Uno de los grandes conflictos que tanto ha afectado la juventud de tantos y tantos evangélicos de los cuales formé parte en los años '70 es que muchas congregaciones pentecostales nos prohibían que tuviéramos televisores en nuestros hogares.
El evangelista puertorriqueño Yiye Avila nos predicaba que un televisor era un "cajón del diablo" (sic).
Nuestros pastores nos decían que si al regresar al Mundo en su Segunda venida Cristo nos hallaba mirando la televisión, no seríamos levantados en el rapto de la iglesia sino que nos quedaríamos en la Tierra para sufrir los terribles males y calamidades de la Gran Tribulación con el Anticristo y el Falso Profeta, según el libro de Apocalipsis.
Recuerdo bien que esas predicaciones sembraban pavor en nuestras mentes y corazones.
Y yo pregunto : En este nuevo siglo, ¿habrán cambiado los pentecostales en su modo de considerar la televisión o seguirán tan negativos como antaño?
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