Resultados 1 al 8 de 8

Tema: Litetarura filosófica

  1. #1
    Forero Graduado
    Fecha de ingreso
    18 sep, 03
    Ubicación
    Alcalá de Henares
    Mensajes
    527

    Thumbs up Litetarura filosófica

    Dos alumnos de tercer curso de filosofía han tenido a bien enviarme un resumen de la monografía con la que terminarán sus estudios,nuevo intento de su profesor de ver divinidad en Heidegger,pues entiendo que es presbítero.
    La monografía me ha parecido bien,pero de nuevo ha resultado que tuve razón en Salamanca,años 1955-57,cuando me di cuenta de que la filosofía no contiene ya sabiduría alguna.
    Por eso he tenido a bien publicar este resumen de monografía,y mi respuesta.
    Alcalá de Henares,4 de octubre del 2005.
    Rafael Gonzalo Jiménez

  2. #2
    Forero Graduado
    Fecha de ingreso
    18 sep, 03
    Ubicación
    Alcalá de Henares
    Mensajes
    527

    Thumbs up Literatura filosófica (I)

    A continuacion le envio un escrito, me gustaria que lo leyerà y me de sus opiniones:

    LA ESPERA DE MARTÍN: DIOS.

    LA MANERA DE HACERLO: LA VERDAD DEL SER.

    LA CONSECUENCIA: LA MUERTE DE DIOS.



    Por Diego Ignacio Meza Gavilanes y Amilcar Palmezano[1]



    Muy a menudo, se ha afirmado y no con total justificación que en el sistema Heideggeriano la cuestión de Dios no tiene cabida, aún más, dícese que nunca tuvo contacto con la religión. ¡Un gran error! sin duda. La acriticidad de éstos funda una ligera e inexacta interpretación, pues debe saberse, sin más, que la compañía de Heidegger debe concebirse a partir de su militarismo religioso.



    --------------------------------------------------------------------------------

    [1] Estudiantes del grupo de tercero de filosofía 2005. Resumen de la monografía como requisito al culminar la formación del ciclo filosófico. Trabajo a la cura de José Raúl Ramírez Valencia. Pbro. Profesor de filosofía.




    Un atisbo que recaiga sobre los inicios de su pensamiento ayudará a esclarecer, la anterior proposición. La atmósfera de estricta tierra católica que reinaba en el ambiente familiar, impregnó la infancia y la juventud del pequeño Martín. Sin provenir de una familia ilustre, se crió en un hogar pequeño-burgués; en su casa no dominaban ni la necesidad ni la abundancia. Su padre era Friedrich Heidegger, maestro tonelero y sacristán del pueblo y su madre Johanna, estos transmitirían a su hijo una ferviente religiosidad. Este singular círculo católico haría que Heidegger se desempeñara como Monaguillo en el templo de su tierra. Se entiende por tanto, que éste fuera en su juventud un ferviente cristiano educado en magistrales instituciones católicas. Como alumno aplicado llamó la atención del párroco de San Martín, obteniendo la posibilidad de estudiar en las ya mencionadas instituciones, pero siempre como seminarista. Se habla incluso de su fallido intento de hacerse sacerdote, pues concibió el proyecto de ingresar a la Compañía de Jesús, la cual lo rechazó[1]. Otros hablan de una posible estadía, aunque mínima con esta comunidad religiosa[2].

    En las épocas de la juventud trabó amistad con sobresalientes teólogos: Conrad Gröber, Karl Barth y Karl Braig; estos, además de introducirlo en los grandes temas de la metafísica y de inducirlo al estudio de los grandes escolásticos, llegaron a hacerle considerar seriamente la tensión existente entre la ciencia del ser y la teología especulativa.

    Con razón escribió a kart Löwit en 1920: “soy un teólogo cristiano”[3]; en reiteradas ocasiones manifestó también que haría lo que sus fuerzas le permitiesen, con tal de realizar una determinación eterna del hombre interior, justificando así, su existencia y tal acción al mismo Dios; así como aseveró con sorprendente seguridad que su filosofía era un estar a la espera de Dios[4].

    Sus inicios se dan dentro de la doctrina católica, sin embargo, durante la década de los veinte, abandonaría parcialmente esta institución. Algunos sospechan que hasta los 27 años se mantuvo ligado al mundo católico. Heidegger, llegó a repudiar excesivamente la dependencia económica de la Iglesia, de la cual había sido objeto, más aún, se sentía humillado por aquella.
    El abandono del catolicismo por parte de Heidegger marca en totalidad su pensamiento. En efecto en una carta escrita a Engelbert Krebs el 9 de enero de 1919 manifiesta que no podía continuar adherido al sistema católico, refiriéndose con esto, al sometimiento a la autoridad de una Iglesia visible; sin embargo, nunca abandonaría su experiencia religiosa, Heidegger […] hasta el final de su vida continuó estudiando textos teológicos, siguió atentamente el debate sobre la infabilidad, desencadenado en el ámbito católico al comienzo de los años setenta y deseó expresamente un enterramiento eclesiástico –postura no del todo lógica-[…][5].

    De esta manera se llega a la conclusión que Heidegger, no fue un filósofo que estuvo al margen absoluto de la religión, más bien, su pensamiento está influenciado en su gran mayoría por hombres que marcaron hito en el cristianismo, tanto católico como protestante: Santo Tomás de Aquino, San Agustín, Dionisio el Areopagita, el maestro Eckart, Francisco Suárez, Soren Kierkeegard y el mismo Lutero, por ejemplo. Más aún, él mismo, dice expresamente: “sin esta proveniencia teológica jamás habría llegado al camino del pensamiento, proveniencia, para quien va más lejos, permanece siempre en el porvenir[6].

    Siguiendo con la cuestión central, recuérdese el punto de vista de muchos filósofos e historiadores con respecto a la posición adoptada por Heidegger respecto a Dios: Jean Paule Sartre afirma que éste se encuentra entre los existencialistas ateos[7], Teófilo Urdanoz inquiere que esta filosofía es un “discurso de la ausencia de Dios”, un ateismo negativo[8]. Finalmente, no faltan los que aseguran que no es ni teísta ni ateísta[9].

    Para hacer esta aproximación lo más conveniente será escuchar al mismo Heidegger, en la cual se ambicionará en lo que respecta, dilucidar e ilustrar cómo las intenciones y proyectos juveniles en referencia directa hacia Dios, tienen resonancia en el último período de su pensamiento: La Kehre.[10]. Añádase al respecto que sus reflexiones estarán siempre determinadas por el propósito de la teología dialéctica: La diferencia entre el Dios de la filosofía, producto de la razón, un “dios ateo” y el Dios revelado. Así mismo, se notará la influencia de los presupuestos de la teología apofática: Dios no se muestra se esconde, de El, el hombre nada puede decir.

    CRÍTICA A LA ONTO-TEOLOGÍA.

    Con este término se hace referencia a toda filosofía, que intenta comprender el ser del ente y no el ser mismo; es una dirección determinada que toma el pensamiento a partir de Platón. Es el convenio establecido entre la teología y la ontología tradicional, que ven en Dios el principio de todo, el fin hacia el cual toda cosa ha sido creada, lo más universal y lo absolutamente primero.

    Este tipo de pensamiento, que funda la empresa de dominación del ente cuya consumación será la modernidad, cubre el más amplio período de la historia del pensamiento y corresponde en líneas gruesas, como ha quedado dicho, al platonismo y al aristotelismo, y, posteriormente, a la filosofía helenística, a la filosofía medieval y a la modernidad hasta mediados del siglo XX[11].

    El Dios de la metafísica se asienta en la moldura entificante, esencialista, sistematizadora y fundacional instituida por el logos. Esta postura concibe a Dios como el ente supremo, como el ente máximo, como el ente increado; éste se convierte en la causa primera y final de todo lo existente, es el fundamento último de la totalidad de los entes, es la clave de bóveda, útil para descifrar toda la realidad, que no es más que una enorme construcción, diseñada a partir de un modelo jerárquico y esencialista. Esta es la causa en tanto que causa sui. Así reza el nombre que conviene a Dios en la filosofía[12]. Esta identificación es un perjurio del Dios cristiano, una estatuilla, una reliquia, una terracota, creada por el dinamismo subjetivista.
    Rafael Gonzalo Jiménez

  3. #3
    Forero Graduado
    Fecha de ingreso
    18 sep, 03
    Ubicación
    Alcalá de Henares
    Mensajes
    527

    Thumbs up Literatura filosófica (II)

    El Dios de la onto-teología debe morir, pues es a este Dios, el hombre no puede rezarle ni hacerle sacrificios. Ante la causa sui el hombre no puede caer temeroso de rodillas, así como tampoco puede tocar instrumentos ni bailar ante este Dios[13].

    La onto-teología no puede llegar al Dios verdadero. Más aún, Heidegger opina que son los mismos creyentes y sus teólogos los que han asestado el último y más duro golpe contra Dios al pensar y hablar de él con su pensamiento y un lenguaje sacrílegos a la luz de la fe[14].

    Siendo la onto-teología, el error desenvuelto en la historia del pensamiento occidental, es preciso destruir y superar esta concepción, y esta se hará precisamente desde la verdad del ser.

    CRÍTICA AL CRISTIANISMO

    Su crítica al cristianismo debe leerse en la siguiente clave: No hay filosofía cristiana, esto es desatinado e inadmisible. El cristianismo no es una filosofía. El cristianismo se apropia de la filosofía pero no logra cumplir las exigencias del pensamiento autónomo. La filosofía cristiana es algo sin sentido, aún mayor que la idea de un círculo cuadrado.

    Así pues, Heidegger apoya la posición de Lutero con respecto al cristianismo: la verdadera religiosidad cristiana debe manifestarse en la vuelta al cristianismo de las primeras comunidades cristianas y no en la utilización de la filosofía como medio para descubrir a Dios. Para la filosofía el cristianismo es impensable y para el cristianismo la filosofía es una locura, las indagaciones de tipo filosófico para todo aquel que cree afirmaciones patosas, son tonterías. De ahí que cobre valor importante en la actitud de Heidegger, las palabras del apóstol San Pablo, cuando se dirige a los corintios: “Destruiré la sabiduría de los sabios y haré fracasar la inteligencia de los inteligentes. ¡A ver! ¿Dónde está el sabio, el erudito, o el experto en las cosas de este mundo? ¿No ha convertido Dios en locura la sabiduría del mundo?”[15].

    Su examen es muy escéptico, pues comprueba sin temeridad al error, que las deducciones teológicas, son el inicio del camino de dónde Dios ha emprendido su partida. Lo totalmente cierto y que no merece discusión es el hecho que en la relación del hombre con Dios, la razón no puede inmiscuirse y del mismo modo, en el pensamiento no puede interferirse nunca la experiencia religiosa.

    Si la filosofía es una fiesta y embriaguez, en el cristianismo no se da nunca la fiesta del pensar, es decir, no hay una filosofía cristiana[16]. Si la filosofía es afirmación del mundo y el cristianismo es una forma de negarlo (ascesis), nunca podrá haber reconciliación entre ambas. El cristianismo al absorber la metafísica griega, con su Dios, causa sui, se convierte también en propulsor de la onto-teología.

    De esta simbiosis se desprende un fenómeno aún peor: El Desdiosamiento. El “desdiosamiento” es el estado de indecisión con respecto a Dios y con respecto a los dioses. El cristianismo es el principal responsable de su advenimiento”[17].

    Este suceso conduce a pensar que no hay por ningún lado el ser, sino simplemente y desafortunadamente la interacción de entes: un ente creador que se revela a los entes creados, para que se salven; la historia de la verdad del ser se convierte lamentablemente en mera y absurda historia de salvación. Dios mismo se equipara a un ente y este mismo en el dogma de la encarnación se convierte en hombre, perdiendo su divinidad para jugar a los antropomorfismos. El cristianismo parte de un ente crucificado[18]. Esta posición extraña y no razonable, esta dirección hacia la total humanización genera en definitiva esa “indecisión con respecto a Dios y con respecto a los dioses”, pues la verdadera experiencia de lo divino se pierde[19]. Con razón dirá Heidegger: “Y precisamente esta unión de metafísica y de teología es la base […] del proceso de la secularización que actualmente invade a todas las naciones occidentales”[20].

    Heidegger llega a la conclusión que la fe, malogra la actividad del pensamiento; que allí donde reina el cristianismo no hay cabida para la filosofía y allí donde impera la filosofía no hay lugar para el cristianismo.

    El cristianismo con respecto al ser del ente, no debe afirmar ni negar absolutamente nada. Sin embargo, se observa, que el cristianismo ha respondido definitivamente a la pregunta acerca de qué es el ente y ha eliminado así la pregunta misma, y todo esto desde un lugar que es esencialmente superior al opinar y errar contingentes del hombre[21]. Esta actitud del cristianismo no es más que la eliminación de la filosofía, pues si la pregunta ya ha sido respondida desde siempre en la revelación y el creyente le presta a la misma la obediencia de la fe, no hay necesidad de realizar algún trabajo intelectual para alcanzar una cierta respuesta. La filosofía trata de responder a este interrogante desde las fuerzas del hombre, finitas, contingentes, falibles y por eso ella misma es palabra humana; en cambio, en el cristianismo la respuesta se da en la fe, y por eso ésta es Palabra de Dios. De ahí que: una “filosofía cristiana” equivale a “hierro de madera” y es un equívoco[22].

    El intento cristiano: un ente crucificado convertido en causa sui, debe ser superado. Este es el verdadero camino de todo filósofo y de todo creyente.

    El cristianismo con respecto al ser del ente, no debe afirmar ni negar absolutamente nada. Sin embargo, se observa, que el cristianismo ha respondido definitivamente a la pregunta acerca de qué es el ente y ha eliminado así la pregunta misma, y todo esto desde un lugar que es esencialmente superior al opinar y errar contingentes del hombre[21]. Esta actitud del cristianismo no es más que la eliminación de la filosofía, pues si la pregunta ya ha sido respondida desde siempre en la revelación y el creyente le presta a la misma la obediencia de la fe, no hay necesidad de realizar algún trabajo intelectual para alcanzar una cierta respuesta. La filosofía trata de responder a este interrogante desde las fuerzas del hombre, finitas, contingentes, falibles y por eso ella misma es palabra humana; en cambio, en el cristianismo la respuesta se da en la fe, y por eso ésta es Palabra de Dios. De ahí que: una
    “filosofía cristiana” equivale a “hierro de madera” y es un equívoco[22].

    El intento cristiano: un ente crucificado convertido en causa sui, debe ser superado. Este es el verdadero camino de todo filósofo y de todo creyente.

    La gran salida consistirá en la muerte del Dios cristiano, ya anunciada por Federico Nietzsche: terminar definitivamente con aquella idea alienante y pecaminosa de Dios como fundamento de todo lo existente. La verdadera fe no buscará a Dios, abrirá el camino a la verdad del ser, pues es desde ella, que se puede comprobar el paso o no de Dios o de los dioses.

    No obstante, ni la metafísica tradicional ni el cristianismo convienen ser llevados a la corte inquisidora de la historia, para llevar a cabo protecciones o censuras, defensas o condenaciones, más bien entre ambos deben ser interpretados como parte del destino y como necesarios para la formación del nuevo período en el que el ser se revele. Sólo así, se puede depurar su importancia y su potestad hegemónica y fatal.
    Rafael Gonzalo Jiménez

  4. #4
    Forero Graduado
    Fecha de ingreso
    18 sep, 03
    Ubicación
    Alcalá de Henares
    Mensajes
    527

    Thumbs up Literatura filosófica (III)

    EL CAMINO HACIA DIOS: DECIR PURAMENTE LA VERDAD DEL SER.

    La nueva época, se pensará desde el Ereignis, que es un acontecimiento procesual, histórico y transitivo, que va del ser al hombre y del hombre al ser, y en el cual, ser y hombre se apropian uno de otro, y así alcanzan su esencia más propia a saber; el ser alcanza su esencia como acontecer en el todo del ente a través de la comprensión del ser proyectada por el hombre a partir de la yección del ser, y el hombre alcanza su esencia de Da-sein de lugar y momento en que el ser acontece y en el que se puede relacionar con el ser, con el ente y con los dioses[23].

    Es el ámbito en el que ambos pierden las determinaciones que les hizo la metafísica. La pregunta del ser es la pregunta por la verdad del Ser, llevada a cabo y concebida históricamente, llega a ser ella, frente a la hasta ahora habida pregunta de la filosofía por el ente[24]. En el Ereignis, el ser acontecerá en su verdad, esto es como ser, y no como ser del ente. El avance en las investigaciones de Heidegger, en específico en los Beitrage[25] es ya no el intento de comprender el ser desde la relación hombre-ser, Dasein-ser, sino desde la relación ser-hombre, pues es el ser el origen último de toda comprensión del ser. En este acontecimiento en el que el uno y el otro se apropian respectivamente, el hombre ya no pensará al ser como una cosa, que es preciso “dominar” y “representar” , sino que se dejará apropiar por el ser.

    Comprensible se hace entonces la frase de la carta sobre el humanismo: “Sólo desde la verdad del ser deja pensarse la esencia de la gracia. Sólo desde la esencia de la gracia está por pensar la esencia de la divinidad. Sólo en la iluminación de la esencia de la divinidad puede ser pensado y dicho lo que ha de nombrar la palabra –Dios-”[26]

    En estos enunciados se descubre el ámbito esencial desde donde pueda observarse el paso del último Dios, en la verdad del ser, pero recordando que ésta solo acontece en el Ereignis. El Ereignis, es pues, el escenario originario en el que pueden aparecer, y por lo tanto ser pensados: lo sagrado, la divinidad y el Dios o los dioses.

    En este texto, así mismo se dan una serie de condiciones esenciales para que el suceso en cuestión acontezca; es una triada de exigencias. Para acceder al significado de lo que verdaderamente quiere representar la palabra “Dios”, es decir, la primera condición para pensar a Dios desde su misma esencia, desde su manifestación y para no inventar y utilizar meramente discursos y definiciones erradas sobre él, para no hacer de él un ente a través de nuestra mirada objetivante, hay que pensar primero la esencia del la divinidad. No obstante, la esencia no es algo fijo en la cosa ni algo proyectado en la voluntad del hombre, la esencia también acontece, pensar la esencia de la divinidad significa entonces experimentar ese suceso, el hombre debe experimentar aquella esencia para poder pensar en lo que la palabra “Dios” quiere nombrar.

    Mientras, el hombre no ocupe su lugar, como el “ahí del ser” es inservible manifestar algo sobre la existencia o inexistencia de Dios o los dioses, ni sobre sus características, sus cualidades, sobres su número, ni peor aún sobre su futura manifestación

    El hombre debe prepararse, debe esforzarse para salir de esta cerrazón, sólo cuando esto suceda podrá constatar si Dios existe. Entonces, penderá ya no del hombre sino de la libertad abismal del ser y del Dios, el que uno y otro hagan usanza del ofrecimiento del hombre, y de ese modo, aparezca o se retire definitivamente el Dios.

    El ser, pues, permanece en vela, a la expectación de que el hombre emprenda la senda descrita y convierta al lenguaje en su morada. Se deja en claro que si el hombre no lo realiza el “ser” y “Dios” no aparecerán nunca, estos dependen totalmente del hombre, que este escuche la resonancia del ser que está olvidado.

    El calificativo último, mantiene abierto el asunto, de la existencia o no de Dios, de su aparición o de su negación, de si será un único Dios mono, de un Dios que será absolutamente todo o si serán multiplicidad de Dioses. Como dice Otto Poggeler: “EL último Dios que no es el último de una serie, sino aquel que se muestra [hace su rara seña] de cara a una frontera irrebasable, e inserta así la esencia de lo divino en una experiencia única”[27] De ahí que no se puede decir nada sobre la naturaleza de aquel Dios.

    Pero cual es la seña de los dioses, ¿Cómo hablan los dioses? […] Por signos; que desde antigua tal es la palabra de los dioses[28]. El hombre debe estar en vigilancia, atento, despierto, en una sola palabra: debe atenerse a la voz del ser que se rehúsa a presentarse porque se lo ha olvidado y esto debe hacerlo permaneciendo en silencio porque esta es la manera de escuchar la voz silenciada del ser y las señas indirectas de Dios. Por tanto, el hombre debe abstenerse de utilizar su mirada objetivizante que lo abarca todo y lo entifica, debe guardar silencio y ser guardián del silencio, para que se escuche el rehusamiento del ser y posteriormente pueda darse la verdad del ser, y en el mismo silencio generado se deje oír el paso del último Dios. Estas son las señas de Dios.

    Si el hombre ha olvidado al ser, Dios no puede manifestarse, asomarse a la puerta del mundo, ni siquiera hacer su seña directamente. En el acontecer de la seña viene el ser mismo a su madurez, que es estar dispuesto a devenir un fruto y una donación[29].

    Solamente desde el Ereignis es posible el paso de los dioses y el comienzo de la nueva era:
    Ereignis es el acaecimiento apropiador (Ereignung), que sobreviene en la necesidad desde la cual los dioses urgen del ser y desde ésta el ser precisa del hombre para la fundación de la verdad que le es propia y así acontece el entre; el acaecimiento apropiador del Hombre por los Dioses y la apropiación de los Dioses de sí mismo deviene Ereignis[30].

    De este texto se desprende que el Dasein es el único medio entre los entes intramundanos que puede ser utilizado por el ser y por los dioses para que ellos mismo se revelen. El ser es utilizado y es apropiado por los mismos. Mientras que el hombre no se decida a Ek-sistir, el ser y los dioses estarán siempre en el olvido, aunque su voz resuene con baja frecuencia. Si esto no sucede el “ser” seguirá siendo el ser del ente y Dios seguirá siendo el fundamento y el creador de todo lo real y su misma naturaleza infundada. En definitiva si el Dasein no Ek-siste la historia de la humanidad seguirá estando dominada por la onto-teología.

    Heidegger dice: ¿Cuán alejado de nosotros está el Dios, aquel que nos nombra como fundadores y creadores?[31]. Dios también se rehúsa a aparecer porque el marco en el que podría manifestarse se rehúsa a acontecer. Su cercanía resuena cuando en medio del olvido del ser, éste resuena como lo olvidado en la experiencia de la necesidad, surgida a través del desamparo que sufre el ser en el ente. Esta lejanía, sin embargo, s sobre todo la más vasta y para el hombre la primera cercanía al Dios[32].

    Los únicos capaces de rastrear la huída de los dioses son los poetas, pues ellos están expuestos a los rayos de Dios, ellos son los primeros y los únicos de darse cuenta del abismo en el que ha caído el mundo. La relación existente entre Dios, el ser y la poesía exige la sacralización del lenguaje sobre el ser, si esto no se cumple se presenta la prohibición de mentar lo sagrado ya que en cuanto lo sagrado se hace palabra su esencia más intima tambalea. Aquí entra la influencia de la mística[33]. Si la dinámica comunicativa de Dios está siempre marcada por un retraimiento[34], de ahí que nada puede decirse acerca de la ousía divina, como diría el mismo Dionisio: “Dios no es sustancia, ni eternidad, ni tiempo, no es objeto de contacto intelectual, no es ciencia, no es verdad ni sabiduría, no es ni uno, ni unidad, ni bondad y principalmente no es ninguna de las cosas que son y que no son”[35] Es menester guardarse de toda palabra y promover el silencio para escuchar la voz de los poetas que con su lenguaje sacro nos desvelen “algo” de este fenómeno y del compromiso humano con él mismo.

    Quede como interrogantes al final de escrutar las indagaciones de Heidegger lo siguiente: ¿Habrá algún hombre que escuche el ¡auxilio! del ser y de Dios? ¿Habrá algún hombre que pueda soportar la lejanía de Dios? ¿Cuándo habrá hombres que se decidan a precursar la verdad del ser y el paso del último Dios? ¿Habrá algún poeta o algún místico? Si esto no sucede, si no hay precursamiento, y si su voz no es escuchada en la noche oscura del mundo, Dios desaparecerá y su señal habría sido fútil.
    Rafael Gonzalo Jiménez

  5. #5
    Forero Graduado
    Fecha de ingreso
    18 sep, 03
    Ubicación
    Alcalá de Henares
    Mensajes
    527

    Thumbs up Literatura filosófica (IV)

    Para concluir regístrese que Heidegger mantiene hasta el final la distinción entre el Dios de la teología, el del ente crucificado y el que pueda aparecer a partir de la iluminación del ser. Cerró por completo los caminos para encontrar a Dios en la filosofía, rechazó las pruebas de la existencia de Dios, pues demostrar que él existe es matarlo; y diferenció la poesía de todo discurso racional.

    Lo que ahora conviene pensar es si lo que ha profetizado Heidegger se ha cumplido, o bien si otras perspectivas la han superado y corregido. Nótese que nunca logró formular la pregunta por el ser que tanto ansiaba, aún más, nunca obtuvo una respuesta sobre él; la tan preludiada superación de la metafísica tampoco se dio, ni tampoco el inicio de la época del pensamiento tautológico[36]. Ahora bien, valdría preguntarse con Martín y después de él: ¿EL cristianismo es totalmente contradictorio con respecto a la filosofía? ¿La fe y la razón son absolutamente antagónicas? ¿Es verdad que Dios o los dioses han huido o estuvieron y siguen estando presentes? ¿Es posible caminar desde el ser a Dios, o más bien lo contrario? Dicho esto, recuérdese siempre, que ni una ni otra son alternativas que se elijan como en un simple juego de niños, pues el hombre no es libre de tener un Dios o de no tenerlo, de poseerlo o de perderlo, de hacerlo alejar o llamarlo al encuentro, como tampoco es libre de seguir o no el camino de la filosofía. En ambos casos es la vocación la que disipa el problema, la fuerza del destino individual.

    LAS TRABAS DEL DIOS HEIDEGGERIANO

    Ya se dijo reiteradamente que el acontecimiento de la verdad del ser y del paso del último Dios lo prepara el hombre, pues éste debe decidirse a ek-sistir[37] para que estos acontecimientos puedan hacerse posibles. Así mismo sólo desde la verdad del ser, que permite que el ser del ente deje de ser la mera entidad para que pueda aparecer ante el hombre como lo que es, siendo asilo de incalculables posibilidades, entre ellas lo sagrado, puede aparecer Dios. Dios pues, no es el que decide cuando sucederá o no este suceso, él no tiene la capacidad de hacer emerger la verdad del ser y prueba contundente de ello es que hasta el día de hoy, el ser no se ha manifestado para permitir que surja lo sagrado, lo divino y el paso del último Dios. ¿Dios depende de la iluminación del ser y del hombre? ¿Cómo es posible que Dios necesite de “otros” para revelarse?

    - Dios no puede salvar al hombre, puesto que para que “su simple aparecimiento” necesita del actuar del hombre

    - Dios no puede aparecer, revelarse, manifestarse, no puede volverse fenómeno e interpelar al hombre por sí mismo, está supeditado a la vigilancia y precursamiento del hombre y a la yección del ser en el hombre y en los entes. Para que esto suceda depende de otros sucesos, de unas condiciones que ni siquiera él debe cumplir, sino que otros “deben o no” llevarlas a efecto. Sus señas de igual manera son indirectas, su voz, su llamado, es la voz mitigada del ser.

    - Dios no puede doblegar el destino de la historia, porque este destino pertenece al ser y de él depende, aún más depende del hombre, si este no existe como Da-sein, los viejos errores de la historia jamás desaparecerán y la nueva etapa a la que la humanidad está destinada no empezará nunca.

    - Dios es preso de la historia, sólo puede manifestarse en el instante en el que se cruzan el hombre y el ser, instante en el que comienza la nueva edad, el período del pensamiento tautológico.

    - Dios no puede redimir la historia, sólo la verdad del ser preparada por el hombre puede hacerlo, él no puede salvar al mundo de la noche oscura y sacarlo del gran abismo, sólo los poetas pueden hacerlo.

    - Este Dios, no puede manifestarse directamente al hombre, no tiene palabras para hacerlo, ni gestos; su voz es el silencio, pero este no exclama su grandiosidad, este silencio no es palabra, ni tan siquiera es su silencio, es del ser, del rehusamiento del ser.



    El “dios de Heidegger” no es Dios. Tan cierta es su afirmación recogida en Identidad y Diferencia cuando se refiere a la inutilidad de las oraciones, sacrificios, cantos, danzas del temor y reverencia ofrecidas al Dios Causa Sui como la ineficacia e insuficiencia de cualquier acción de estas ante este dios que se revelará en la iluminación de la verdad del ser.

    Pues ¿Es posible alabar, dar gracias, pedir perdón y suplicar a un Dios que está ausente y no puede por sus propios medios hacerse presente? ¿¿Es posible hundirse en la desesperación por haber ofendido a Dios, es posible guardarle temor y respeto a un Dios que depende del hombre para mostrarse? ¿Es posible caer de rodillas elevando súplicas de ayuda y si es preciso derramando lágrimas de amparo a un Dios preso de la historia, incompetente al momento de cambiar el rumbo de la historia? ¿Cómo es posible tocar con maestría instrumentos, alzar con majestuosidad cánticos inspirados y bailar desarrollando coreografías totalmente exactas a un Dios que no sea capaz de revelarse por sí mismo? ¿Es posible crear una serie de artificios para reunir miles de hombres que sigan a Dios, que lo imiten, si no se sabe que hay que imitar de él? ¿Es posible hablar y utilizar discurso altivos sobre él, si precisamente el no puede decir ninguna palabra? ¿Es posible construir grandes edificaciones para su morada si sólo a unos pocos puede hacer señas indirectas? ¿Es coherente confiar la salvación del hombre a un Dios que el hombre mismo debe redimir?. Seguramente éste no sea Dios, y sean fallidas las proporciones de Heidegger acerca de él, más que las de la teología acerca del Dios creador, pues ésta no sólo presenta claramente el error sino que además produce burla y lástima, burla porque es una necedad que algo sea Dios pero que necesite del hombre para salvarse y lástima porque si existe este ser, que pena que no pueda revelarse.

    Quizás este Dios, no lo sea, tal vez no exista, y sea imposible danzar, rezar, cantar, alabar o caer de rodillas. Seguramente esto sea así. Esta es la impresión final que deja la lectura de Heidegger, un hombre al que no se le niega su actitud: el poner de relieve el destino del hombre bajo la égida del ser y le mantenga así en actitud de apertura frente a Dios[38], en un tiempo sin referencias trascendentales y dominado por la ausencia de Dios.

    No obstante y con mayor importancia, dígase por y en contra de Heidegger que innegablemente la pugna entre fe y razón, entre teología y filosofía, ha marcado la historia de la humanidad. En ciertas ocasiones la primera se ha sobrepuesto por encima de la teología, en otras ocasiones ha sido la filosofía la sirvienta de la fe.


    Sin embargo, se ha llegado a entender que no se contraponen, no son antagónicas sino que siendo como lo dice Juan Pablo II en la Fides et Ratio, las dos alas que permiten al espíritu humano elevarse hacia la contemplación de la verdad, se complementan la una a la otra.
    Rafael Gonzalo Jiménez

  6. #6
    Forero Graduado
    Fecha de ingreso
    18 sep, 03
    Ubicación
    Alcalá de Henares
    Mensajes
    527

    Thumbs up Literatura filosófica (V)

    No se niega en absoluto su diferencia, ya lo anota Santo Tomás: Se distinguen por su objeto y por su origen. El objeto de la razón es una proposición que se ve con evidencia el de la fe una proposición que no se ve con evidencia. El origen del saber es la inteligencia, el de la fe la autoridad de Dios que se revela. La teología es la síntesis de la razón y de la fe, su fin es penetrar intelectualmente las doctrinas de la revelación: La fe no suprime la razón sino que la supone[39]. Es criticada entonces la postura de Heidegger en este aspecto, pues se entiende que por la fe en Dios el hombre hace lo más razonable. La existencia de Dios no es primero racionalmente probada o demostrada y luego creída, cosa que garantizaría la racionalidad de la fe en Dios, antes bien, se trata de una racionalidad que no siendo externa es interna, capaz de proporcionar una certidumbre fundamental, en la aventura de confiar en la realidad de Dios el hombre experimenta, pese a todas las acometidas de la duda, la racionalidad de su confianza.

    El problema de Dios no es objeto sólo de la razón o de la fe, sino del hombre entero, existente y concreto, no es una afirmación que se da de una vez para siempre sino que siempre se renueva. La fe en Dios jamás está asegurada contra el ateísmo pero tampoco inmunizada frente a las crisis por argumentos racionales invulnerables a todo ataque. De ahí que Heidegger se haya equivocado: Separó fe y razón, hizo diferencia entre el Dios ente supremo y creador y el Dios, ente crucificado, preparando así el camino a algo que no es Dios. Rechazó al Dios de la razón y al Dios de la fe. Tal vez si hubiese purificado la idea que tiene el hombre de Dios (como causa sui y como ente crucificado) y no eliminado a Dios mismo, lo hubiese encontrado y no se hubiera extraviado en un laberinto sin salida. La filosofía no debe callar ante el problema de Dios, no es totalmente inhábil.

    No debe existir oposición entre fe y razón, pues en el drama de su oposición se han desarticulado y damnificado una ante la otra. El camino individualista de la razón la conduce a pseudo-cuestiones haciéndole perder su meta final, la fe privada de la razón se queda en el mero sentimentalismo corriendo el riesgo de convertirse en simple subjetivismo. Como se dice en la Fides et Ratio: A la parresía de la fe debe corresponder la audacia de la razón.

    No olvídese nunca las palabras de Agustín de Hipona: “El mismo acto de fe no es otra cosa que el pensar con el asentimiento de la voluntad […] Todo el que cree, piensa; piensa creyendo y cree pensando[…] Porque la fe, si lo que se cree no se piensa, es nula” [40]

    Dios no se esconde, se muestra, Cristo es la expresión máxima de la revelación de Dios, de la participación del hombre en la vida de Dios. La manera precisa de acceder a éste maravilloso misterio es la fe, pero un medio para hacerlo entendible y accesible es la interpretación y explicación que desde la razón se haga.

    Nótese también que la falsedad no radica en la perspectiva desde la que se hable de Dios (teología, filosofía o experiencia de fe) sino que está en las implicaciones, rasgos y connotaciones que tenga ese “dios”. El verdadero Dios revelado en la tradición cristiana, sigue siendo Él mismo, su poder e infinitud siempre igual, a pesar de ser estudiado desde diferentes ámbitos, la diferencia entre uno y otro ámbito, es que en la filosofía es estudiado mientras que en la experiencia de fe es vivido. Sería un dios falso e inaceptable si las concepciones fuesen contradictorias y opuestas. En la teología cristiana y en la forma que se lo experimenta asiduamente no hay contradicciones: Dios es el ente supremo, cada ser humano es una criatura, en la oración y en el estudio metafísico así es concebido. Dios crea de la nada, ésta es la concepción del filósofo, para el hombre religioso Dios es el creador de todo porque en la Escritura ÉL mismo lo afirma. Entonces ¿Hay contradicción y oposición? De ninguna forma. Lo que el más insospechado hombre pueda experimentar de Dios en su oración diaria no contradice las afirmaciones del sincero teólogo y filósofo que intenta confirmar y señalar, más no demostrar la existencia de Dios.

    Heidegger supo realizar una buena reflexión sobre la diferencia abismal que hay entre el dios del fideísmo y el dios de la metafísica, sin embargo, no se percató que lo falso no era esencialmente la naturaleza de Dios, sino la idea que se tiene de él. Heidegger quiso destruir la idea errónea que la humanidad tenía de Dios, para descubrir al verdadero, pero terminó abriéndole el camino a un dios creado por su sistema y que en consecuencia sería un imposible. Aquel dios, se equipararía al dios de la onto-teología, un dios al que es imposible rezar y adorar porque precisa de nuestra acción para salvarse a sí mismo.

    Ya con el título se ha dicho todo, el asunto de Dios no está ausente en el sistema Heideggeriano, su idea marca cada paso que él da. Su propósito de renovación y purificación con referencia a este tema, lo indujo inexcusablemente a ciertas contradicciones que terminaron en el deicidio. La espera de Dios de la forma como la concibe Heidegger es tal vez la forma más capciosa del más profundo ateísmo.

    Cómo nunca vislumbró la verdad del ser, nunca avistó a Dios. Su espera lo llevó a concebir la idea de un Dios que en realidad no lo es. Trivializó tanto el concepto de ser, que el mismo lo llevó a afirmar indirectamente la inexistencia de Dios, aunque su búsqueda religiosa afirmase lo contrario.

    El error radica en su misma denuncia: La universalidad del ser, su indefinibilidad y su evidencia. Creyó que el ser, era una realidad fuera del ente, algo indeterminado y abstracto, ¿Cómo concebir el ser sin el ente? No es a partir del ente que entendemos el concepto de ser. ¿Cómo pensar la vida sin un ser viviente? Si hubiese buscado el ser a partir de la consideración del ser del dasein o del ser de Dios, tal vez habría encontrado una solución.

    Sin darse cuenta, el inocente y tardío Heidegger logró de cierta manera realizar lo profetizado por aquél hombre a quien admiró con demasía, Nietzsche, pero culminó su existencia ilógicamente un 26 de mayo de 1976, a los ochenta y siete años con una ceremonia católica presidida por su sobrino sacerdote en el cementerio católico de Messkirch, por expresa voluntad suya.

    Tras mutilar en vida la idea de Dios, muy seguramente la muerte fue su vuelta final a la fe inicial, el paso, con el que haya logrado alcanzar la cúspide feliz de su infatigable búsqueda del ser en un encuentro concluyente con el Ser supremo y fuente del ser.

    Tanta referencia a la filosofía de la muerte sería quizás el esfuerzo por hacer triunfar a la misma y a sus promesas del más allá, por hacer triunfar a Dios, Señor de la muerte. “Más esto no lo sabemos”

    --------------------------------------------------------------------------------

    [1] Botero Uribe. Martín Heidegger, la filosofía del regreso a casa. Bogotá: Asociación editorial buena semilla, 2004. p. 17

    [2] Kung, H. ¿Existe Dios? Respuesta al problema de Dios en nuestro tiempo. Madrid: Cristiandad, 1979. p. 668

    [3] Ibid., p. 678

    [4] Heidegger, M. Entrevista, la revisión partidaria. 1948. p. 511

    [5] Kung, H. ¿Existe Dios? Respuesta al problema de Dios en nuestro tiempo. Madrid: Cristiandad, 1979. p. 680

    [6] Heidegger, M. Ensayos y conferencias. Barcelona: Orbis 1989. p. 96
    Rafael Gonzalo Jiménez

  7. #7
    Forero Graduado
    Fecha de ingreso
    18 sep, 03
    Ubicación
    Alcalá de Henares
    Mensajes
    527

    Thumbs up Literatura filosófica (VI)

    [7] Cfr. Sartre, J.P. El existencialismo es un humanismo. Barcelona: Orbis. 1984. p. 57

    [8] Urdanoz, T. Historia de la filosofía, T. VI. p. 579

    [9] Alfaro, J. De la cuestión del hombre a la cuestión de Dios. Salamanca: Sígueme, 1997. p. 72

    [10] Durante este período que va desde 1933 hasta su muerte, Heidegger vuelve al tema del ser, pero de manera un tanto diferente. Sus reflexiones harán eco en el pensamiento del ser, en preparar el camino para una válida y correcta fundamentación del ser.

    [11] Carrasco Pirard, E. “Heidegger y el Cristianismo”. En: Revista de Filosofía de Chile. Vol. 60, 2004. p. 34

    [12] Heidegger, M. Identidad y diferencia. Edición bilingüe. Barcelona: Antropos, 1988. p. 153.

    [13] Ibid., p. 153

    [14] Heidegger, M. Sendas Pérdidas. Madrid: Taurus, 1979. p. 78.

    [15] 1 Cor. 1, 19-20.

    [16] Heidegger, m. Nietzsche I. Barcelona: Destino, 2000. p. 21.

    [17] Heidegger, M. Ensayos y conferencias. Barcelona: Orbis, 1989. p. 74

    [18] Estrada, J. Dios en las tradicionesfilosóficas, 1 aporías y problema de la teología natural. Madrid: Trotta, 1994.p. 147

    [19] Carrasco Pirard, E. “Heidegger y el Cristianismo”. En: Revista de Filosofía de Chile. Vol. 60, 2004.p. 41

    [20] Heidegger, M. Sendas Pérdidas. Madrid: Taurus, 1979. p. 65-66

    [21] Heidegger, m. Nietzsche II. . Barcelona: Destino, 2000. pág. 245

    [22] Heidegger, M. Introducción a la Metafísica. Madrid: ODOS, 1979. p. 9.

    [23] Cfr. Heidegger, M. Contribuciones a la Filosofía sobre el evento apropiante. Barcelona: Destino. 2002. p. 9

    [24] Heidegger, M. Contribuciones a la Filosofía sobre el evento apropiante. Barcelona: Destino. 2002. p. 145

    [25] El nombre completo de la obra es: Beitrage Zur Philosophie – Vom Ereignis, que traduce Contribuciones a la filosofía, sobre el evento apropiante. Friedrich von Herrmann, sostiene que la articulación de este proyecto tendría como inicio los años treinta, más se editaría como obra póstuma en 1989.

    [26] Heidegger, M. Carta sobre el Humanismo. Madrid: Taurus, 1959. p. 51

    [27] Cfr. Vattimo, G. Introducción al pensamiento de Heidegger. Barcelona: Gedisa, 2000. p. 468

    [28] Heidegger, M. Hölderlin y la esencia de la poesía. p. Barcelona: Anthropos. 1989. p. 36

    [29] Heidegger, M. Contribuciones a la Filosofía sobre el evento apropiante. Barcelona: Destino. 2002. p. 410

    [30] Ibid., p. 313.

    [31] Ibid., p. 435

    [32] Ibid., p. 321

    [33] Hacemos referencia a Dionisio el Aeropagita y al Maestro Eckart.

    [34] Recuérdese que Kart Barth sostenía que la revelación de Dios era al mismo tiempo, encubrimiento-descubrimiento.

    [35] Teología mística, 1997, p. 406.

    [36] Pensamiento parmenidiano, que identifica al ser como ser y no como ser del ente.

    [37] Este término con Heidegger adquiere una nueva significación, ya no será aquel movimiento de apertura hacia las cosas, sino que representa el momento en el que el hombre se convierte en espacio e instante de revelación del ser y del paso del último Dios. Ek-sistir, es apropiarse del papel de Pastor del ser.

    [38] Girardi, G. El ateismo contemporáneo II : El ateísmo en la filosofía contemporánea, corrientes y pensadores. . Madrid: Cristiandad, 1971. p. 327.

    [39] Cfr. Fisch, J. Manual de historia de la filosofía. Barcelona. Herder. 1997. p. 188

    [40] La predestinación de los Santos, 2, 5: PL. 44, 963.
    Rafael Gonzalo Jiménez

  8. #8
    Forero Graduado
    Fecha de ingreso
    18 sep, 03
    Ubicación
    Alcalá de Henares
    Mensajes
    527

    Thumbs up Mi respuesta

    Respuesta

    El artículo es totalmente correcto desde un punto de vista ontológico y filosófico,pero yo enfoco la divinidad desde un punto de vista físico,al identificarlo con el universo,y en el cristianismo distingo:1)el Jesús histórico,absolutamente desconocido,pues la historia sólo me da pie para creer que fue hijo primogénito de una viuda,cuyo primer esposo fue crucificado por rebelde contra los romanos;tuvo otros cuatro hermanos,y dos o tres hermanas;un hermano,Judas,fundador de los zelotes y crucificado,como su tío,por rebelde contra los romanos;otro hermano,Simón,decapitado en el foro romano por heroico defensor de Jerusalén durante la II guerra judaica contra los romanos,para mí el San Pedro del catolicismo,enterrado en el Vaticano;y un tercer hermano,Santiago,jefe del cristianismo nazareno desde que fue lapidado Jesús,jefe del cristianismo para San Pablo,con el que consultaba especialmente si los conversos no judíos debían circuncidarse;lapidado como su hermano Jesús.
    El Jesús histórico no tiene pues nada que ver con el neotestamentario o bíblico:posible esenio laico,predicó la inminente llegada del Mesías para redimir a su pueblo de los romanos;posiblemente contagió ese mesianismo con predicaciones éticas,pero no me consta.Fue pues lapidado tras sentencia del Sanedrín,y Poncio Pilato sólo intervino para dar el placet reglamentario.
    Las predicaciones de Jesús no trascendieron en levantamientos de masas contra los romanos,y los judíos helenistas le transformaron en Mesías (Cristo).Y esta transformación sí tuvo por resultado dos guerras contra Roma,más otro levantamiento que algunos historiadores llaman también guerra.Vencidos al final de la que yo llamo II guerra contra los romanos,los vencedores arrasan Jerusalén,y todos los supervivientes,excepto precisamente los cristianos nazarenos,fueron vendidos como esclavos,u obligados a expatriarse.Pero la mayoaría había muerto en las dos o tres guerras que he citado.
    La no venida de Cristo provocó la pérdida de fe de los judíos helenistas en Cristo (Mesías),y comenzó un cristianismo de no circuncidados,de gentiles.
    Cristo pues no ha existido históricamente;es simple nombre del Mesías judío.
    No voy a resumirte la historia del cristianismo hasta Constantino,pero por influencia de su madre influyó,con dádivas y banquetes,a que el Cristo de los judíos se trasformara en Dios,segunda Persona de la Trinidad,con María Madre de Dios (supongo que del Padre,del Hijo y del Espíritu Santo,este último invento de los fariseos que aconsejaban a Salomón,como explicación del espíritu que revoloteaba sobre las aguas al principio del Génesis).
    No es pues la filosofía,y menos la ontología,quienes tienen que explicar el cristianismo.El tomismo,teoría;las teologías,creencias.
    Rafael Gonzalo Jiménez

Permisos de publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder temas
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes
  •