Un pajarito iba volando a toda velocidad por la autopista y de repente se estrella contra una moto, que venía en sentido contrario.
El motoquero se levanta y exclama:
—¡No puede ser! ¡Maté al pajarito!
Se acerca al animal y lo encuentra todavía vivo, lo recoge y se lo lleva a su casa. Lo deja en una jaula, le da agua y le pone alimento. Al rato el pajarito recobra el conocimiento, despierta, ve la jaula y dice:
¡No puede ser! ¡Maté al policía y estoy preso!
Como se siente mal, un cocodrilo decide ir a consultar al veterinario.
—¿Cuál es su problema? —le pregunta el médico.
—Ya no tengo la misma fuerza de antes, doctor.
Siempre podía nadar bajo el agua varios kilómetros para atrapar a cualquier animal que quisiera. Ahora lo único que puedo hacer es mirarlos pasar.
Después de examinarlo, el veterinario le da unas cuantas píldoras.
—¿De qué son? —pregunta el cocodrilo.
—Es una medicina muy parecida al Viagra.
—Pero doctor, yo no tengo ese tipo de problema —protesta el cocodrilo—. ¿Qué es lo que me está pasando?
—Bueno —contesta el médico—, en realidad lo que usted tiene es disfunción reptil.