Quédate ahí, esperando
el instante que nunca se olvida,
que se repita en vida
y muera en la memoria,
ese que no
quieren ni los relojes,
nada sin ahogarte
en mares de desesperanza
y si llegas tan solo
a tocar con los pies
un trozo de orilla,
huye y ahógate
en sus abismos,
puede que sea solo
el desierto de tus pesadillas,
quédate ahí, esperando,
y solo serás un perro
que ladre a su propio miedo.