II.
El sujeto de la elección se dirige a su identidad como su fundamento a priori, siendo objeto trascendental convertido en sujeto por requisito lógico del discurso. El sujeto, en este caso la identidad, no se encuentra fuera y anteriormente a toda experiencia, sino se ha forjado en el desarrollo. Es por esta razón por la que podremos considerar al sujeto, cuando sea necesario, como objeto.
Decimos que el carácter intencional de la acción del sujeto está relacionado con el contenido que lo define históricamente y por su actualización, su carácter empírico ahora-aquí. Esto en términos kantianos es la cosa en sí, a la que debemos cuestionar. Si desvelamos la cosa en sí, podremos ir desmontando la relación que daba sentido a su intencionalidad, su contenido y su actualización. El conocimiento de esta relación surge lentamente, y tiene como objetivo ser un modelo que la explique, de forma que lo que oscuramente hemos llamado cosa en sí, no sea más que una relación causal o un proceso que podamos determinar en cuanto objeto de conocimiento en sus relaciones.