Medita bien en esto:
La Biblia enseña que Dios creó perfectos a nuestros primeros padres, Adán y Eva (Génesis 1:27; Deuteronomio 32:4). Los puso en un jardín paradisíaco y les dio la oportunidad de vivir para siempre. Sin embargo, debían respetar esta restricción impuesta al hombre: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás” (Génesis 2:16, 17).
Lamentablemente, ellos no pasaron aquella sencilla prueba de lealtad y obediencia, y el Creador no tuvo más remedio que sentenciarlos a muerte. “Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás.” (Génesis 3:19.)
Si Adán y Eva hubieran estado en peligro de quemarse en el infierno, ¿no les habría advertido Dios? No obstante, él ni siquiera
insinuó que sufrirían después de morir, [NI SE LO DIJO A LOS A MOISÉS, NI A LOS PROFETAS, NI REYES DE ISRAEL,ETC..]. ¿Cómo iban a sufrir si no tenían un alma inmortal que sobreviviera a la muerte? La Biblia dice claramente: “El alma que peca... ella misma morirá” (Ezequiel 18:4).
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Hechos 18:6
Davidmor se quedó calladito ...
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