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jorgesalaz
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En su adaptación de la famosa tragedia griega Antígona de Sófocles, Luis Rafael Sánchez nos presenta la cuenta de una mujer atrapada en su propia cultura. Al comenzar a leer su obra La Pasión según Antígona Pérez, la conclusión ya se sabe—Antígona elige la muerte. Su decisión, sin embargo, nos ofrece una vista del conflicto de ser una mujer fuerte, o sea individual e independiente, en América Latina en el siglo de los dictadores. Quisiera proponer que hay tres temas principales—el género, la acción e inacción, y la defensa de la patria—que nos demuestran que la muerte era la única opción de Antígona. Estos tres temas también nos dejan ver su muerte como algo positivo.
El Género
El tema del género emerge muy temprano en la obra cuando Antígona habla con su madre, Aurora. Ella, quien se lamenta sobre la condición de su hija, dice, “¡Si tu padre estuviera vivo! Su Antígona pequeñita encerrada como una criminal…, como una mujer sin clase…, sin apellidos…, sin…”. Desde el punto de vista de Aurora, la cárcel no era un lugar propio para las mujeres y lo que hizo Antígona para llevarla a la cárcel no fue un acto aceptable para ellas. Ella responde, luchando para sí misma y su género, diciendo, “Mamá, las mujeres que tú llamas sin clase, sin apellidos, tampoco merecen una condena injusta”. Antígona, entonces, ve su lucha como algo más que su propia defensa—ella defiende a todas las mujeres. Esta defensa de su género, sin embargo, no satisface a su madre, que dice, “Si fueras hombre… excusaría mis ruegos, los ocultaría. Inventaría el valor necesario para gritarte: sigue, hijo mío, sigue. Si fueras un hombre. Pero eres nada más que una mujer. Callar y bordar, Antígona”. Vemos, entonces, que un conflicto principal de esta obra es el papel que juegan las mujeres en la sociedad. Aurora quiere que su hija se calle y haga las cosas más aceptables por una mujer. A Antígona, sin embargo, no le importa lo que dice su madre—ella va a luchar por sí misma, y entonces, lucha por todas las mujeres.
El tema del género continua siendo relevante cuando hablan Creón y Antígona. Creón, quien usa un voz paternal, se enfrenta con su sobrina, Antígona. Cuando Antígona habla con Creón, entonces, ella tiene que tratarlo no solo como su líder, pero como un tío también. Su conflicto, pues, ya no es entre “individuo y estado” sino “padre e hija.” Dice Creón, “Deseaba que la fragilidad femenina escamoteara la fuerza heredada y flaquearas… Cede. Yo no sé retroceder. Tú todavía puedes aprenderlo”. Antígona, como mujer, es la que tiene que retroceder—Creón, como hombre, no puede. Si Antígona fuera hombre, Creón no podría preguntarle a Antígona que retroceda—ambos serían limitados por las reglas masculinas del orgullo. La lucha de Antígona es más que solo su defensa; ella lucha por su dignidad, por su orgullo y ella, entonces, lucha por su género.
Este tema de género se hace más claro cuando Antígona está enfrentado por la multitud de mujeres. Dicen:
--No confieses.
--No te vuelvas ahora.
--No te arrepientas.
--No cedas tú.
--Pura te necesitamos.
--Es el comienzo.
--No lo abandones.
--Antígona, no cedas.
--Antígona, no pierdas.
Antígona, como veamos, tiene que aceptar la muerte—algo menos sería una afrenta a todas las mujeres. Antígona sabe que su sociedad está dominada por los hombres, y su lucha contra Creón representa este conflicto. Ella no puede retroceder; tiene que continuar la lucha, y la única manera en que pueda luchar ahora es con ceder su vida a Creón. La libertad existe solo en la muerte.
La acción e inacción
A través de la cuenta, Antígona y los otros tiene que decidir entre la acción y la inacción. Como veremos, Antígona es la única persona en la cuenta que escoge la acción—los otros son demasiados débiles y aceptan su destino si protestar, sin intentar de cambiarlo. El hecho de que Antígona es la única que toma un papel activo hace que esta tragedia sea más perfecta—es una batalla entre Antígona y el resto del mundo. Es ella quien está encargada de su propia vida, no los otros.
Vemos el tema de la inacción primero en la discusión entre Antígona y su madre. Aurora dice, “Éramos felices… No nos faltaba nada… Posición, opulencia, clase… Una familia hermosa, respetable, próspera, sin preocupación ni obligación”. Para Aurora, entonces, no era nada mejor que tener una vida sin preocupación ni obligación. Ella no podía entender lo que hizo su hija—no podía entender porque su hija quería algo más con la vida. Dice Aurora a su hija, “Tus locas ideas que no sirven para nada. Quijotes, Quijotes, y al final: yo soy Alonso Quijano”. Al final, Aurora intenta de persuadir a Antígona diciendo, “Antígona, abandona tu terquedad. Si no por ti, por mí. Si no por mí, por Fernando, que te quiere… Si regresaras, inmediatamente se casarían, se mudarían…donde podrían levantar una familia hermosa, respetable, próspera” . Aurora, entonces, no quiere nada más que una vida de inacción por su hija, una vida donde no hay nada mejor que casarse y vivir tranquila. Antígona, sin embargo, tiene que actuar y dice, “No puedo renunciar, ni siquiera por su amor, a las convicciones que respaldan mis actos”. La muerte, pues, es la única manera de escapar una vida de inacción y con es*****la, Antígona escoge el papel de ser en cargo de su propia vida.
La idea de inacción llega a Creón, quien piensa que su papel es nada más que mantener la ley. Hablando con el Monseñor él dice, “Yo no ordeno la muerte de prisionero alguno. Pero no puedo evitar que cualquier prisionero la ordene”. Creón, entonces, se lava las manos de ese asunto, poniendo a Antígona en cargo de su vida. Si muere, sería la decisión de Antígona y de nadie más. Finalmente, la idea de inacción nos lleva a la discusión entre Antígona e Irene sobre Fernando, quien había aceptado un puesto en el gobierno de Creón. Antígona critica lo que hizo Fernando, pero Irene lo defiende diciendo, “Fernando no aceptó matar, no aceptó perseguir los enemigos los enemigos del régimen. Aceptó un puesto…No podía evitarlo. No tenía por qué señalarse como disidente. Decirle no a Creón es decirle: asigna un policía que siga mis pasos”. Antígona ya había dicho “no” a Creón, pero su amor, Fernando, no pudo. Ella es la única en la obra que escoge una vida de acción. Los otros se ven como jugadores en un juego perpetuo, donde no hay que pensar, sino que seguir las reglas y papeles ya asignadas. Con es***** la muerte, Antígona escoge la vida—una vida activa, donde fue ella, y nadie más, que estaba en cargo de su propio destino.
La Defensa de La Patria
El tercero tema que nos deja analizar la muerte de Antígona es la idea de defender la Patria. Como vemos en las palabras del mural, “PATRIA O MUERTE”, este tema llega a ser muy importante desde la primera página de la obra y es un conflicto solamente entre Antígona y Creón—ambos Antígona y Creón hacen lo que hacen con la idea de defender a la patria. Antígona dice sobre Creón, “Si me deja viva se derrumban los temores, se corroen al menos. Porque ya no habrá delito en desafiar la ley de Creón”. Ella sabe, entonces, que Creón tiene que darle la muerte—algo menos sería un peligro por el país. Como dice Antígona, “Creón está atrapado en su propio laberinto”. Creón deja que Antígona muera para defender su poder, para defender el país. Para él, no hay otro opción.
Antígona, también, quiere defender su país. Quiere un país libre de la tiranía de Creón y sabe que su muerte ayudará a la causa. Dice, “Si me fusila la muerte conmoverá la República. Aun cuando los periódicos desaten una compaña infamante, el encono roerá las corazones”. Como Antígona dice, quiere vivir. Pero para Antígona, la vida es más que algo del cuerpo. Quiere que su alma viva y si la concede a Creón su cuerpo vive. El precio, sin embargo, es demasiado—la muerte de su alma. En la muerte, entonces, ella escoge la vida. No había otra opción. Como ella dice, “Matarme es avivarme, hacerme sangre nueva para las venas de esta América amarga. Aligera, Creón, aligera. Dame, dame la muerte”. Su muerte, entonces, fue necesaria en el orden para vivir una vida más profunda.
En conclusión, con los tres temas del género, la acción e inacción, y la defensa de la patria, podemos ver que Antígona no tuvo otra opción. Su muerte era la única manera en que pudiera tomar control de su propia vida. Con su muerte, recibe libertad y es por esa libertad que podemos ver su muerte como algo necesario y bueno.
Prof. N. Rodríguez
Si quieres saber algo sobre las diferentes Antigonas, consulta aquí:
[url]http://ponce.inter.edu/nhp/contents/Inter_Ethica/pdf/de_sofocles_a_Luis_Rafael_Sanchez_y_otras_Antmgona s.pdf[/url]
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