los nombres fueron cambiados, así como el desenlace. lo redacte para una monografía relacionada con el tema en base a una conocida.
8. Testimonio
El siguiente testimonio pertenece a una joven de Buenos Aires, Argentina, a la que denominaremos "Yanina". Yanina comenzó puntualmente con sus trastornos alimenticios a los 14 años de edad, evolucionando la inicial anorexia en bulimia del tipo no purgativo.
8.1. Breve Reseña sobre Yanina
Yanina ya desde pequeña tenía tendencias a comer poco o saltearse comidas, y siempre había sido más delgada de lo indicado para su edad y estatura. Siempre se destacó en cuanto al estudio, siendo desde la primaria la primera en su clase, sin que ello ocurriera a causa de la presión ejercida por sus padres; al contrario, su familia siempre la apoyó frente a las situaciones adversas, que ocurrieron generalmente a causa del mal trato por parte de adultos que no sabías manejar la personalidad curiosa e inquieta de la futura paciente, y su agudeza mental. Creció en un entorno familiar afectivo, que siempre la alentó a mejorarse y evolucionar como persona; sin embargo, la figura materna siempre tuvo más importancia que la paterna, puesto que la subsistencia económica de la familia exigía que el padre trabajara varias horas al día, impidiendo este hecho que hubiera un verdadero acercamiento entre padre e hija.
Con el inicio de la pubertad, Yanina fue ensimismándose. Su actitud retraída, ocasionada por su desconfianza en las personas y una incipiente falta de confianza en sí misma, impidió un verdadero acercamiento a los pares de su misma edad, siendo las interacciones entre ellos faltantes de franqueza o camadería. La relación con su familia se deterioró, en parte a causa de la sobreprotección ejercida por parte de los padres, y a la falta de aceptación de los susodichos a los cambios de personalidad propios de la edad que atravesaba Yanina. La futura paciente, en consecuencia, al no poseer suficiente confianza en alguien, comenzó a sentir soledad, lo cual derivó en depresión. Siendo su familia de buen comer, y contando con recursos para ellos, Yanina comenzó a desahogar su frustración con la comida. Comenzó a ingerir mayor cantidad de alimentos, sin que ellos produjera obesidad, pues estaba en etapa de crecimiento. La situación se prolongó hasta que un día escuchó un comentario cínico por parte de una de sus compañeras sobre otra que tenía grandes caderas, y atribuyó su falta de éxito en las relaciones sociales, y en su vida en general, a su cuerpo cambiante, que comenzaba a adoptar las formas propias de la mujer. De modo que comenzó una dieta, con el consentimiento de su familia, que consistió en la restricción de determinados alimentos con alto valor calórico o mucho contenido en grasas. Paradójicamente, la disminución de peso, que al principio fue leve, no produjo un incremento en su autoestima, sino un mayor desprecio hacia su propio ser, puesto que la pérdida de peso no mejoró sus relaciones. Lo que antes fuera una dieta sana se convirtió en poco tiempo en una obsesión por los alimentos, el peso y la figura. Yanina se dedicó aún más al estudio y ejercicio, consiguiendo alcanzar un excelente promedio y una buena figura en poco tiempo. Sin embargo, cuando alcanzó su objetivo y la gente comenzó a notar los cambios y a agasajarla por su cuerpo y buenas notas, Yanina siguió sintiendo la necesidad psicológica de perder peso, y comenzó a limitar cada vez más la ingesta de alimentos, llegando a pasar días sin comer, sustentando su vida únicamente con agua, que tomaba en gran cantidad para engañar el hambre. Su círculo íntimo comenzó a sospechar sobre su situación mental al advertir los cambios conductuales que experimentó la chica (cambios tales como irritabilidad, aislamiento, demostración de una exagerada preocupación por el físico, ejercicio excesivo, abandono de la mesa en el medio de las comidas para ir al baño, rituales con el alimento) y le advirtió sobre los problemas que psicopatologías como la anorexia y la bulimia podían tener. La atención demostrada por la familia hizo que la enferma asumiera su padecimiento, y abandonara el ayuno, consiguiendo ganar algo de peso y confianza, reanudándose su menstruación (había padecido durante cuatro meses amenorrea) y mejorando sus relaciones sociales.
Sin embargo, luego de unos meses Yanina volvió a recaer en la anorexia; el factor desencadenante fue en este caso una publicidad sobre una bebida light, donde la protagonista de la misma, al tener un cuerpo delgado, sentía confianza en sí misma y no era juzgada por la sociedad.
La recaída fue abrupta. Perdió doce kilos en un mes y medio, llegando a pesar 42 kilogramos, y se volvió obsesiva en todo lo relacionado a la alimentación. Pasó semanas sin comer, y limitó hasta el consumo de agua, pues su mente enferma advertía en el espejo la menor distensión del abdomen ocasionada por la ingesta de líquidos. Sin embargo, a causa de la presión ejercida por familiares (que volvían a sospechar, no sólo a causa de la pérdida de peso, sino también por conductas tales como almacenar comida en la boca durante mucho tiempo, abandonar la mesa bajo cualquier motivo o ir al baño muy a menudo) comenzó a ingerir algo de alimentos, al principio en poca cantidad y principalmente verduras, que vomitaba luego de comer, mientras se duchaba. Luego, al descubrir las 'Ventajas” del vómito, que permitía comer sin engordar, cambió los vegetales por alimentos dulces, empalagosos y altos en calorías, los cuales consumía en gran cantidad en muy poco tiempo. Estos atracones eran generalmente seguidos por un sentimiento de angustia y remordimiento que obligaba a Yanina a vomitar y ayunar por varios días. La situación siguió así diez meses, hasta que una noche la enferma, que había adquirido la costumbre de tirar la comida antes de que fuera consumida por nadie en la casa, fue descubierta luego de desechar galletas dulces, por las que sentía especial atracción, al tacho de basura. Indagada por su madre, contestó tranquilamente que estaban podridas y tenían mal sabor, pero ante la desconfianza demostrada por sus tutores sufrió una crisis de histeria que culminó cuando sus padres le pidieron que no se repitiera la situación. Minutos después, Yanina estaba tirando una pata muslo de pollo al inodoro del baño, pero en esta ocasión no hubo manera de eludir la verdad, porque se tapó la cañería y debió confesar lo que había ocurrido, y admitir ante su familia que efectivamente sufría un trastorno alimenticio, suceso que de hecho ya era sabido por sus padres.
A pesar de ser descubierto su problema, Yanina no inició tratamiento, pues su círculo familiar confió en sus promesas. Hubo un aumento de peso, pero no implicó en la paciente un cambio psíquico y cognitivo, y la bulimarexia desencadenó en bulimia, con atracones seguidos de ayuno, sobrepeso por parte de la paciente y depresión.
Finalmente gracias a una increíble fuerza de voluntad mostrada por la paciente, sus deseos de abandonar el problema que la consumía y el apoyo de su familia y amigos, Yanina logró abandonar el trastorno, sin necesidad de recurrir a un centro de atención especializado (vale aclarar que el desenlace de este caso en particular no suele ser común. En la mayoría de los casos se necesita de la atención de uno o varios especialistas). Hasta el momento, Yanina consiguió volver a su peso normal y mantenerlo, y aunque sus hábitos alimenticios no se regularon completamente (todavía realiza ayunos, aunque muy esporádicamente, y conserva hábitos tales como exprimir las hamburguesas con el fin de “retirar la grasa”), se siente orgullosa de si misma y posee una alta autoestima. En definitiva, puede concluirse con que la paciente del caso en cuestión pudo dejar su trastorno en el pasado y enfocar sus energías en el presente y el futuro, valorándose por sus virtudes a pesar de sus defectos físicos, muchos de los cuales fueron causados por el trastorno sufrido (a causa de las variaciones de peso experimentadas, la desnutrición, y la malnutrición, Yanina sufrió una gran pérdida de masa muscular, estrías y piel seca y frágil, consecuencias de mínima importancia si se consideran las enfermedades que la carencia de nutrientes podría haber causado).
8.2. Testimonio de Yanina
Los siguientes escritos, que han sido reproducidos textualmente, fueron llevados a cabo unos meses después del descubrimiento por parte de sus padres de la enfermedad que la joven padecía, cuando la bulimarexia evolucionó en bulimia. Fueron llevados a cabo antes de que Yanina comenzara tratamiento.
Miércoles 21/4/04
Esto no va más. Estoy tan cansada, no puedo con esta maldita vida. Cómo se supone que siga esto?
Siempre postergando.
Lunes 26/4/04
Estoy tan cansada... Quiero comenzar a hacer algo con mi vida. Fuimos al cine a la tarde, mamá quería palomitas de maíz pero logré convencerla de que no gastara plata. Le hace bien tanto a ella como a mí. Quizás comience a estudiar latín, no sé. Tan solo deseo no tener tanto tiempo libre...
Miércoles 28/4/04
No lo hice [entiéndase la frase "no lo hice" o "lo hice" como ingerir o no alimentos. Yanina no solía hacer dieta, sino ayunar completamente. En caso de comer, por ejemplo, un chocolate o una manzana, creía que todo estaba perdido y comenzaba a ingerir compulsivamente]. En cambio, bebí mucho agua.
Jueves 29/4/04
"Cumpleaños de Osvaldo" [Osvaldo es el padre de la joven]
Estúpido cumpleaños, hice todo lo que no tendría que haber hecho.
Sábado 1/5/04
No lo hice!! Me siento gorda, pero realmente lo estoy ahora. Me extraño tanto! Pero no volveré a ese extremo, solo quiero adelgazar un poco.
Domingo 2/5/04
Estuve a punto, pero no.
Lunes 3/5/04
Yogurt a la mañana. Ciento cincuenta y cinco [calorías]. Jajá, estoy feliz, me siento bien.
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