La culpa fue mía,
con la voluntad anulada,
ciego sin ver lo que perdía;
ahora a beber y olvidar,
a pagar la deuda,
a bajar al pulgatorio,
a beber orina del unicornio
y a tirar de la cuerda de tu recuerdo,
cada mes al menos una vez,
a ponerme blandito y llorar por todo,
a cagarme en dios,
y a maldecir en arameo
a mi ángel de la guarda,
al ratoncito Pérez,
al hijo pródigo.
Le robe la guitarra a la cigarra
cuando dormía, con nocturnidad
y alevosía,
me compadezco de Judas,
hambrientos sus hijos como demonios,
me dan ganas de ahorcarme
con la cuerda de la campana de San Antonio,
Naufrago por las calles,
cada esquina es una ola que llega fuerte,
fresca, es un recuerdo,
y me pierdo, me pierdo, me pierdo.


Tonetxo