aunque humildemente: ahora bien, no puede dejar de mostrar su aspecto orgulloso. No creo que sea un problema de vanidad, ni acaso propio de la ciencia, si no más bien del hombre y el conocimiento. En ese sentido terminaba mi La objetividad como religión.
Me llama la atención que la vez que redacto estas líneas recuerdo que lo que quiero decir lo dije en este foro hace unos meses, cuando escribí mi Marx sin determinar. La discusión se abrió en un plano pseudo-político, cuando mi intención era filosófica. Cuando se empezó a participar en ese tema yo no estaba disponible para dar mi opinión, y si lo hubiese estado habría hecho lo posible por atender al sentido filosófico que inicialmente pretendía. Aquel tema lo concluía haciendo al final una mención al mundo de la ciencia, que en mi opinión caía en la misma miopía que criticaba de Marx, herencia de Hegel
La riqueza del mundo se ve limitada por los ojos que lo miran, ya sean estos los de la ciencia, ya de quien sea. El significado de nuestras teorías siempre tendrá gran relación con el sentido de las mismas, o sea el qué de su concreción. Si forjamos otras muchas teorías bien propuestas, acompañadas de otras que las prosigan, y las dimensionamos en un proyecto de moralización, tendremos una historia cuyo éxito estará basado en la fortaleza de esas mismas teorías. Este camino es el que ha seguido la ciencia, pero acostumbra a olvidar al hombre, y ese es un problema complejo, que requiere un modelo que permita concreción y dinamismo, entender desde varias ópticas.
Los apuntes que he hecho sobre el conocimiento y la conciencia los he dirigido a una epistemología posible y que algún día formularé sistemáticamente. La ciencia está dando una visión de estos aspectos que desde mi filosofía no son aceptables, dejan demasiado fuera, y entre todo esto está el hombre. No niego lo increíble de algunas cosas a las que se está llegando a través de la física cuántica, como es el caso de la actividad cerebral, pero no es el mismo sentido que pretende mi filosofía de la conciencia o del conocimiento. Se está pensando en el cerebro como si con el conocimiento de éste se supiese lo que contiene.
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