Amigos :
Sabido es que los pueblos necesitan líderes. Hombres y mujeres capacitados que tomen decisiones para el bienestar de todos.
La admiración, la estima, el respeto, el cariño que podemos sentir por tal o cual dirigente político de nuestros respectivos países se pueden tornar en idolatría.
Eso ya se ha visto en la Historia.
Los Faraones egipcios divinizados, Augusto César endiosado, Stalin, Hitler y Mussolini venerados, Mao Tsetung adorado, sin olvidar a Juan Domingo y a Evita Perón, a Fidel Castro, a Charles De Gaulle, etc.
Los monarcas de siglos pasados, o de nuestro tiempo, tampoco se quedan atrás ...
Y yo me pregunto : ¿ Dónde termina la estima y la admiración y dónde comienza el culto de la personalidad ?
Saludos.
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