Atado a tus labios
preso de tu lengua,
cuerda que me atrapa
en tus nervios, a tus venas.
Junco cautivo en tu laguna
a la espera que me empapes
con tu dedo de libélula,
o me despiertes
con los grito de tu vuelo.
Penétrame en tu hondura,
allí donde nace la sangre
y mana la saliva,
en la tibieza misma
de tus humores termales,
allí donde gobierna
la soledad de las palabras,
allí donde abdico
al clamor de tus suspiros.
Marcadores