A lo largo de la historia, siempre se encuentran naciones que rivalizan encarnizadamente por el dominio, ya sea comercial o político militar. Ejemplos nos sobran, Egipcios e Hititas libraron duras batallas por el control de la zona Palestina hasta la batalla de Kadesh, los Asirios pelearon contra toda mesopotamia por la supremacía hasta que una coalición de medos y persas los barrió del mapa geopolítico, Atenas y Esparta libraron una de las guerras más cruentas de la historia hasta que Esparta logró la hegemonía. Pero sin duda una de las confrontaciones que en lo personal me ha llamado mucho la atención desde siempre fue la que sostuvieron Cartago y Roma entre los años 264 al 146 AC. Lo curioso del tema es que inicialmente fueron ciudades aliadas, llegando Cartago a prestar ayuda con su flota (las más poderosa de ese entonces en el mediterráneo occidental) a los romanos en su guerra contra Pirro (he aquí otra de las razones por las que Pirro perdió la guerra). Sin embargo, apenas terminada la Guerra con Pirro comienzan las tensiones en Sicilia lo que desencadenaría la primera de las tres guerras púnicas, las que finalmente terminaría con el asedio y destrucción de Cartago. Lo extraño del tema es que Cartago teniendo la más poderosa flota de guerra de su tiempo no la provechó para atacar consistentemente las costas italianas, si no que deja que se arruine. En vez de llevar refuerzos poderosos a la isla que pudieran decidir la guerra bajo el mando del general Amílcar (padre del gran Aníbal), manda refuerzos a Hannón que está ocupado conquistando aldeas en la Libia púnica y necesita de todos los soldados para devolver la paz. Durante 23 años el desenlace de la guerra pudo haberse decidido a favor de los cartaginenses si se hubieran decidido a pelear una guerra de verdad. Durante el conflicto, hay registros de actividad diplomática entre Cartago y Roma para llegar a un acuerdo de paz, proponiendo los cartaginenses volver a las antiguas fronteras pero Roma las rechaza, Roma siempre quiso vencer o perder pero nunca ceder. Creo que eso se deriva del profundo desconocimiento que los cartaginenses tuvieron acerca del modo de ser de los romanos. El legionario de ese entonces era el agricultor que empuñaba la espada acudiendo al llamado de la república y como tal, reaccionaba con una inusitada furia contra el peligro o lo desconocido. Por otro lado, estaban los cartaginenses que eran comerciantes por excelencia y por ende cosmopolita. Pensaron erróneamente que los romanos aceptarían tarde o temprano una paz equitativa. Si bien tenían a un gran General en la persona de Amilcar, no se molestaron en evaluar correctamente la gran pérdida estratégica que supondría perder Sicilia, una buena llave para el mediterráneo oriental. Hay otra docena de hechos curiosos y detalles que analizar, pero el problema de los cartaginenses fue que no conocieron de verdad a lo que se estaban enfrentando y no supieron o no quisieron explotar todo su propio potencial.
"Conoce a tu enemigo, conócete a ti mismo y ganarán cien batallas" dijo Sun Tzu. Creo que les habría hecho bien a los cartaginenses saberlo.
Marcadores