La idolatría y el paganismo son actitudes que van juntas, incluso el debilitamiento del cristianismo está ligado a su paganización.
Supongamos que alguien predica, sugiere o aconseja seguir la religión cristiana. Si lo hace porque realmente se interesa por la felicidad de los demás, entonces puede considerarse cristiano.
Pero si lo hace tan sólo porque busca la popularidad de su ídolo (Cristo) y muy poco le interesan los demás, sino tan sólo como nuevos adherentes, se cae en la idolatría.
Al igual que el comisionista que espera una paga por realizar una venta, el pseudocristiano cree que logrando adeptos para la causa le permitirá, en el futuro, lograr la mayor comisión, la vida eterna.
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