Me han dicho que mi demostración de ayer es confusa. Yo creo que no lo es, aunque desde luego exige bastante atención por parte del lector. Pero creo que, dado el objeto de la demostración, no es exigir demasiado pedir esa atención.
De todos modos pongo a continuación otra demostración semejante. Ambas son, por decirlo así, variaciones sobre la tercera vía de Santo Tomás de Aquino.
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Nos consta que hay en el mundo cosas que pueden no ser, puesto que no siempre son, ya que llegan a ser y dejan de ser. Estas cosas se llaman contingentes.
Según esto, un ente contingente es un ente que no tiene el ser por sí. Aquí "por sí" significa lo mismo que "de por sí" o "de suyo". Un ente tiene algo por sí, no cuando él mismo se da a sí mismo eso que tiene, sino cuando lo tiene por ser lo que es, es decir por su esencia. Así el fuego tiene calor por sí, porque el calor es de la esencia del fuego; y el hombre tiene inteligencia por sí, porque esta es de la esencia del hombre.
En cambio lo que el ente tiene sin ser de su esencia, no lo tiene por sí. Así si el fuego es grande, no tiene el grandor por sí, pues el grandor no es de la esencia del fuego, pues se puede ser fuego sin ser grande; y si el hombre es sabio, no tiene la ciencia por sí, pues no es esta de la esencia del hombre, pues se puede ser hombre sin ser sabio.
Ahora bien es evidente que así como lo que el ente tiene por sí no lo ha recibido de otro, pues basta con ser lo que es para tenerlo, sin embargo lo que el ente tiene pero no por sí, lo tiene que haber recibido de otro, pues él solo no es bastante para tenerlo. Y así el fuego tendrá el grandor por el combustible que lo alimenta; y el hombre la ciencia por su maestro.
Pues bien como, según hemos visto, el ente contingente no tiene el ser por sí, tendrá que tenerlo por otro. Y si este otro tampoco lo tiene por sí, tendrá que tenerlo también por otro, y así sucesivamente hasta llegar a alguno que sí lo tenga por sí.
Ahora bien este ente que tiene el ser por sí es necesario. Porque lo contingente es lo que no tiene el ser por sí, y por eso mismo no es necesario y puede no ser; luego lo que tiene el ser por sí, no puede no ser y es necesario. Y este ente, o más bien este ser, se llama Dios.
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