El que muchos consideran el hermano menor de los cuatro Grand Slams vive días de fiesta. La temporada 2005 para el Abierto de Australia, el único torneo de los grandes que se disputa en el hemisferio sur, marcará un hito especial: se cumplen cien años de la realización del primer torneo.

Poco habrán imaginado aquellos 17 inscriptos en 1905, en el país que alguna vez fue la cárcel de Inglaterra, que el campeonato de Australasia, diseñado como plataforma para designar al equipo de la Copa Davis, sería el puntapié inicial de lo que hoy es una empresa que convoca más de 500.000 personas durante dos semanas, factura millones y pretende convertirse en el certamen más importante de Oceanía y Asia.

La final de ese primer torneo, disputada en Melbourne, en una cancha de cricket -el deporte favorito de los británicos- entre Rodney Heath, el campeón, y Arthur Curtis, fue presenciada por 5000 personas. Las sedes se hicieron rotativa, y así el torneo pasó por Sydney, Melbourne, Adelaida, Brisbane y Perth, y un par de veces (1906 y 1912) se mudó a Nueva Zelanda; incluso, en 1909, la prueba se disputó en... el zoológico de Perth.

Después de un parate por la Primera Guerra Mundial, el Abierto de Australia, como se lo conoce hoy, recibió ese nombre en 1927, dos años después de la creación de la competencia femenina y un año antes de que se produjera la primera participación de un extranjero: el francés Jean Borotra. La hoy prueba centenaria se jugaba en Sydney y el paso de Borotra despertó la inquietud para invitar a jugadores de otras naciones.

Tras la Segunda Guerra sobrevendría un notable dominio local, con una generación en la que brillaban Rod Laver, Roy Emerson, Margaret Smith Court y John Newcombe, el ganador más joven y el más veterano: fue campeón a los 18 años, en 1953, y a los 37, en 1972.

Pero Australia, sobre todo a partir del comienzo de la era abierta, en 1968, debió luchar para atraer a las figuras que se negaban a abandonar los circuitos de Europa y Estados Unidos para arriesgarse en un largo viaje al césped del Kooyong, en los suburbios de Melbourne, convertido en sede oficial en 1972. Allí fue donde Guillermo Vilas se consagró campeón, en 1978 y 1979.

Con una sede que se hacía pequeña para recibir a un deporte en plena expansión mundial, Australia decidió cambiar y en 1988 se mudó a un complejo en el Flinders Park (hoy, Melbourne Park), con capacidad para 15.000 espectadores sentados y una nueva superficie de diseño local: el rebound ace, una pista sintética recubierta de goma, de velocidad semirrápida. A partir de entonces, el Abierto de Australia se recuperó y cobró más trascendencia; hoy, con cifras para el asombro, está listo para festejar un siglo enmarcado por la leyenda.

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