Hace unos días, cuando murió en un accidente un joven de 32 años, conocido de mi parte, pude enterarme del enorme sufrimiento que ese hecho ocasionó a sus padres y demás familiares.
Hay mucha gente que casi de continuo le pide a Dios que intervenga en las cuestiones cotidianas, es decir, que interrumpa las leyes naturales para beneficiarnos de alguna manera. Eso es el milagro: la intervención de Dios (o de algún enviado).
Si Dios interviene en el mundo, como muchos suponen, surge la pregunta de porqué no intervino previamente al accidente que pudo evitarse cambiando sólo algún mínimo detalle. De esa manera habría evitado un serio sufrimiento en muchas personas.
Se aduce que Dios permitió el accidente porque quiso "poner a prueba" a los sufrientes por este acontecimiento. De ahí que Dios ya no actuaría como un padre que comparte el dolor de sus hijos, sino que los hombres seríamos una especie de "insectos de Dios" ya que el Dios indiferente sólo busca la alabanza y la sumisión de los hombres.
Ante tantas cuestiones ilógicas, parece razonable suponer que Dios no interviene en el mundo y que existe una ley natural invariante a la cual nos debemos adaptar.
La verdadera religión consiste en adaptarnos a las leyes naturales en lugar de rebelarnos contra dicha leyes pidiendo al Creador que las suspenda.
El "creyente" asocia la virtud con su creencia, mientras que, respecto al que piensa que no existen los milagros, supone que es ateo, hereje o bien una simple persona cercana al reino animal y vegetal. Por el contrario, virtuoso sería quien muestra una actitud ética adecuada, independientemente de la postura filosófica que pueda llegar a adoptar.
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