Llora sobre mi hombro,
Niña querida,
Deja que tu llanto cure la herida
Y déjame entrar en tu vida para sanar ese corazón.
Corazón de oro,
Ojos de piedra negra,
Manos de fina tela
Y voz de bonito color,
Déjame entrar en tu vida,
Niña querida,
Que no quiero hacerte daño,
Sino amarte hasta ya no poder más,
Que te quiero y es a diario,
No te dejo de pensar.
Déjame niña querida,
Darte un manto protector,
Para ese enorme motor que llamas corazón,
Para que no se rompa,
Y que no lo corrompan
Ni con envidia ni con maldad,
Que tu no conoces eso,
Solo sabes amar.
Niña querida,
No llores más,
Que tu llanto me mata lento,
Me duele tu dolor,
Que es como una daga que me recorre el cuerpo por cada rincón.
Niña querida,
No derrames más de esas gotas circulares de cristal,
Que no vale la pena llorar por quien no sabe apreciar un amor tan puro,
Tan bello y seguro,
Como el tuyo.
Niña querida,
Aquí me tienes en tu puerta,
Esperando el dia en que quieras amar,
Con el firme proposito de tu corazón sanar,
Sin prisas ni presión,
Que tendrás toda la vida mi amor.
No cierres tus ojos,
No reprimas tu amor infinito,
Que no todos somos así,
Hay unos que saben amar,
No tanto como tu,
Pero lo intentamos,
Tomando de excusa cariño sin estragos.
Niña querida,
Déjame sanar tú herida con palabras de amor,
Enseñándote qué es lo que soy,
Mostrándote lo débil que soy a ti.
Déjame entrar en tu mundo de vivos matices,
En tus juegos infantiles,
En tu juego de amor,
Querida niña,
Aquí estoy.
Para Sibila Vane con todo mi amor:
Erick
Marcadores