Este es un fenómeno sobrenatural acaecido en medio de la multitud, que bien podría haber pasado despercibido, pero según los textos evangélicos no fue así:
"... y le seguía una gran multitud, y le apretaban.
Pero una mujer que desde hacía doce años padecía flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.
Y enseguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?
Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?
Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto.
Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.
Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; vé en paz, y queda sana de tu azote". (Marcos 5: 24 al 34 - También se halla el relato, aunque más escueto en Mateo: 9: 20 al 22, y en Lucas 8: 43 al 48 )
Este es un pasaje que he charlado no sólo con mi madre, sino hasta con ginecólogos. El padecimiento de esta mujer se denomina médicamente "metrorragia", y es una condición muy molesta que puede terminar en un debilitamiento general de la mujer y en una severa anemia, además de significar esterilidad en la gran mayoría de los casos, porque raramente un embrión podría anidar en semejantes condiciones.
En ciertas mujeres, la metrorragia antecede a la menopausia. Pero la edad de la mujer en cuestión no está especificada en el relato.
La metrorragia es más frecuente de lo que nos imaginamos - lo sé por mi madre -, es de una tremenda incomodidad y siempre es de preocupar, porque puede significar un tumor (benigno o maligno) uterino. La mayoría de los casos, se le indica a la mujer suplemento hormonal en altas dosis, y puede requerirse la correción quirúrgica. Es decir, que no es algo sencillo: las arterias uterinas no se cierran así como así y menos aún si hay otra causa subyacente.
En el caso particular de la mujer del relato, tenemos que contextualizarla en el marco sociocultural de aquella época: recordemos que el período menstrual era considerado una fase de inmundicia, y tanto mayor la inmundicia cuanto más prolongado dicho período: tengamos en cuenta que la condición ideal de la mujer según el criterio de aquel entonces, era ser apta para procrear y que el sangrado menstrual era tabú.
Esta mujer llevaba doce (12) años de dolencia y había invertido mucho dinero en profesionales médicos , sin ningún resultado. Y a pesar de su condición denigrante según el criterio de esos tiempos, ella se atrevió a tocarle el manto a Cristo. Pero eso sí: trató de hacerlo sin que él se percatara
* ¿Por qué les parece que quiso pasar desapercibida??
Y las arterias se cerraron, una cauterización simultánea e instantánea de los vasos... Y sin anestesia general, sin preparados hormonales...
El episodio curiosamente está relacionado con el de una niña adolescente moribunda de 12 años, la hija de Jairo, un principal de la sinagoga.
El número doce: cuando la mujer del relato comenzó con el sangrado, esta chiquita posiblemente recién nacía. Dos etapas diferentes de la vida de una mujer y un profundo simbolismo en dos relatos entrelazados.
La desesperación de la enfermedad que no sana y "con sólo tocar el manto"...
Marcadores