Siento que esto es un desastre. Y no sé qué hacer para cambiarlo, no sé qué hacer con este país. Me siento completamente inútil, impotente, frustrada y culpable. Culpable porque con esos sentimientos no voy a cambiar nada, pero los siento igual. Y me dan bronca la impunidad, la mentira, la corrupción. Sí, ya sé que eso es el pan de cada día (lo sé hace rato); no, no vivo en una nube color de rosa (nunca lo hice). ¿Pero sabés qué? Igual nuestra realidad sigue pareciéndome un desastre.
Me da bronca que desaparezca gente (como en la dictadura, ¿viste?, con total impunidad), me dan bronca el populismo y las mentiras de nuestros dirigentes a los que sólo les interesa el poder, me da bronca la gente que se queja mucho y hace poco (como yo), me dan bronca esos que se creen que se la saben todas y no son más que charlatanes, me da bronca este sistema injusto, me da bronca que los pibes se mueran de hambre y SIDA en África y la gente sólo se acuerde de ellos para demostrar un punto, me da bronca que hayamos vendido el país por moneditas, me da bronca que se siga contaminando sin reparo, me da bronca que la educación sea tan mala, me da bronca el desinterés, me da bronca el conformismo, me da bronca que la paz sea como una utopía inalcanzable (pero sigamos buscándola).
No va a faltar quién me diga que esta "crisis adolescente" es propia de los jóvenes, y que se debe a tal o cual cosa, y que tengo que hacer/ pensar/ sentir tal o cual otra. Ya lo sé, señor, le agradezco mucho el consejo. Y gracias por hacerme sentir inferior en comparación a usted, que está tan feliz con su vida y se siente tan pleno y conoce la solución para todos los problemas. (Yo no sé cuál es La solución, ¿vio? Sólo barajo teorías.)
Mientras tanto, sigo adelante. Me da un poco de pena, pero qué se le va a hacer; me queda algo de esperanza. Leo, escribo, pienso, me confundo, me siento desalentada, trato de no ser hipócrita, te escucho. Disfruto de efímeros momentos de felicidad (las gratas sorpresas y el placer de esas cotidianeidades que nos alegran el día), y trato no evadir lo que está pasando en el mundo. (Sería tan fácil no leer el diario, no pensar, no opinar. Tan fácil no equivocarse.)
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Yo sé que no resulta productivo. Y me han dicho que es deprimente y que no sirve para nada. Igual, no quiero seguir tragándome estas palabras.
Otro año que se va, otro montón de sueños de mejora que sólo quedan en eso: sueños (y no porque no hayamos tratado de hacerlos realidad). Algunos (muy pocos, esas metas personales que dependían pura y exclusivamente de mí) se cumplieron de una forma u otra.
De cualquier modo, supongo que vale la pena desear un próspero 2007.
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