Felicidad a costillas de todo.

[San nicolas]

Hoy han pasado varias cosas en mi vida y tomè este tiempo para acribillarlo entre esta computadora que de alguna manera se convierte en el unico puente que tengo ahora para decir, para intentar darme cuenta, que a pesar de todo sigo teniendo un cuerpo y que no soy del todo un fantasma.
Hay una linea entre lo dificil y lo imposible, hoy la encontrè, lamentablemente todo pasò al lado del imposible, y todo tiene algo de bueno, entre ese imposible en el que morì vi mi libertad.
Y justamente una hora despues encontrè vida entre una mirada que me hablò sin decirme nada, quizas son esos Angeles que Dios juega a ponernos como una inyeccion de ganas para seguir adelante viviendo entre esta pesadilla de la que todos queremos despertar.
Tengo la felicidad moviendose al rededor de mì, intento atraparla y encontrarla entre el sabor de una cena -que siempre olvidamos ser felices en esos momentos, olvidamos que a la misma hora hay un inocente con ganas de provar la decima parte de lo que nosotros ahora tenemos y no lo tiene- entre el aire entrando y saliendo de mi cuerpo, entre mi vista fijandose en el azul del cielo, entre tantas cosas que dan motivos para vivir y que no sentimos vivos en muchos de nuestros momentos. Tristemente mi melancolia ahora es por no encontrar esos brazos que me aferren entre su espacio y me hagan sentir el calor del cariño, del amor, de lo que solo una mujer puede dar...Pero sobreviven las ganas entre esas miradas que siguen en fuga, entre el pensamiento volando en un futuro que habla de compañia.
AntonioBM



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[El Maya]

En la fiesta de la Asencion el señor cura dio su sermon aceca de la felicidad.
Terminada la misa, uno de los oyentes se acerco al señor cura y le dijo:

-Padre, usted acaba de hablarnos muy bien de la felicidad; pero se le olvido decirnos como se encuentra.
El señor cura tuvo una ocurrencia maravillosa, y le contesto:
-La felicidad, se encuentra en la calle de la amargura, numero 115, sotano 14.
El señor siguio las indicaciones.
Alli encontro una pobre viuda con dos niños desnutridos y enfermos.
Diariamente los atendio con alimentos, medico y medicinas.
Trancurrido un mes, el señor encontro nuevamente al sacerdote y le dijo:
-Padre, ¿como le agradezco! ya se donde se encuentra la felicidad, y puedo disponer de ella cuaantas veces quiera, nunca yo he vivido tan feliz.