En la sala de emergencias de un hospital finlandés, un hombre yacía sobre la mesa de operaciones mientras los cirujanos trabajaban para reimplantarle la mano que había perdido horas antes, mientras hachaba troncos.

Pocos milagros médicos son tan vívidos e inmediatos como este: conforme se iban suturando los diminutos vasos sanguíneos, la mano del paciente pasaba del color porcelana al rosado. Los delicados tendones de la palma revivían y el aspecto vítreo de la piel se suavizaba.

La suerte de este hombre había dado un giro sorprendente, como también la de la doctora María Siemionow, residente de cirugía que colaboró en la operación. Siemionow nació en Polonia y estudió en Finlandia y los Estados Unidos. "Nunca olvidaré ese día", dijo.

Treinta años después, la microcirugía es una maravilla habitual y, como directora de investigación en cirugía plástica de la Clínica Cleveland, Siemionow, de 55 años, es una reconocida profesional.

Pero la carrera que comenzó en un hospital de Helsinki la ha llevado a una instancia extraordinaria. Un equipo que ella lidera planea realizar el procedimiento médico más impresionante de las últimas décadas: un transplante de cara. Y están buscando al primer paciente.

Nadie sabe cómo viven las personas cuyos rostros han quedado desfigurados por quemaduras, accidentes, enfermedades o defectos de nacimiento. En el caso de estos pacientes, poco es lo que los médicos pueden hacer para devolverles un aspecto normal.

Los cirujanos plásticos suelen recomponer la superficie del rostro dañado con piel de la espalda, las nalgas o los muslos de las víctimas. Los pacientes pueden necesitar hasta 50 operaciones para recuperar una parte limitada de sus funciones, y los resultados no siempre son buenos.

El transplante de cara es teóricamente posible desde 1999, cuando los cirujanos de la Universidad de Louisville realizaron el primer transplante de mano del país. Esta operación ha sido repetida unas dos docenas de veces, y la experiencia le ha dado a los cirujanos el valor de pensar lo impensable.

Las dificultades médicas para el transplante de cara son enormes. En opinión de Siemionow, la serie de operaciones requerirá la intervención de equipos rotativos de especialistas que quizá trabajen en más de un quirófano a la vez. La cara que se trasplantará será extraída de un cadáver; muy probablemente incluirá la epidermis, con la grasa, los nervios y los vasos sanguíneos que están debajo, pero no la musculatura.

Estos procedimientos llevarán 15 horas, quizá más.

Y los meses posteriores serán aún más difíciles. Los pacientes que reciben un transplante de órganos deben tomar drogas de por vida para evitar rechazos. La piel extraña provoca una fuerte respuesta inmunológica del cuerpo, más que un hígado o un riñón transplantados.

Pese a la cantidad de investigaciones realizadas, el riesgo que correrán los primeros pacientes de la doctora Siemionow es muy grande, y la operación, un salto al vacío..........................