No es lo mismo ser bueno, que ser incapaz de ser malo.

No es lo mismo ser pacífico, que ser cobarde.

No es lo mismo ser casto, que ser impotente o reprimido.

No es lo mismo ser creyente, que "practicar" algunos ritos religiosos.

No es lo mismo ser patriota, que odiar a los extranjeros.

No es lo mismo ser humilde, que ser incapaz de valorarte a ti mismo.

No es lo mismo perdonar, que dejarte pisotear, incapaz de defenderte.

No es lo mismo ser generoso, que dar una limosna para sentirte bueno.

No es lo mismo ser adultamente libre, que ser adolescentemente rebelde.

No es lo mismo vivir con libertad tu sexualidad, que ser esclavo de tus "instintos".

No es lo mismo amar a tus padres, que necesitarlos cuando ya no los necesitas.

No es lo mismo estar al servicio del prójimo, que servirte del prójimo para parecer virtuoso.

No es lo mismo creer en Dios, que es la verdad, que sentirte dueño de la verdad y Dios para juzgar y condenar a los otros.