Mucho se ha visto a Juan Pablo II como turista mundial, celoso guardián de la fe católica. Se le ha elogiado por estas razones. Quienes lo han hecho así no se han percatado de su otro rostro: hipócrita, despótico, elitista,etc. Recientemente Juan Pablo II señaló al régimen de Hussein como "opresivo". Pero, ¿por qué no lo dijo cuando Saddam Hussein se encontraba en el poder? Sencillo, Hussein tenía en su gobierno un influyente funcionario católico, además de que Hussein permitía a los cristianos, incluyendo católicos, persistir en su fe, no como en otras partes del Medio Oriente. Me atrevo a decir más: Juan Pablo II es un sadomasoquista, admira aquellas autoridades que considera inamovibles, se les somete, siempre y cuando sean aliadas, y desprecia a aquellas autoridades que considera débiles (de ahí su odio al comunismo [aclaración: no soy comunista, rechazo la maquinaria que convierte una ideología como el marxismo en religión de estado y oprime al resto de la población en nombre de una ideología alienada y alienante], que no debe confundirse, como dijo otra persona, con demócrata, además de su falta de auténtico apoyo a los pobres.Persigue,con la maquinaria inquisitorial del neotorquemadiano Ratzinger, y movimientos adictos a su figura como Comunión y Liberación, Opus Dei y Legionarios de Cristo, a religiosos disidentes, como el arzobispo Miligo, y a teólogos disidentes, como Hans Kung, a quienes les imposibilita laborar o los reprime, con algunas tácticas semejantes a las del comunismo que él tanto criticaba. Apoya, bendice y otorga espacios de influencia dentro de la Iglesia a Comunión y Liberación, Opus Dei, Legionarios de Cristo, entre otros, para imponer su clericalismo asfixiante, su dogmatismo acrítico, su fanatismo sin medida, al pueblo. En fin, quien descubra, como yo he descubierto, el verdadero rostro de Juan Pablo II, quedará profundamente abatido y decepcionado.
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