Viajé millones de kilómetros,
millones de sueños,millones de noches;
viajé y viajé por cada rincón de mi universo,
a la búsqueda del paraíso que
en la niñez me fue prometido
por las hadas de la vida.

Con un grito sordo y doloroso
caminé por mis días,
a la búsqueda de aquel lugar del que,
sin saber siquiera si existía,
llevaba su aroma de luz en mi alma.

Y aquel día sencillo y cotidiano,
aquel día humilde y claro,
aquel día tan como cualquier otro,
supe para siempre que el paraíso
no es sino mi corazón
cuando lo bañan tus ojos tranquilos.

Sir Yako Archibald


Un besazo
Nekkar