Cierto día en las profundidades del mar, el dios Poseidón anunció el matrimonio de su hija Ariel y el príncipe del Océano Índico, y proclamó:

- Sólo un animal de la superficie del mar, que sea más fuerte, podrá ser invitado a la gran celebración.

Sebastián, el pez mensajero, fue a comunicarle al lobo marino para que asistiera a la boda, pero la estrella de mar escuchó el comunicado y quiso conocer a la princesa Ariel, por su belleza incomparable de la cual se hablaba en todo los lugares del reino.

Es así que ideó un plan para acompañar al lobo marino, sin que éste se diera cuenta. Mientras el lobo estaba preocupado por la vestimenta, la astuta estrella de mar se pegó en el lomo de éste y asistió a la boda, cumpliendo su deseo de ver a la princesa. El lobo se dio cuenta y trató de quitársela, pero todos se rieron de él.