Parte VII
La idea la expresó Pablo después en 2 Tes 3:14, al decir:
[size=2]"Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a éste señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence."[/size]
Estas palabras, por supuesto, tienen un contexto que no debemos eludir a la hora de darles interpretación. Pablo da aquella exhortación después de haber detallado una serie de comportamientos no muy apropiados dentro de la congregación.
En el vers. 6 había dicho:
[size=2]"Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros."[/size]
Aparentemente, si se aíslan estas frases y mandatos de Pablo, podemos encontrar el 'caldo de cultivo' que precisan los Testigos, para justificar su proceder y considerarlo absolutamente correcto. Pablo les lleva unas enseñanzas y les 'ordena' que si alguien no las obedece, lo aíslen, que se aparten de él. Esto abre un campo amplio de oportunidades para determinar quién 'anda desordenadamente' y las prerrogativas que puede tener una persona para 'ordenar' un comportamiento, 'si alguien no obedece lo que decimos'.
¿A quién dirigió Pablo esta 'orden'? Pues al igual que en la Primera carta de Corintios, se dirige a toda la congregación en general y no 'al cuerpo de ancianos' como le gustaría a ellos. Así que son todos y cada uno de los componentes de la congregación los que tienen que determinar la aplicación de estas palabras, y el modo que influirá en su comportamiento con los demás. Para evitar susceptibilidades, Pablo de inmediato, aclaró qué quería decir con la expresión 'andar desordenadamente' al decir:
[size=2]"Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entreteniéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan." (2 Tes 3:11, 12.)[/size]
Así que Pablo no se estaba refiriendo a borrachos, injuriadores, inmorales, etc., sino a unos cuantos miembros de la congregación de Tesalónica que no querían trabajar y que vivían del cuento. Actitudes de esta clase eran reprobables y deberían ser censurada por la mayoría para que los 'desordenados' aprendieran la regla: 'Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma.'
El proceder cristiano de ese tiempo era propicio para que muchas personas se hicieran pasar por cristianos y sacaran beneficio de su asociación con la congregación. Los cristianos de Tesalónica tenían que determinar quién andaba desordenadamente, y entonces, apartase de tal persona, no asociarse con él, para que se avergonzara. Por supuesto, ese 'apartarse de él' nada tiene que ver con el proceder que aplican los Testigos para con el infractor de sus normas, pues mientras este grupo establece un sistema de aislamiento total, que pudiera llevar a negarle a tal persona 'el pan y la sal', es decir, las cosas más esenciales de la vida, Pablo continúa en su exhortación:
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