Se ha hablado tanto acerca del "secreto" de la felicidad que, en realidad, suponemos que verdaderamente se trata de algo oculto e inaccesible al conocimiento del hombre común. Y algo de cierto hay en esto.
La idea inmediata que surge en nuestra mente es que a la felicidad debemos buscarla como un objetivo principal y prioritario en nuestra vida. Así, dicha búsqueda ha de constituir el sentido de nuestra vida. Aunque también podemos preguntarnos si la felicidad tan sólo es una consecuencia de haber aceptado el sentido de la vida que nos propone el propio orden natural.
Los antropólogos coinciden en que todos los pueblos han buscado, de alguna manera, ponerse en contacto con la naturaleza, o con el Creador de la naturaleza y de todo lo que existe. Este es el origen del sentimiento religioso común a las distintas civilizaciones, aunque sea expresado de distintas maneras.
En nuestra época predomina la visión de un mundo regido por leyes naturales invariantes, de ahí que nuestro sentimiento religioso quedará materializado a través de nuestra adaptación a dichas leyes. Sin embargo, es muy posible que las conclusiones que vayamos logrando coincidan con los lineamientos básicos de alguna de las antiguas religiones.
Para el cristianismo, la felicidad ha de ser una consecuencia de haber elegido el sentido de la vida adecuado, de ahí que Cristo expresó; "Primeramente buscad el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura". Si interpretamos esa búsqueda como una adaptación a las leyes naturales antes mencionadas, podemos observar un acuerdo cercano entre religión y ciencia.
Para el psiquiatra austriaco Viktor Frankl, la ausencia del sentido de la vida constituye la causa principal que impide el logro de la felicidad. Al respecto escribe: "Cada edad tiene su propia neurosis colectiva. Y cada edad precisa su propia psicoterapia para vencerla. El vacío existencial que es la neurosis masiva de nuestro tiempo puede descubrirse como una forma privada y personal de nihilismo, ya que el nihilismo puede definirse como la aseveración de que el ser carece de significación" (De "El hombre en busca de sentido" - Ed.Herder).
El sentido de la vida no es otra cosa que una flecha simbólica que nos señala hacia el futuro; hacia metas que hemos de lograr. Sin la existencia de esas metas, nuestro cotidiano vivir se torna una pesada carga que debemos soportar con una fuerza cada vez menor. Por el contrario, mientras más importantes sean nuestras metas, mayor será el esfuerzo que dispondremos para lograrlas. Viktor Frankl escribió: "Puede verse, pues, que la salud se basa en un cierto grado de tensión, la tensión existente entre lo que ya se ha logrado y lo que todavía no se ha conseguido; o el vacío entre lo que se es y lo que se debería ser. Esta tensión es inherente al ser humano y por consiguiente es indispensable al bienestar mental".
(Sigue)
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