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Tema: El vigor de la sangre indígena: La Poesía de Atahualpa Yupanqui

  1. #1
    Forero Experto
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    Predeterminado El vigor de la sangre indígena: La Poesía de Atahualpa Yupanqui

    Te recuerdo, Ata... Con todo el latido de la sangre quechua y tu amor telúrico. No podías faltar en este espacio.

    Hasta el día de hoy, cuando escucho "El alazán", me sacás lágrimas... Ya estarás galopando en tu alazán alado


    El alazán

    (Atahualpa Yupanqui)


    Como una cinta de fuego
    Galopando, galopando
    Crin revuelta en llamaradas
    Mi alazán, te estoy nombrando.

    Trepo la sierra con luna
    Cruzo los valles nevando
    Cien caminos anduvimos
    Mi alazán, te estoy nombrando.

    Oscuro lazo de niebla
    Te pialo junto al barranco,
    ¿Cómo fue que no lo viste?
    ¿Qué estrella estabas buscando?

    En el fondo del abismo
    Ni una voz para nombrarlo,
    Solito se fue muriendo
    Mi caballo, mi caballo.

    Sobre la horqueta de un tala
    Hay un morral solitario.
    Hay un corral sin relinchos
    Mi alazán, te estoy nombrando.

    Si como dicen algunos
    Hay cielos pa'l buen caballo,
    Por ahí andará mi flete
    Galopando, galopando.

    Oscuro lazo de niebla
    Te pialo junto al barranco,
    ¿Cómo fue que no lo viste?
    ¿Qué estrella estabas buscando?
    Solito se fue muriendo
    Mi caballo, mi caballo.






    ... "una cinta de fuego"... ¡qué bella forma de llamarle al caballo!

  2. #2
    Forero Experto
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    Predeterminado Re: El vigor de la sangre indígena: La Poesía de Atahualpa Yupanqui

    De "Le tengo rabia al silencio"

    Cuando el amor me hizo señas
    todo entero me encendí
    y a fuerza de ser callado
    callado me consumí

  3. #3
    Forero Experto
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    Predeterminado Re: El vigor de la sangre indígena: La Poesía de Atahualpa Yupanqui

    TIEMPO DEL HOMBRE



    La partícula cósmica que navega en mi sangre
    es un mundo infinito de fuerzas siderales.
    Vino a mí tras un largo camino de milenios
    cuando, tal vez, fui arena para los pies del aire.

    Luego fui la madera. Raíz desesperada.
    Hundida en el silencio de un desierto sin agua.
    Después fui caracol quién sabe dónde.
    Y los mares me dieron su primera palabra.

    Después la forma humana desplegó sobre el mundo
    la universal bandera del músculo y la lágrima.
    Y creció la blasfemia sobre la vieja tierra.
    Y el azafrán, y el tilo, la copla y la plegaria.

    Entonces vine a América para nacer en Hombre.
    Y en mí junté la pampa, la selva y la montaña.
    Si un abuelo llanero galopó hasta mi cuna,
    otro me dijo historias en su flauta de caña.

    Yo no estudio las cosas ni pretendo entenderlas.
    Las reconozco, es cierto, pues antes viví en ellas.
    Converso con las hojas en medio de los montes
    y me dan sus mensajes las raíces secretas.

    Y así voy por el mundo, sin edad ni destino.
    Al amparo de un Cosmos que camina conmigo.
    Amo la luz, y el río, y el silencio, y la estrella.
    Y florezco en guitarras porque fui la madera.

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