El „homo oeconomicus" en los niños
En la teoría microeconómica existe un ente imaginario llamado "homo oeconomicus" que representa axiomáticamente al egoísmo que se asumió como base del actuar en las entidades económicas en la epóca de la escuela neoclásica.
En los tiempos, en que la microeconomía tenía su apogeo científico, se dedujo, que el comportamiento de un conjunto de gente (ya sea una sociedad, un país u otra unidad económica) podría ser descrito por acciones tomadas por este tipo de hombre idealizado y simplificado.
Las leyes y reglas deducidas inductivamente las describieron científicos, como Adam Smith (en su "Wealth of Nations") y Ricardo, de la escuela neoclásica. La antropología de Smith, resultando en una teoría de un sistema económico decentral (dirigido por una "mano invisible", o sin intervenciones del estado), formó base del pensamiento de aquellos tiempos. La teoría de la mano invisible se queda hasta hoy como postura central en la ciencia, de comparación de sistemas económicos. En su fondo, la teoría esta basada en una declaración antropológica de un ser humano sumamente egoísta y desconfiado.
El saldo de las acciones de un conjunto de hombres económicos, sin embargo, (según la teoría) resulta en un nivel alto de riqueza, que en un conjunto dirigido por un sistema de gerencia central. Con el desarrollo de teorías conductistas y experimentos empíricos muestran, que de hecho el comportamiento de entes económicos no parece a la teoría.
De hecho, en personas reales y sus interacciones rige un comportamiento basado en confianza. Como contratos entre individuos o empresas apenas pueden representar todo lo posible (aunque los abogados de EEUU nos hacen creerlo cuando vienen con sus contratos gruesos), siempre se queda lugar para duda, que el socio cumple con sus obligaciones. Para empezar, se necesita la confianza entre ambos partidos.
Existe un simple experimento para averiguar el comportamiento de entes: El "Trust Game" (juego de confianza). En ello, las personas tienen 10 unidades de valor cada uno y se les deja decidir, cuanto quieren regalar a otro compañero del jeugo. La dirección promete triplicar cada unidad de valor que será regalado a otra persona. El recipiente puede devolver parte de estos unidades al donador inicial.
Si los dos cooperan, el saldo para ambos resultará en una ganancia para ambos – pero solo si existe la confianza en la otra parte.
En su estudio reciente, "Trust and trustworthiness across different age groups" (Sutter/Kocher, 2006), dos científicos comparaban los resultados entre grupos de diferentes edades. El resultado era asombroso: En los niños prevalece la desconfianza (en el promedio regalaban los niños de 8 años solo dos unidades de valor a otras personas, para recibir 0,66 unidades como vuelta). Entre los adultos, el promedio de unidades regalados alcanzó a 6,58 para recibir 2,45 de vuelta más que regalado. En los adultos de la tercera edad, se redució la ganancia.
Así se puede deducir, que el comportamiento en los niños si parece más al "homo oeconomicus". Con la madurez y experiencia, generalmente viene la capacidad de dar un avance de confianza a las demás personas. Con estudios semejantes sobre el comportamiento de sujetos económicos, o, mejor dicho: personas cotidianas, ¿pierde la microeconomía su valor científico? Creo, que para empezar a estudiar las ciencias economicas todavía se queda conveniente. Pero la economía actual no se deja reducir a las "leyes de acero" deducido de simplificaciones antropológicos parecido a las de Adam Smith.
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