Gracias. Dos hermanos uruguayos inventaron un sistema para ahorrar energía en un motor de combustión. No lo conozco en detalle, pero se trata de transferir la energía cinética que se pierde cuando el vehículo frena a un volante. Mediante un sistema mecánico adecuado, la energía que mantiene el volante es desplazada a la transmisión en cuanto se quiere arrancar. El "pique" del automóvil es asombroso y se logra economizar hasta un 30% de combustible. Si no me equivoco, parece que estos muchachos vendieron su patente y nadie ha vuelto a ver su invento.
Otro sistema interesante que siempre se puede adaptar a otra aplicación es el regulador de Watt. (Por ejemplo, puede regular el grado de acoplamiento de un embrague).
Te cuento una historia que no me ofendería en lo más mínimo si no me la creyeras. Cerca de mi casa hay un depósito propiedad de un hombre de apellido Vázquez, que es cabeza de Defensa Civil de Fuerza Aérea Argentina, matrícula de radioaficionado LU1 DS. Este amable señor compra remates de las fuerzas armadas, organismos estatales y otras fuentes particulares. Toda la vida se dedicó a la radio, fue un notable técnico. Ahora vende piezas de desarme y algunos repuestos sin uso que se dan de baja junto con los equipos (Yo tengo, por ejemplo, válvulas "cinco estrellas" de los viejos Comet IV completamente nuevas, aunque son de los cincuenta y sesentas). Acuden a él todo tipo de inventores e ingenieros de plantas de televisión del interior del país, pues vende válvulas cerámicas de transmisión por poco dinero, probadas y con garantía (Él puede medir hasta 5 kW y certifica que una válvula usada está al 70%, por ejemplo. Al ingeniero de planta lo "salva", pues compra por $500 lo que, quizás, valga $2.000 o más en el mercado).
Un día llegó a él un señor alemán, pidiéndole unos tubos de cristal de cuarzo. Vázquez no tenía esos elementos, pero le preguntó si él podría decirle para qué los necesitaba y qué características esperaba de ellos. Este hombre la explicó que él fabricaba unos aparatos para detectar minerales en los túneles de las minas. Mediante la emisión de ultravioleta, las paredes se volvían fluorescentes en distintos colores, según los minerales presentes. Los tubos debían ser de cuarzo para poder resistir altas temperaturas. Vázquez le pidió un teléfono y le prometió que iba a buscar un sustituto a lo que él requería. Pensando, llegó a la conclusión de que podrían servir unos cilindros de vidrio templado que se encuentran dentro de las lámparas de mercurio del alumbrado público. Consiguió hablar con dos operarios que se encargaban de retirar las lámparas "quemadas" y les compró unas cuantas por poco dinero. Las rompió y mandó a aserrar los tubos a la medida que necesitaba el señor alemán. Lo llamó por teléfono y le ofreció los tubos gratuitamente para que los probara. Al poco tiempo el alemán volvió y dijo que cumplían muy bien con lo que él necesitaba. Convinieron un precio y Vázquez se convirtió en el proveedor de esus tubos para el ingenioso alemán.
Un día muy frío de invierno el alemán había dejado su coche con el motor en marcha dentro del garaje de Vázquez. Cuando salieron Vázquez vio que salía mucho "humo blanco" del escape. Le dijo: "Va a tener que hacerle el motor, quema mucho aceite". El alemán sonrió y le dijo que no era aceite sino vapor de agua. Le contó que él y su hermano habían inventado un motor a agua durante la guerra (casi al final). Cuando la guerra terminó viajaron a EEUU a tratar de vender su invento. El hermano era ambicioso y no aceptó lo que le ofrecían; claro, él había hecho cálculos de lo que significaba en millones de dólares la venta mundial de motores con agua como combustible. Apareció muerto. Su hermano huyó rápidamente y vino hasta nuestro país. Nunca más trató de promocionar su invento; dijo: "lo uso para mí, no quiero problemas".
Hace unos años que no lo veo. Temo que haya muerto, por su avanzada edad. También hace un par de años que no visito a Vázquez, también es un hombre muy anciano. Quizás vaya a verlo y le pregunte por el alemán.
Esto es lo que me hizo pensar en que hay que desparramar este tipo de cosas a los cuatro vientos. Difícilmente te maten por venganza. Si todos saben, estás protegido. Ya no podrían evitar el progreso y el fin de su negocio.
Saludos.
Carlos
Sal
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