Un obispo le increpa al nuevo cura de un pueblo:

- Que te pongas jeans en vez de sotana... vale.
- Que te pongas camisas hawaianas... vale.
- Que te pongas un arete en la oreja izquierda... vale.
- Que te hagas una cola con el pelo que tienes... vale.
- Pero que en Semana Santa pongas un cartel de CERRADO POR DEFUNCIÓN DEL HIJO DEL JEFE... ¡Eso sí que no!

Llega un mortal al cielo y le pregunta a Dios: ¿Cuánto tiempo es para ti mil años?
Hijo mío, eso es para mí como un segundo.
El hombre se queda pensado y luego le pregunta: Y ¿Cuánto sería para ti un millón de dólares?
Eso sería como un centavo
El hombre pensado todo eso le dice a Dios: ¿Por qué no me regalas un centavo?
Sí, en un segundo.

Un padre estaba celebrando una misa: Hermanos míos ámense los unos y los otros.
Y de repente se levantan dos homosexuales y dicen: Sí padre, queremos hacerlo, pero la Policía no nos deja.



En un convento entran cinco sujetos a robar y uno de ellos dice: ¡Vamos a violar a todas!


Una de las monjas interrumpe y dice: ¡Por favor,a la madre superiora no!

Y la madre superiora le pellizca y le dice: Ha dicho a todas.

El cura dando un sermón en la misa dice: ¡Y para terminar les diré que ustedes tenían razón!, ¡Desde hoy mis sermones serán más cortos! ¡Amén!

Bueno su sermón, Padre - le decía un feligrés - pero dígame, ¿a qué se refería al decir que nosotros teníamos razón?
Es que anoche - responde el padrecito - yo también me quedé dormido escuchando la grabación de mi último sermón.


A un predicador lo invitaron a predicar en una iglesia. Se sintió desilusionado cuando notó que la congregación consistía de una sola persona, un campesino. Dudoso de si debía seguir con el culto, decidió pedirle su opinión a este señor.
Si lleno una cubeta de alimento para gallinas -dijo el campesino- y se presenta sólo una, no la dejo ir jamás hambrienta.
Conmovido por la analogía, el predicador subió al púlpito y pronunció un sermón largo y sustancioso.
¿Le gustó el sermón?- le preguntó al campesino.
-Cuando se presenta sólo una gallina - respondió el hombre con aspereza – no la dejo hambrienta, pero tampoco la obligo a comer todo el cubo de alimento.


Tres pastores se juntaron a tomar café. Al conversar se dieron cuenta que en sus tres iglesias había una verdadera invasión de murciélagos.

Uno de los pastores indignado dijo: Saqué un rifle y comencé a dispararles pero todo lo que logré fue llenar de hoyos el techo.
Pues yo traté de atraparlos vivos en una jaula - dijo otro. Luego los fui a botar como a 75 kms de aquí, pero todos volvieron.
Pues yo sí que no he tenido ningún problema con ellos, dijo el tercer pastor.
¿Qué hiciste? - preguntaron los otros dos asombrados.
Bueno, respondió - Yo simplemente los bauticé y recibí como miembros de la iglesia. ¡Jamás los he vuelto a ver!


Señor cura, ¿Ud. aparta las mujeres del mal?
Sí, hijo
Apárteme dos para el sábado.