El dos de noviembre festejamos a nuestros muertos, los seres queridos que nos precedieron en el camino a quien sabe donde o a ninguna parte, pero el caso es que ya no estàn con nosotros.
Una de las formas de celebrarlos es preparando un delicioso pan de muerto con harina, azùcar, huevos, levadura, mantequilla, agua de azahar o esencia de naranja y un toquesillo de vainilla. Se amasa todo, se deja reposar para que aumente de tamaño por efecto de la levadura. La forma del pan evoca un montículo de tierra con un cràneo y huesos.
Tómese con chocolate caliente o un café. ¡Delicioso!
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