Análisis comparativo en la novelistica de ernesto sabato.-



1.SIMBOLOGÍA EN LAS NOVELAS DE ERNESTO SÁBATO


El estudio de la obra novelística de Ernesto Sábato, tradicionalmente catalogada en tres novelas [(El túnel (1.94, Sobre héroes y tumbas (1.961) y Abaddón el exterminador(1.974)], demuestra formar un solo sistema de significación en el que se emplean los mismos códigos y se presentan similares estructuras. Como diría el propio Sábato, “todas son formas de los mismos fantasmas”.
Así pues, al analizar el conjunto de la obra de Sábato desde la perspectiva del discurso, es posible ver una seria de representaciones convertidas en signos semióticos, bien sean personajes, ideas o conceptos. Cuando se relacionan los diferentes textos de forma independiente a la perspectiva de la teoría de los géneros, es posible estudiar las semejanzas entre ellos, con lo que queda patente el hecho de que a nivel de actualización del texto, estos discursos funcionan de manera semejante, hasta tal punto , que casi podríamos decir que sus tres títulos no son sino aspectos de una sola novela, tales son sus conexiones, ya que huelga señalar que las tres forman una especie de ciclo, con personajes que transitan de uno a otro libro, ampliaciones de motivos antes presentados y reiteraciones de paradigmas y símbolos éticos. Entre éstos últimos se incluyen el carácter morbosos de la pasión amorosa; la obsesión con la ceguera física tratado como emblema de la moral; la naturaleza impenetrable y oscura del mundo; la estéril lucidez de la conciencia que solo agrava la sospecha de que la vida carece de sentido alguno; la omnipresencia del mal; el extraño lenguaje de los sueños, etc..
Por lo tanto, no es factible la total comprensión, por parte del lector, de Abbadón el exterminador sin haber leído con anterioridad Sobre héroes y tumbas y, con todo, en ésta última, Sábato, en su inclinación hacía las disgresiones, realiza una larga referencia metaliteraria a El tunel 9, donde analiza el “caso Castel”.
Por otro lado, es esencial la adhesión al surrealismo y al psicoanálisis en Sábato , ya que los usa como el camino más firme para penetrara en el misterio del mundo. Hay una fuerte unión entre el psicoanálisis y el concepto de inconsciente, porque el inconsciente sirve de mediador entre el mundo sensible y el inteligble. Y el incosnciente se puso en relación con la enfermedad nerviosa y mental (la que parecen adolecer Juan Pablo Castel, Fernando Vidal...inclusive cabría decir la familia Vidal Olmos en general).

9 Sobre héroes y tumbas, ed. Seix Barral, 2.001, en Informe sobre ciegos, capitulo XX, págs. 342 y ss.

Probablemente el texto que más corresponda a este aspecto sea Informe sobre ciegos (capítulo III de Sobre héroes y tumbas). La que más destaca, en tanto que afectó notoriamente al autor en su vida privada (todo novela guarda algo de autobiográfico) o sea la simbología de la maternidad, de la madre. Ésta aparece claramente evidente en sus textos, aunque presentada de diversas maneras, y así, el cuadro que pinta Juan Pablo Castel y que tanto llama la atención de María Iribarne, se titula “Maternidad”, y dentro del psicoanálisis, la matriz de una madre es comparada con un túnel del que, por otra parte, nunca saldrá Castel. Por tanto, al matar a María (nombre de la mujer- madre por antonomasia), el protagonista también está matando a su propia madre, y en cierta medida, a sí mismo. En Sobre héroes y tumbas la relación incestuosa entre Fernando Vidal y su hija Alejandra no resulta tan destructiva como la que mantiene ésta última con Martín de Castillo (merece señalar la similitud entre los apellidos de Juan Pablo Castel y Martín del Castillo , y aparte que para los psicoanalistas el castillo es símbolo de la madre protectora, como en la vida real y a su vez, lo fue la del propio Ernesto Sábato). Martín sabe que su madre trató de evitar que él naciera, razón por la cual la llama “madre- cloaca”, y estas referencias edípicas remiten nuevamente a El tunel, e incluso a Informe sobre ciegos, ya que Fernando sí acabó en las cloacas buonarenses...y tb hace referencia a la maternidad, representada en Alejandra.
Tanto la relación que mantienen Martín y su madre como la de Alejandra con su padre, son destructivas.
La referencia al mito de Edipo (Sófocles) es directa, y ya no solo por la relación incestuosa entre padre e hija, sino porque Fernando Vidal, una vez que ha penetrado en la verdad de su propia existencia (cap. XXXV) , pierde los ojos materiales con los que ve, para verse a así mismo, al igual que al héroe clásico. También en el capítulo V del Informe sobre ciegos, se cita uno de los sueños de Fernando, un sueño que le estuvo persiguiendo durante toda su vida. En él, se veía a sí mismo. Y se suele decir que verse a sí mismo en sueños es señal de malos augurios.
El autor de Informe sobre ciegos declara incluso que “en aquel viaje supe, como Edipo lo supo en manos de Tiresías (...)”. Hay que considerar el hecho de que Tiresías también fue uno de los ciegos míticos de la tradición grecorromana, porque había observado a Atenea desnuda, y la diosa le castigó. El tema edípico es una clave de lectura. Fernando por su propia voluntad penetra en los laberíntos de su propio destino: el incesto. La ciega que tanto le aterra en sus alucinaciones no es otra sino que la misma Alejandra, y es ahí donde reside el sentido trágico de destino del héroe. Básicamente , Fernando, quien en su locura cree firmemente en la Secta del Mal, es guiado por su propia voluntad a penetrar en el reino de lo distinto, de lo impensable para la mayoría de los hombres y mujeres, es decir, el incesto o la unión sexual entre padre e hija, en aquello que
Nietzche denomina el “uno primordial”, que es la unión del uno con el otro y con su propia naturaleza. Como en Edipo Rey de Sófocles, Edipo no tiene más remedio que seguir con su destino fatal, de la misma forma que Fernando lo declara. Por ello será asesinado por su propia hija, quien luego prenderá fuego a la casa familiar y se quemará ella misma a fin de redimir la tragedia a través del fuego purificador y eterno. No obstante, Sábato no esplicita si este acto se destina exactamente a la depuración a través del fuego después de haber sucumbido ante un amor incestuoso con su padre. El complejo de Edipo ha sido un aspecto clave en la obra se Sábato. El incesto, uno de los motivos básicos, aparece en El tunel como parte del conflicto en la relación entre Castel y María, se encuentra en la base de la tragedia de Sobre héroes y tumbas, ya que este parece ser el origen de la problemática de Alejandra quien ha tenido relaciones sexuales con su padre. A la vez, la relación de Fernando con Georgina – madre de Alejandra y prima, a su vez, de Fernando- es un reflejo de la atracción que éste sentía por su propia madre. Algo semejante le ocurre a Bruno, quien en un momento se da cuenta que su atracción por Alejandra no es más que una extensión de su amor por Georgina, y eso es justo lo mismo que le pasa a Fernando, porque Alejandra es un vivo retrato de su madre. En Abaddón no faltan tampoco las relaciones incestuosas. El complejo de Edipo y los problemas de la líbido, siendo un punto básico de la teoría freudiana, han pasado a ser herramienta de trabajo en la interpretación de los textos sabatianos.
Con todo, no queda del todo claro el porqué Alejandra mata a su padre. En realidad, obviamente cabria pensar que el móvil es el incesto y la causa la venganza, pero en ningún momento se deja translucir que se trate de una violación a Alejandra, - aunque Martín señalara en un momento dado que eran dos seres que parecía odiarse - , sino que ella lo permite. El porqué es un enigma.
Y ella no parece tener miedo, quien verdaderamente tiene miedo el Fernando (la ciega del sótano es la representación de Alejandra). Hasta es muy posible que Alejandra, harta de la situación, amenazara de muerte a su padre, ya que éste está muy convencido de que su muerte es inminente y que será de mano de “la ciega”.
Queda demostrado pues, que la imagen de la madre tiene una importancia primordial en Sábato. Esto de debe a varios motivos de la vida personal de Sábato, que poco más o menos deja translucir en el capítulo II de su libro de memorias Antes del fin (1.99: La madre de Sábato perdió a su madre con solo 8 años y a su vez, ella perdió a un hijo de 2 años de edad, Ernestito, mientras estaba embarazada de Ernesto. También el propio Sábato perdió a un hijo cuando tenía 83 u 84 años (aproximadamente en 1.994). La madre de Sábato, por tanto, estando nuevamente embarazada de él, se siente triste, afligida y sacudida por fuertes sentimientos ambivalentes ante la muerte de su otro hijo. Esto afecta al feto, pues desde e psicoanálisis se han aportado valiosos

estudios relativos a la importancia de la relación madre- hijo en la estructuración del psiquismo. Así, los vínculos con el recién nacido se mantienen, pero con sufrimiento. Lo peor es que en función de duelo, el nuevo hijo es identificado al nacer con el mismo nombre del que hacía poco había fallecido, y entonces ya no es otro el hijo que nace, sino que es el hijo que murió. Por ello una madre, así, deprimida y en relación a la natural simbiosis inicial entre madre e hijo, transforma al recién nacido en vector de sus propias ansiedades sufrientes y persecutorias. Sábato acusa a su madre de aislarlo del mundo, de convertirlo en un niño solo, que vive una especie de infancia prestada, que se siente en el mundo en sustitución de otro, porque para Sábato es como si la matriz o el seno de la madre es donde se halla la regón enigmática donde se hacen y se deshacen los destinos. Así Sábato sufría alucinaciones de pequeño, e incluso alteraciones en su conducta, como pincharles los ojos con alfileres a los pájaros y a los gatos (como Fernando Vidal) y padecía sonambulismo.
Las referencias a la maternidad, por tanto, son continuas. No es casualidad que, al principio de Sobre héroes y tumbas, Martín se sitúe en el parque Lezama justo enfrente de la estatua de Ceres, diosa de la fertilidad, y por ende, representante también de la maternidad y eso, inconscientemente, haga reflexionar a Martín sobre su madre.

Sin embargo, uno de los pasajes más cargados de simbología, es el que compone los capítulos XXXV y XXXVI de la tercera parte de Sobre héroes y tumbas, de Informe sobre ciegos, cuando Fernando Vidal, en su persecución de los ciegos pierde el conocimiento ante la visión de la ciega. Pasemos a un somero análisis del texto atendiendo a su simbología:
En cada una de las obras , cada protagonista se “transforma” en un animal, de tal suerte que Juan Pablo Castel se convierte en un pájaro en uno de sus sueños (capitulo XXII) – a lo largo de El túnel solo se relatan tres sueños, a cual más simbólico- , Fernando Vidal Olmos se transforma en pez (capítulo XXVI) y Sabato (sin acento, el alter ego del autor en Abaddón el exterminador) se metamorsea en murciélago (un animal nocturno y ciego).
En general, Sábato se refiere a los símbolos en el contexto de la tradición literaria, la herencia mítica o el conocimiento esotérico, extrayendo analogías de diversa cosmogonías y tradiciones, principalmente de la clásica helénica y la judeo- cristiana.
En el capítulo XXXVI, en primer lugar Fernando sale de una caverna guado por una relativa luminosidad opaca, una luz como de crepúsculo, “rojiza y violácea”. Para los psicoanalistas – doctrina que jamás dejó indiferente a Ernesto Sábato-, la caverna o gruta es símbolo de genitales femeninos. Hay numerosos símbolos que remiten al claustro materno y a los genitales femeninos,

como la habitación – donde encontró a la ciega, donde perdió el sentido, de donde salió hacia las cloacas- , la puerta – de la habitación anterior- y la de la estatua de páramo- y el túnel, de sobradas referencias. La imagen del crepúsculo es muy utilizada en la obra sabatiana, es un momento especial del día, que induce a la reflexión. Prácticamente todos los personajes, Bruno, Martín, Alejandra, Castel , Fernando... se mueven en esas horas del día. El crepúsculo es observado como un proceso psíquico o algún asunto de la vida que llaga a su término. En Sobre héroes y tumbas hay una breve reflexión sobre el atardecer en Buenos Aires, al igual que en Abaddón el exterminador, realizadas por Bruno y Sabato respectivamente. Da cierta sensación de que estos personajes no se mueven ni de día ni de noche, sino en los atardeceres, hacia la noche, la bruma. Es un momento intermedio que se podría llegar a relacionar con la contradicción en Sábato entre razón e intuición. Como la justa medida. O como el ocaso de la civilización. por eso viene la venida del fin de los tiempos, el apocalipsis anunciado por el ángel exterminador, por Abbadón.
De hecho, cuando Fernando alcanza el páramo donde va a encontrar a la estatua del Ojo Fosforescente (nueva alusión a la vista) parece haber encontrado la solución a problemas, el fin ansiado.
“El comienzo y el fin”.

Curiosamente, la enorme estatua es una Gran Deidad con cuerpo de mujer y su famoso “Ojo Fosforescente” no se encuentra en su cabeza, sino en el ombligo. El ombligo es una cicatriz, la marca que deja el cordón umbilical , lo que une a un recién nacido con su madre. Por lo tanto, aquí nos encontramos con dos claras referencias a la ceguera (vista- Ojo Fosforescente) y a la madre (ombligo). Dos símbolos obsesivos para Sábato, porque, como dice en su ensayo El escritor y sus fantasmas: “ La ceguera es una metáfora de las tinieblas, un descenso a los infiernos o un descenso al tenebroso mundo del inconsciente, es la vuelta a la madre o al útero, es la noche”.
También es bastante significativo que se trate de un ídolo femenino. En su significación arquetípica, la Mater se relaciona con la materia; es la diosa de la naturaleza, de las criaturas, del mundo intermedio. El cristianismo destruye el sentido negativo que puede atriburse a estas categorías para incorporarlas al impulso de la salvación. Lilith, Eva, Helena, Pandora son las figuras- símbolos que el mito antiguo presenta como desencadenantes del Mal. Para el psicoanálisis vendría a significar la inmadurez en tanto que implica cierta dependencia materna (en caso de ser un dios masculino, sería paterna). Las estatuas representan la soledad, la frigidez (

Martín suele ir al parque Lezama, ya sea solo o con Alejandra, y gusta de observar a las estatuas, le dan qué pensar). La de Fernando es una estatua con cuerpo de mujer, con alas y cabeza de vampiro, y con manos y pies en forma de garras. Y “con poder sobre la vida y la muerte”, un ser con forma de mujer que implica maternidad, vida y muerte en tanto que a través de su forma vampírica remite a la sangre, y la sangre es vida. Y los vampiros la absorben, arrebatando esa vida. A pesar de hallarse en un paraje tan inhóspito, terrible y crepuscular, y de su aterrador aspecto, ésta estatua representa la vida, probablemente en mayor medida que a la muerte. Además la gigantesca estatua carece de rostro, con lo cual pierde el sentido de la identidad, lo es todo, lo abarca todo porque también es lo desconocido.
De nuevo aparece el símbolo del fuego en la alucinación de Fernando Vidal. Se trata del gran Ojo de la estatua, cuya fosforescencia se debía al reflejo de un fuego interior que vacila, crece y disminuye. El fuego dentro del psicoanálisis, es uno de los símbolos oníricos más importantes. Viene a ser la fuerza instintiva, el poder del espíritu, pero sobre todo, la excitación sexual. Es una visión purificadora, por ello Alejandra se quema a sí misma, y el Loco Barragán (Natalicio Barragán, personaje que aparece en Sobre héroes y tumbas y en Abaddón el exterminador) profetiza que el mundo arderá cuando llegue el inminente apocalipsis. Esa fuerza intuitiva hace que Fernando sepa con certeza lo que tiene que hacer, adonde ir. Así, se acerca a la estatua y sabe que tiene que entrar en ella: “YO SABÍA que debía haber una entrada para que yo pudiese pasar, y quizá solo para eso. En ese momento mi espíritu estaba dominado por la certeza de que todo aquello había estado esperando mi llegada y es unicamente por eso no se había derrumbado ya hacia la nada (Informe sobre ciegos, capitulo XX, pág. 37.
Dentro encuentra una escalera de piedra que conduce al Ojo (fuego interno) de miles de escalones. El hecho de subir denota ansias de renovación y la escalera es un inequívoco símbolo de contenido sexual para los psicoanalistas. Podría decirse que esta estatua es una alusión misma a la propia Alejandra.
Después de muchos desfallecimientos, Fernando consigue llegar a Él (Sábato no especifica, pero se esclarece que se trata de un tramo que va a conducir directamente al centro de la estatua, justo al Ojo Fosforescente, al ombligo, donde se halla el fuego interior), y todo se transforma en un estrechísimo túnel de carne, en que me fue preciso trepar reptando sobre mi vientre, es como una matriz. Es una gruta submarina, pero seguramente no se trata de agua, sino del líquido amniótico. Poco a poco, Fernando, a medida que avanza hacia el epicentro (vientre) por el túnel (matriz), va retrocediendo en sus recuerdos: “(...) algo que me recordaba, como en un sueño, hechos remotísimos que no podría precisar (...)”, hasta que se metamorsea en pez: “ Algo me

sucedió a medda que ascendía en aquel resbaladizo y sofocante túnel de carne: mi cuerpo se iba convirtiendo en pez, mis extremidades se transformaban repugnantemente en aletas, mi piel se cubría de escamas” (Ambas citas en capítulo XXXVI de Informe sobre ciegos).
Finalmente alcanza la “caverna” (que sería el vientre materno), “hundiéndose en un líquido caliente y gelatinoso” (liquido amniótico). Partiendo de esta línea, sería interesante ver la interpretación simbólica del ritual erótico en Abbadón, ya que, partiendo de los antiguos rituales cátaros se podría decir que el simbólico ojo sexual de Abaddón el exterminador (casi todos los ojos simbólicos en las novelas de Sábato en general) es un ojo maligno, enjuiciador, objetivamente que desnuda a quien mira. El hecho de que el ojo esté situado en una posición genital implica además una inversión profunda del simbolismo tradicional metafísico del órgano óptico, penetrando en el sexo ocular de la mujer se entra así en el insondable mundo de los ciegos, por eso Fernando se acuesta con la ciega. Tras esto, Fernando pierde el conocimiento, es decir, regresa a su estado inicial de vida, el vientre de su madre, como feto e incluso como embrión. Es su principio y su fin. Esta idea remite en cierta medida a Señas de identidad, de Juan Goytisolo, ya que trata también el tema del retroceso hacia el vientre materno.
Otro de los símbolos que huelga destacar y que aparecen en esta tenebrosa ensoñación de Vidal (capítulo XXXVI) es el de las torres. Hay exactamente 21 torres de colosal altura construidas en piedra negra, parcialmente derruidas y formando un polígono en cuyo centro se yerge la Gran Deidad, tan alta como las torres mismas. Y es que Sábato, para quien la oposición establecida entre pensamiento intuitivo y pensamiento racional representa otra de sus grandes obsesiones, considera la simbología de las “altas torres” como una metáfora del conocimiento, el cual se divide en dos grandes axiomas: por un lado estaría el conocimiento científico o la razón, representado por las “altas torres” ( en El túnel, Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador estarían representadas por los rascacielos de la capital buonarense) , y por otro, el conocimiento intuitivo, representado tanto por el agua y la tierra como en su forma aleatoria, el barro (no hay que olvidar que gran parte del suelo del gran páramo sobre el que se alzan las torres y la estatua es barro...y que muchas mitologías creían que los primeros hombres fueron hechos con barro). Es hacía esto, hacia la mentalidad intuitiva, donde Juan Pablo Castel se resiste a vivir, el que asquea a Alejandra hasta la muerte, el que casi ahoga a seres como Martín o Bruno y donde Fernando Vidal Olmos tiene que sumergirse como un anfibio. Por ello Sábato presenta unas torres negras y derruidas, porque representan a una razón que ya no puede sostenerse. Esta dicotomía entre la razón y la intuición también las encontramos en el cuadro de Juan Pablo Castel, titulado

“Maternidad”. Las referencias descriptivas a esta obra pictórica dentro de la novela de El tunel, son las siguientes:
“(...) un cuadro llamado “Maternidad Era del estilo de muchos otros anteriores: (...) sólido y bien arquitecturado. Tenía los atributos que esos charlatanes [los críticos] encontraban siempre en mis telas, incluyendo “cierta cosa profunda e intelectual”. Pero arriba, a la izquierda, a través de una ventanita, se veía una escena pequeña y remota: una playa solitaria y una mujer que miraba al mar (...) , como esperando algo, quizás algún llamado distante y apagado. La escena sugería, en m opinión, una soledad ansiosa y absoluta”. (capitulo III, pág.16).
Y al romper la tela que contenía la pintura, es cuando cita algunos elementos que forman el resto del cuadro (aparte de “la ventanita”):
“(...) columnas en pedazos, estas estatuas mutiladas, estas ruinas humeantes, estas escaleras infernales!” (capitulo XXXIV, pág.11.
Es posible postular una relación en cuanto a la impresión visual que provoca el signo “torre” y la posición de la “ventanita” en el cuadro. La imagen visual de las “altas torres” se reedita en el lienzo representando dos mundos, dos formas de sentir y de pensar. LA escena de la “ventanita” está tan separada del mundo de las madres, como lo están las “torres” donde domina el azar y la conjetura. Así, los críticos consideran que es un cuadro “bien arquitecturado”, donde predomina la razón y ni siquiera ven en la esquina superior izquierda a la mujer que espera junto al mar, porque ya escapa a los límites de la razón para entrar de lleno en el arte, en lo intuitivo, en lo espiritual.
En el contexto de Sobre héroes y tumbas, el representamen “altas torres” se transmite en diversas manifestaciones. Así, el mirador de la Casa de Barracas, donde duerme Alejandra, es una de ellas, porque allí se ha detenido el tiempo en un doble aspecto: primero cuando escolástica se enclaustró durante decenas de años allí, enloquecida guardiana de la cabeza de su padre, y después, porque es allí donde se consuma el incesto, años después.-












2.PERSONAJES.-


Los personajes de Sábato son doblemente ficticios, por se de otras novelas de Sábato. S se partiera del protagonista de El túnel, Juan Pablo Castel, y se acabara en Martín del Castillo, personaje de Sobre héroes y tumbas, podemos trazar un eje horizontal compuesto por cinco personajes, que definen cada uno a su manera, una posición ante la vida, una forma de ser, un fantasma sabatiano. En el epicentro de este eje se situaría a Ernesto Sabato, personaje de Abaddón, y a ambos lados Fernando Vidal Olmos y Bruno Bassán. Castel se caracteriza por la intensidad de sus pasiones, por su carácter impulsivo y su indagación constante, características que también definen a Fernando Vidal Olmos, pero éste a su vez comparte con Ernesto Sabato su lucha contra las potencias del mal, su teoría sobre el demonio y los sueños, sus creencias en el espiritismo y la magia, etc. Al otro lado encontramos a Bruno Bassán y al final del eje a Martín del Castillo. Junto con Martín podemos situar a toda una constelación de jóvenes como Nacho Izaguirre, Marcelo Carranzas y Jorge Ledesma; jóvenes a menudo tímidos e inseguros (casi todos los personajes de Sábato lo son, a esta lista habría que añadir a Martín, a Bruno y a Castel ) que luchan por encontrarse en esta vida, que tratan de salvarse de la corrupción y el espanto, que sufren por ser auténticos, por amar y ser amados, por soñar y tratar de vivir sus sueños. Por otro lado tenemos a los seres humildes y pobres pero de una grandeza infinita, entre ellos podemos mencionar a Natalicio Barragán (el Loco Barragán), Carlucho, Chichín, Quique, Wanda, Norma Gladys Pugliese, Gonzalez Iturriat, Hortensia Paz, Bucich, Umberto J. D'Arcángelo, más conocido como Tito, su padre de origen italiano, etc. Y curiosamente son personajes a los que relativamente se les da poco importancia, peor que resultan esenciales. También debe destacarse a los seres clarividentes, pobres diablos que en su borrachera preveen la catástrofe, tal es el caso de Natalicio Barragán. Huelga señalar que en 1.955, en Sobre héroes y tumbas, al Loco Barragán nadie le hace caso. El Loco Barragán, “que tomaba aguardiente sin dejar, como siempre, de predicar, diciendo “vienen tiempos de sangre y fuego, muchachos”, amenazando, admonitorio y profético con el dedo índice de la mano derecha a los grandullones que lo farreaban, incapaces de tomar en serio nada que no fuera Perón e el partido del domingo del Ferrocarril Oeste (...)” (capítulo XXVIII), era un ser despreciable – porque vivía de su mujer- y despreciado- porque lo farreaban, es decir, que se divertían a su costa. Pero cuando en la madrugada del 6 de enero de 1.973, en Abaddón el

exterminador, Natalicio Barragán ve a la Bestia del Apocalipsis, el Ángel Vengador, a Abaddón en forma de dragón de siete cabezas ya deja de ser un ser despreciado. Sin embargo, nunca deja de ser “el Loco”, continua siendo un ser despreciable.
Finalmente, podemos mencionar a los que representan a los poderes del mal, el mundo de los Ciegos, la Secta, seres como Schneider o Schnitzler, como R., cuya presencia es símbolo del mal. Entre los personajes femeninos quiero mencionar a los dos personajes más importantes, y que considero representativos de la idea de Sabato sobre la mujer: María Iribarne y Alejandra Vidal. Ambas mujeres se caracterizan por su fuerza, su intensidad y su profundidad, son misteriosas y conflictivas, atractivas y vigorosas, y su personalidad es mucho más decidida y determinada que la de los personajes masculinos. Así, cuando María le advierte a su obseso perseguidor: “No sé qué ganará con verme Hago mal a todos los que se me acercan” (capitulo IX, pag. 41), parece situarse como un borroso precedente de la compleja y torturada Alejandra. Sin embargo, en strictu sensu, la última descendente de la familia Olmos, en la que se conjugan ruina y abolengo, pertenece a la misma estructura actancial que el pintor Castel. El peso de las gloriosas tradiciones y las lacras de la decadencia incide en ella abrumadoramente. Al igual que Castel, la desesperada necesidad que tiene Alejandra por la pureza y la comunicación difícilmente se abre paso a través de los demonios interiores que finalmente la destruyen. Martín sería entonces su oponente, en tanto que representa justamente esa pureza que podría salvarla y que ella a la vez desea y rechaza, porque es incapaz de asumirla, hasta el punto de que el verdadero eje central de Sobre héroes y tumbas es el largo duelo entre la incontaminada simplicidad de Martín y el caos interior de Alejandra.

Precisamente los personajes más impactantes en toda la novelística sabatiana son Juan Pablo Castel y Fernando Vidal Olmos. Son personajes que encarnan de una u otra manera el hombre racional, el ser humano regido por el orden lógico e inflexible, que se cree más allá de toda contradicción, y para quien la intuición y el pensamiento mágico son meras supercherías, entre otras cosas, Castel se incluye en los defectos que le atribuye a los demás, al igual que Fernando, quien tampoco pretendía engañar a nadie y afirma que e un canalla consciente de que lo es.
En la famosa escena del correo en El túnel, cuando la empleada apela al reglamento para justificar el que no pueda devolverle la carta, Castel contesta: "El reglamento, como Ud. comprenderá, debe estar de acuerdo con la lógica..."(capitulo XXX, pag.106). Esa lógica es la misma que llevará a Castel en una serie de razonamientos rectilíneos a caer en conclusiones totalmente falsas, tal y como lo demuestra la siguiente igualdad: "María y la prostituta han tenido

una expresión semejante; la prostituta simulaba placer; María, pues, simulaba placer; María es una prostituta."(capitulo XXXII, pag. 113). Y es justamente esta lógica la que guarda el mismo rigor absurdo que llevará a Castel al crimen, porque en realidad él no toma libremente la decisión de matar a María, no llega a esa determinación deliberadamente, sino compelido por un proceso mental. Por eso le dice, "Tengo que matarte, María.". Seguramente, , Sabato desarrolló en Castel una crítica de la razón pura, un comentario desgarrado de las consecuencias a las que puede llevar el culto de la ciencia y la razón. Claro que la situación de Castel es irónica, sobre todo cuando el lector recuerda aquella frase de Castel sobre "la manía de querer encontrar explicación a todos los actos de la vida", cuando precisamente es él el que quiere encontrar explicación a cada frase de María, a cada sonrisa, a cada mirada.
Fernando Vidal Olmos es un caso bastante parecido. Su forma de vida y de acción están determinadas por una razón inflexible, por una lógica rigurosa, científica, supuestamente objetiva y desprovista de emoción, porque como dice en el "Informe": "Es probable, en efecto, que la emoción sea propicia para crear un poema o componer una partitura musical, pero es desastroza para las tareas de la razón pura."(pag. 321). El culto a la razón pura que demuestran personajes como Castel y Vidal Olmos es precísamente lo que Sabato denuncia de manera directa en numerosos de sus textos. Todo parte de la profunda escisión que se produjo en el hombre a partir del renacimiento, donde la razón se ha puesto por encima de la pasión. Fernando, así, cree conducir su investigación basándose en la lógica y la razón. Cuando va siguiendo al ciego de las ballenitas y éste dobla de nuevo a la izquierda, hacia el Luna Park, casi volviendo sobre sus pasos, Fernando dice: "Y digo que me atemorizó porque no era lógico..."(capitulo II, pag. 254). Y más adelante, cuando la casa de la plaza de Belgrano resulta ser un apartamento vacío, concluye diciendo: "Por lo tanto, el mantenimiento de una casa desocupada que sirviera de entrada era un hecho razonable."(capitulo XIX , pag.317). La lógica y la razón son instrumentos que seres como Fernando aplican aún cuando la situación resiste cualquier explicación racional. Así sucede cuando atraviesa aquel lago pantanoso y dice: "Mi situación era tal que no tenía ninguna otra solución que marchar hacia el poniente, y dentro de aquella realidad demencial yo veía eso como una lógica y razonable conclusión."(capitulo XXII, pag. 329).
Las similitudes entre estos dos personajes se dan también en el nivel morfológico y retórico del discurso. Entre el discurso de El túnel y el del "Informe" hay muchas características comunes. Las continuas disgresiones que llevan al narrador a apartarse de su tema, desarrollando un asunto tangencial, para luego volver al tema central. Otra semejanza entre ambos narradores- personajes es que comparten la necesidad de senar un precedente, de dar una axplicacín de sus actos y de

hallar a una persona que los entienda. La discusión de una premisa y la estipulación de las posibles alternativas, discutidas en forma ordenada, simulando un razonamiento científico, enumerando las hipótesis y presentando las conclusiones. Para Fernando lo importante son los HECHOS, y las mayúsculas nos revelan la superioridad que le confiere a los mismos, como una verdad más valiosa e importante. "Este Informe" nos dice, "está destinado, a un instituto que crea de interés proseguir las investigaciones sobre este mundo que hasta hoy ha permanecido inexplorado. Como tal, se limita a los HECHOS como me han sucedido. El mérito que tiene, a mi juicio, es el de su absoluta objetividad."(capitulo VI, pag. 265) y también “(...) No soy teólogo y no estoy en condiciones de creer que estos poderes infernales puedan tener explicación en alguna retorcida teoría o esperanza. En todo caso, eso sería teoría o esperanza. Lo otro, lo que he visto y sufrido, eso son “hechos” (capitulo III , pag.257). De forma análoga, Castel promete relatar los hechos que lo llevaron a cometer el crimen: "Todos saben que maté a María Iribarne Hunter. Pero nadie sabe cómo la conocí, qué relaciones hubo exactamente entre nosotros y cómo fui haciéndome a la idea de matarla. Trataré de relatar todo imparcialmente porque, aunque sufrí mucho por su culpa, no tengo la necia pretensión de ser perfecto."(capitulo III pag.16).
Como puede observarse, tanto Vidal como Castel representan de muchas maneras, e incluso llegan a encarnar al hombre racional del que habla Sabato, el hombre cosificado por la ciencia y la razón, divorciado de sus emociones y sus pasiones. Fernando Vidal Olmos sin embargo comparte ciertas características con Ernesto Sabato, personaje de Abaddón el exterminador, personaje que hemos colocado al centro de este eje. A pesar de su culto por la lógica y la razón, Fernando acepta la existencia de los poderes sobrenaturales, de la magia y el espiritismo. Su lucha contra las potencias del mal se basa precisamente en esta certeza. Numerosas de las teorías presentadas por Fernando en el "Informe" aparecen luego en boca de Sabato en Abaddón. El mejor ejemplo de esto es quizás su teoría sobre el sueño y la separación del alma y el cuerpo durante el sueño, expuesta por Fernando en el "Informe"(pags. 261 y ss.) y por Ernesto Sabato en Abaddón (pags 143 y ss.). Otro ejemplo importante es la teoría sobre el demonio y su dominio de la Tierra. Esta teoría presentada por Fernando en el capítulo III del "Informe", se encuentra también en Abaddón presentada por el profesor Alberto J. Gandulfo y luego corroborada por Sabato (pag. 328-341).
Otras características comunes a ambos personajes son sus fobias por las ratas, los murciélagos, las serpientes, los sapos y otros animales de sangre fría, su constante preocupación por el mal y la indagación del mundo de las tinieblas, los Ciegos y las Sectas del mal. Vemos de esta manera, una serie de personajes que se sitúan a lo largo de un eje que representa las ideas y las teorías expuestas por el autor Ernesto Sabato. La dualidad de estos personajes se encuentra lúcidamente

explicada en Apologías y rechazos, donde hablando de Leonardo da Vinci dice: "Ya cuando era estudiante de física me subyugó el enigma de este frecuentador de salones y morgues, por parecerme que revelaba el desgarramiento del hombre que pasa de las tinieblas a la luz más deslumbrante, del mundo nocturnal de los sueños al de las ideas claras, de la metafísica a la física; y recíprocamente."(pag. 14).
Al otro lado de este eje encontramos la otra dimensión del personaje Ernesto Sabato, su aspecto nostálgico y melancólico, sus hondas depresiones, su necesidad de amor y comprensión, su búsqueda desesperada de un aliciente en la vida, de una esperanza. Es el aspecto intuitivo del ser humano del que habla el autor a lo largo de toda su obra, el mundo de los sentimientos y las pasiones, de la ansiedad metafísica, porque como dice en Apologías y rechazos, "Al incorporarse sobre las dos patas traseras, un extraño animal abandona para siempre la felicidad zoológica para inaugurar la infelicidad metafísica: descabellada ansia de eternidad de un miserable cuerpo destinado a la muerte."(pag. 15). Es ese aspecto del ser humano el que va a encarnar personajes como Bruno Bassán y Martín del Castillo, seres bucólicos y contemplativos, angustiados por la complejidad de los sentimientos, por la descarnada crueldad del mundo y la sucia frigidez de los sistemas. Seres solitarios, retraídos, tímidos, seres inseguros y dudosos, enormemente sensibles y afectivos, pero destinados a sufrir mucho en esta vida, seres que a menudo se sienten como le diría Martín a Bruno: "Como un bote a la deriva en un gran lago aparentemente tranquilo pero agitado por corrientes profundas."(pag. 13). Todo lo contrario del hombre de acción, estos personajes son hombres de proyectos, soñadores que acaso no logren hacer nada en la vida, que viven mirando hacia el pasado, tratando de entender la significación de unos cuantos hechos, tratando de revivir la felicidad que algún día sintieron, o creyeron sentir. Como le dice Bruno a Martín: "En cambio yo... ¿qué soy, yo? Una especie de contemplativo solitario, un inutil. No siquiera sé si alguna vez lograré escribir una novela o un drama."(pag. 234). Estos son personajes claves en la obra de Sabato, personajes que representan toda una serie de valores que el autor defiende con vehemencia. En este extremo del eje también se agrupan adolecentes como Nacho Izaguirre y Marcelo Carranza, muchachos como Jorge Ledesma decididos a desafiar los límites de la ley y cuestionar los principios de la sociedad; u otros puros e ingenuos como Carlos de Sobre héroes y tumbas.
Otro grupo de fantasmas sabatianos está formado por los personajes diabólicos, los personajes que de una forma u otra encarnan el mal. Encabezando esta constelación de personajes está la Secta de los ciegos, organización mundial que desde sus reductos subterráneos y su mundo de tinieblas, controla el mundo. Como dice Fernando en el "Informe": "Si, como dicen, Dios tiene el

poder sobre el cielo, la Secta tiene el dominio sobre la tierra y sobre la carne. Ignoro si, en última instancia, esta organización tiene que rendir cuentas, tarde o temprano, a lo que podría denominarse Potencia Luminosa; pero, mientras tanto, lo obvio es que el universo está bajo su poder absoluto, poder de vida y muerte, que se ejerce mediante la peste o la revolución, la enfermedad o la tortura, el engaño o la falsa compasión, la mistificación o el anónimo, las maestritas o los inquisidores."(pag. 298-299). Conectados con la Secta están un sinnúmero de personajes, los diversos ciegos y ciegas que aparecen a lo largo de los diferentes textos. Alejandra parece tener conecciones con la Secta, como lo demuestra su entrada en la casa de la Plaza de Belgrano, la noche en que Martín estaba por casualidad, sentado en una de las bancas. Otros ejemplos de este tipo de personaje son los doctores Schneider y Schnitzler, R. y el Nene Acosta "con su cuerpo cartilaginoso, como un bebé maligno..."(pag. 33). Todos ellos representan a las Potencias del Mal. Schneider expresa desde el primer momento un empecinado interés en la ceguera de Allende y su apariencia física tiene algo de diabólico: "En fin, sólo le faltaba el toro alado"(pag. 66), dice el personaje Ernesto Sabato. El Dr. Schnitzler también representa muchas de las obsesiones de Sabato. Físicamente parece condensar todos los rasgos que Sabato asocia con el mal. Su cabeza "obtenida mediande el cruzamiento de un pájaro y un ratón"(322); "la astuta sonrisa de un pájaro que perteneciera a la masonería"(324); y el parecido con Hermann Hesse, "la misma cara de criminal ascético retenido al borde del asesinato por la filosofía, la literatura y probablemente cierta invencible, aunque secreta, responsabilidad profesional."(323). Y claro también su interés sobre los Ciegos, su opinión de las mujeres, del mal, de lo ilógico y lo subjetivo. R. es otro personaje importante de este núcleo diabólico. R. ya había aparecido en el "Informe" cuando le prestó un auto a Fernando para seguir a Celestino Iglesias.En Abaddón aparece como una sombra, como una presencia que obliga a Sabato a visitar la casa de la calle Arcos y tener relaciones sexuales con Soledad. "Más de una vez había pensado que R. trataba de forzarlo a entrar en el universo de las tinieblas, a investigarlo, como en otro tiempo con Vidal Olmos; y que Schneider trataba de impedirlo, o, en caso de permitirlo, de modo que resultase el castigo largamente preparado."(pag. 413). Pero Sabato en realidad lo conocía desde antes. "Pronto pudo ver su rostro duro y sus ojos de nictálope: era R.! No lo había vuelto a ver desde que se había ido de Rojas a estudiar en La Plata, recordaba siempre el tormento del gorrión enceguecido, y ahora lo encontraba ante él, cuando imaginó (y deseó) que jamás volvería a cruzarse en su camino."(pag. 41.
De esta forma tenemos las lineas principales de la distribución de personajes sabatianos. Personajes que responden a las ideas y caracterizaciones de las que el autor ha hablado en sus

sucesivos discursos. Sólo nos falta aquí dos núcleos importantes que me limitaré a presentar someramente. Los personajes femeninos por un lado: María Iribarne de El túnel y Alejandra de Sobre héroes y tumbas. En Abaddón aparecen algunas mujeres, pero sus papeles no son protagónicos. Por el otro lado tenemos a los hombres humildes y pobres, un poco ignorantes desde el punto de vista intelectual, pero poseedores de una gran sabiduría humana, portadores de una esperanza pristina y positiva, personajes que encarnan lo mejor de la humanidad, la generosidad y la compasión, entre éstos podemos mencionar a Carlucho, Umberto J. D'Arcángelo (Tito), Bucich y el loco Natalicio Barragán. Con todo esto podemos ver como hay en Sabato una correspondencia bastante estrecha, entre las ideas y categorías expuestas en sus novelas y ensayos, y sus personajes. Estos fantasmas que se realizan en los textos de maneras diversas, constituyen el centro del pensamiento sabatiano.

Hasta el momento hemos analizado las posibles relaciones entre Juan Pablo Castel y Fernando Vidal, entre éste último y Sabato, entre Alejandra y María. Pero no podríamos olvidar la tormentosa relación entre Castel y María. Es un tanto similar a la de Fernando y su hija Alejandra, porque son relaciones tormentosas y uno de ellos siempre se convierte en el asesino de otro (Juan Pablo mata a María y Alejandra asesina a su padre). Ambas relaciones amorosas se inician cuando sus componentes descubren que se sienten solos y desesperados (a este respecto, también habría que añadir la relación de Martín con Alejandra y de Nacho y Agustina Izaguirre).
María Iribarne está casada y desde el primer momento decide no eludir sus reponsabilidades para con su esposo. Juan Pablo Castel y María Iribarne inician una relación amorosa cuando descubren que ambos se sienten solos y desesperados. Ella está casada y desde el primer momento decide no eludir sus responsabilidades para con su esposo ciego, y manifiesta su certeza de que la relación no será fácil. Pero, a pesar de que los celos son una obsesión para él, esto no es la causa de la incomunicación entre ellos. Ambos se encuentran en un estado emocional difícil y doloroso, por lo tanto la relación también será difícil, pero hay una diferencia entre ellos. María sí es capaz de comunicarse y lo intenta con Juan Pablo, incluso toma un papel maternal; se podría decir que da de ella misma lo mejor que puede dar (del que recibe queda la función de valorarlo). Esto queda patente con la reacción del marido ciego cuando Castel le comunica el asesinato de María y su posterior suicidio: a pesar de todo, hay algo en María que le compensa; justamente a un ciego, el símbolo del sabio y el visionario. Al contrario que María, Castel toma una actitud del todo destructiva.


Castel descubre a alguien que sufre como él, que es como él, y siente una atracción irreprimible. Él es quien se lanza en su búsqueda necesariamente. La encuentra y se reconoce en ella, pero tal vez equivoca el grado de similitud que existe entre los dos: a pesar de su esquizofrenia y sus desvaríos, de su soberbia y de su orgullo, Castel se conoce a si mismo, conoce su mezquindad, y piensa que María es igual; la juzga con los mismos patrones que se juzga a él. La ama y la odia porque se parece a él, odia lo que reconoce de sí mismo en ella.
Castel no odia a María, sino que se odia a sí mismo, o bien la odia porque se odia. Juzga y rechaza aquello que al mismo tiempo admira y desea. Pero él está sumido en la soberbia de la razón (solo en su túnel) y no puede alcanzar la humildad del espíritu, como tampoco puede alcanzar el goce de una relación apasionada con María. Ella se convierte en motivo de su definitiva autodestrucción: destruyéndola a ella se destruye a si mismo. Se convierte en una suerte de justificación o de vehículo hacia la autodestrucción.
La crueldad, o violencia, que Castel ejerce sobre María surge de la vertiente instintiva y espiritual de él, que rápidamente la vertiente racional analiza, juzga y justifica (éste desdoblamiento del personaje es referido por él mismo en diferentes puntos de la novela). Al mismo tiempo, María padece en silencio e intenta reconducir las situaciones. El capítulo XXVII, en el que juntos miran el mar es significativo e ilustrativo, como muestran los siguientes ejemplos:
 «El cielo, tormentoso, me hizo recordar el del Tintoretto en el salvamento del sarraceno» en algún lugar de su conciencia Castel reconoce su condición de náufrago y su posibilidad de superación.
 «Yo no decía nada. Hermosos sentimientos y sombrías ideas daban vueltas en mi cabeza, mientras oía su voz, su maravillosa voz. Fui cayendo en una especie de encantamiento. La caída del sol iba encendiendo una fundición gigantesca entre las nubes del poniente. Sentí que ese momento mágico no se volvería a repetir nunca. "Nunca más, nunca más" pensé, mientras empecé a experimentar el vértigo del acantilado y a pensar qué fácil sería arrastrarla al abismo, conmigo.» Mientras María habla de ellos: la doble dimensión de la psicología de él, la admiración por ella, la convicción de que su plena relación es imposible y la reacción violenta hacia ella; el no la escucha, está encerrado en si mismo, en su túnel.
 «... pero, aunque yo sabía hasta que punto era yo mismo capaz de cosas innobles, me desolaba el pensamiento de que también ella podía serlo, que seguramente lo era.» Castel juzga a María con sus mismos patrones.
 «Y un sordo deseo de precipitarme sobre ella y destrozarla con las uñas y de apretar su cuello hasta ahogarla y arrojarla al mar iba creciendo en mí.» Violencia arraigada en la parte no racional que no puede controlar.
 «Me pareció que María me había estado haciendo una preciosa confesión y que yo, como un estúpido, la había perdido» Solo Castel no es comunicativo. Si se toma las últimas palabras «yo, como un estúpido, la había perdido» se podría deducir que no es la confesión lo que se ha perdido, si no que ha perdido a María. Más adelante dice: «... también ella parecía estar sola.»
 «Después sentí que acariciaba mi cara, como lo había hecho en otros momentos parecidos.» A pesar de su dolor, María le ofrece su cara más amable.
Sábato subraya nunca y seguramente por lo que parece ser una voluntad del autor de resaltar el equívoco de los juicios que hace Castel sobre María. Un equívoco que vuelve a subrayarse con el grito de ¡Insensato! del ciego al final de la novela. La lucha entre opuestos de "El túnel", aunque se hace tangible entre Juan Pablo y María, de hecho se da dentro de Juan Pablo, entre las dos vertientes de su personalidad. Lo que parecía ser la misma cosa (Juan Pablo y María, por un lado, y Juan Pablo, por otro) resulta ser dos cosas distintas.
Juan Pablo casi sempre forzaba a María a hacer el amor, como unión no solo física sino mística, espiritual. Como si a través del acto físico se fuera a consolidar ese amor. Igual pasa con Martín y Alejandra, y en esto , Martín y Castel guardan un punto en común. Alejandra no siempre (casi nunca) quiere mantener relaciones sexuales , de hecho la mayoría de las veces lo hace como una concesión a Martín.-
















3. ESTRUCTURA DE LAS NOVELAS.-

Una de las cosas que más llaman la atención a la hora de abordar la novelistica sabatiana es que las tres novelas comienzan desde el primer capítulo, con un encuentro, y así:
 En El tunel, se produce un encuentro entre Juan Pablo Castel y María Iribarne, a través del motivo de un cuadro o, más bien, de un recuadrito en el ángulo superior izquierdo, que muestra en la lejanía, al fondo, una escena manierista. Sin embargo, este encuentro sería más exactamente un desencuentro pues no llegan a cruzarse las miradas, no hablan. Castel , en teoría, es el único que observa a María, y señalamos que “en teoría” porque esa no es precisamente la opinión de Fernando Vidal Olmos, quien en el Informe sobre ciegos achaca toda la desgracia de Castel a la secta y ve la actitud de María como un posible ardid de los ciegos (capitulo XX, pág. 342 y ss.)
 En Sobre héroes y tumbas, podemos apreciar el encuentro entre Martín del Castillo y Alejandra Vidas, en el parque Lezama de la capital buonarense y bajo la advocación agraria (y maternal) de una estatua de Ceres.
 Y, por último, en Abbadón el exterminador, el encuentro entre Bruno Bassan y Ernesto Sabato. También guarda cierto aire de desencuentro, pues Sabato en un principio, cuando se cruza por la calle con Bruno, no llega a verle, mientras que Bruno sí ve a Sabato.

No obstante, hay algo que marca aún más intensamente los inicios de las novelas de Sábato, y es que en todas ellas se produce una especie de “in extrema res” que da la solución al lector, si no cabría decir más correctamente el final. Esta cuestión es en los términos de Tzvetan Todorov, referencial, ya que provee información sobre un hecho y establece en forma general, abstracta, la totalidad de ese universo, el universo en que el lector está a punto de sumergirse. Las causas de las acciones, empero, es algo que cada lector ha de descubrir por si mismo. Esta información sobre el futuro la encontramos, por ejemplo:
 En El tunel: “Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne” (Capitulo 1, pág.11).
 En Sobre héroes y tumbas se nos ofrece la conocida “Noticia preliminar”, que supuestamente es un “fragmento de una crónica policial publicada el 28 de junio de 1.955 por “La razón” de Buenos Aires”.
 En Informe sobre ciegos: “¿Cuándo empezó todo esto que ahora va a acabar con mi asesinato?”( Capitulo I, pág. 249).

Con esto, Sábato expone al lector el desenlace, y sin embargo, eso no disminuye el interés que suscita la trama, y así, Sábato consigue evitar el suspenso como motor de interés y hace que la atención del lector se centre en la “soledad de los protagonistas”, que es lo más destacable, necesario para comprender el mensaje.

Los personajes de Sabato se mezclan en un mundo de lectura y textos. Bruno, por ejemplo, encuentra a Castel en Abaddón en la unidad titulada "Un desconocido". Este discurso es un desdoblamiento magistral del fenómeno de la lectura e intimamente ligado a la teoría de la "crónica policial". Bruno ve a Castel en un bar frente a una copa pero no lo reconoce. "Ese hombre, pensó Bruno, está absoluta y definitivamente solo. No sabía por qué le resultaba conocido, y durante mucho tiempo rebuscó en su memoria, trató de vincularlo a alguna fotografía en diarios o revistas."(167). Hasta este momento el lector tampoco sabe de quien se está hablando, la única pista que se tiene relaciona al individuo con el periodismo. "Por otra parte parecía asombroso que un individuo con ropa tan raída, un ser que llegado hasta ese último escalón, pudiera ser personaje de periodismo. A menos, se le ocurrió de pronto, que alguna vez haya tenido algo que ver con un hecho policial."(Idem). En este momento el lector se instala de nuevo en el mundo de la "crónica policial", un terreno bastante familiar, y posiblemente empieza a recorrer los casos policiales que forman parte de su competencia intertextual. Cuando el desconocido sale el narrador hace la siguiente observación: "Bruno, acostumbrado a escudriñar hombres en soledad, contemplativo y abúlico como era, pensó: "O es un criminal o es un artista."(16. La duda continúa en Bruno por meses, "Hasta que un día creyó recordar algo, tuvo una sospecha. Buscó en su archivo, archivo que no era ni el de un filósofo, ni el de un escritor o periodista, sino más bien, el archivo de un hombre para quien la humanidad constituye un doloroso misterio. Sí, ahí estaba la fotografía: el desconocido era aquel Juan Pablo Castel que en 1947 había matado a su amante."(16. En este momento el lector ideal de Abaddón, que tiene en su enciclopedia el discurso de 1948 y que recuerda a Castel, llevará a cabo ahora un proceso de inferencia para actualizar su lectura. Es interesante notar que el recorte que Bruno encuentra en su archivo es el pretexto de El túnel, es el enunciado que da lugar al discurso de El túnel. En este momento el acápite "Un desconocido" se revela en todo su sentido irónico, ya que el sujeto de la enunciación es un conocido.


Con respecto a la estructura narrativa de estas novelas, huelga destacar su relación con las fórmulas del artículo periodístico y con la novela policiaca. En El tunel encontramos ya desde el primer párrafo la alusión al modelo retórico que rige la novela: “(...) supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona (...)” (Capitulo 1, pág.11.) Esto es, las noticias del crimen en los periódicos, las “crónicas policiales” que desde este momento se establecen como el pretexto de la novela, ya que son noticias que el narrador presupone el lector ha leído y recuerda. Nótese, además, el primer mensaje del capítulo III: “Todos saben que maté a María Iribarne Hunter”. Lo que nos interesa ahora no es el núcleo informativo del anunciado, sino su preámbulo: “Todos saben....”. Esta afirmación es notablemente afectiva como medio de comunicación masivo, como código capaz de llevar el mensaje al mayor número de usuarios posible. Sin embargo, la estructura semiótica de éste “Todos saben...” no se limita a eso, sino que en sus capas inferiores se halla el subtexto “...ninguno se perderá la historia de un crimen hasta le final”, al cual refuerza por sí mismo el enunciado “Todos saben que yo maté a María Iribarne”.
Hacia el final de la novela, desde su calabozo, Castel dice: "Pensé que muchos hombres y mujeres comenzarían a despertarse y luego tomarían el desayuno y leerían el diario e irían a la oficina.” (Cap.XXXVIII, pág.127). Cada uno de estos enunciados tiene una serie de significados subyacentes; sería interesarse estudiar «despertarse» dentro del sistema, dentro del cual podemos adelantar una serie de implicaciones como: estupidez, engaño, esclavitud, razón, diurno, etc... Por ahora nos interesa «leer el diario» y desarrollar la connotaciones que evoca: espíritu burgués, sociedad ordenada, huida de sí mismo hacia el mundo, crónica policial... Ahora ese público lector, esos destinatarios anónimos (los mismos para los cuales Castel escribe su relato) van a leer la crónica del asesinato de María Iribarne Hunter. Es decir, el discurso nombrado en este enunciado es precísamente el pretexto del discurso literario de ET.
La «crónica policial» tiene una muy notable importancia en la obra. Podría pensarse que esto es una cualidad particular de este sistema, Pero no es así. Un análisis de los otros discursos de Sábato no hacen sino corroborar la importancia que la «crónica policial» tienen en la estructuración del discurso. Qué puede ser más contundente que el hecho que la segunda página de Sobre héroes y tumbas, «Noticia preliminar» (la primera es la dedicatoria del autor) sea un “Fragmento de una crónica policial publicada el 28 de junio de 1955 por La Razón de Buenos Aires”. Algo semejante, pero más sutil sucede en Abaddón el exterminador. El autor nos presenta ante
“Algunos acontecimientos sucedidos en las ciudad de Buenos Aires en los comienzos del año 1.973” .

Los acontecimientos, que son tres, están presentados de la siguiente manera:
1.- En la tarde del 5 de enero.
2.- En la madrugada de esta misma noche.
3.- Testigo, testigo impotente.

Lógicamente se produce la asociación de estos tres enunciados con la «crónica periodística y policial». En efecto lo que tenemos son dos enunciados que sitúan el acontecer de un hecho en el tiempo, fórmula básica de la redacción periodística. (En la noche del 23 de diciembre un terremoto sacudió la ciudad de Managua; ...en la madrugada buscaban entre las ruinas a sus familiares y vecinos...) El último enunciado cumple una función semiótica más importante en cuanto se refiere a varios niveles del mensaje: (el hecho concreto, la presencia de un testigo, la enunciación de la presencia, la impotencia del testigo, la enunciación de la impotencia, etc) Pero en definitiva tenemos el mismo «modelo discursivo»: la «crónica policial».
En el nivel sintagmático del texto podemos observar el mismo tipo de construcción y gran similitud en el lenguaje y repertorio de semas utlizados en los enunciados, mientras que en el nivel paradigmático de la estructura del discurso narrativo puede observarse la misma secuencia de la fórmula básica de la escritura periodística, a lo largo de toda la obra.
El artículo periodístico responde a una fórmula que podemos describir de la siguiente manera:
El primer párrafo estipula la presencia del hecho o incidente y los resultados o consecuencias.
El segundo párrafo retoma la información anterior y agrega las circunstancias del hecho.
El tercer párrafo vuelve a tomar una de las unidades informativas ya enunciadas y elabora otro grupo de determinantes. El análisis de las relaciones paradigmáticas de las unidades formales del discurso narrativo de El tunel revela la misma formula que hemos visto anteriormente. Compárese el primer enunciado de los tres primeros capítulos, donde la formula básica del modelo se cumple a cabalidad:
"Bastará decir que soy Juan Pablo Castel...”(capitulo I, pág.11.)
"Como decía, me llamo..." (capitulo II, pág.13).
"Todos saben que maté a María Iribarne Hunter." (capitulo III, pág.16).
En realidad aquí lo que tenemos es la misma estructura de un discurso representado de esta forma:
(a) Un accidente ha sido reportado en la esquina K...
(b) El accidente de K fue causado por dos automóviles...
(c) Dos heridos y daños de...fue el resultado del accidente...


Albert Fuss afirma que esta estructura sucede "ya que ha perdido el hilo de la historia" dejándose "arrastrar por divagaciones superfluas." Afirmación que documenta con las palabras de Castel:
“ Me he apartado de mi camino. Pero es por la maldita costumbre de querer justificar cada uno de mis actos” . Aunque acertada la afirmación de Fuss en el nivel de la fábula, es contraproducente para el análisis crítico pues pretende cerrar el asunto sin discutir la relevancia del mismo. Si la novela presenta esa estructura narrativa es por una razón determinada y el que el narrador «pierda el hilo de la narración» es un signo que debe leerse apropiadamente, encierra un sentido, significa.
En cuanto a este nivel del discurso narrativo en El tunel hay una especial manera de alterar la secuencia narrativa. Desde el primer instante se nos da a conocer el final de la trama, el asesinato de una mujer, y todo el relato irá desenvolviéndose hacia la explicación de las razones que llevaron al protagonista a realizar ese asesinato. La «historia interna» de ese crimen es la novela y como para relatar esa historia el protagonista se sumerge en su propio «yo», el tiempo va a «subjetivarse», rompiéndose el estricto orden lógico en la presentación. Es evidente que aquí estamos ante una mejor apreciación del fenómeno discursivo, pero nos encontramos en la fase descriptiva del fenómeno, ya que cabría preguntarse ¿De qué manera «tiende a subjetivizarse», qué relaciones paradigmáticas se emplean para que ese tiempo «se subjetivice» en su dimensión semiótica, es decir, como discurso comunicativo y no como experiencia individual. Es evidente pues que tanto la «pérdida del hilo de la narración» como la «ruptura del orden lógico» responden a necesidades propias de la narración, y son por lo tanto parte del discurso narrativo.
Castel, como el escritor medieval, ejemplifica el valor del modelo discursivo que ha escogido: "¡Cuántas veces he quedado aplastado durante horas, en un rincón oscuro del taller, después de leer una noticia en la sección policial! Pero la verdad es que no siempre lo más vergonzoso de la raza humana aparece allí; hasta cierto punto, los criminales son gente más limpia, más inofensiva” (Cap. I, pág.11) Vemos pues que la articulación del «modelo discursivo» que el autor de la obra ha escogido se da en su totalidad en la primera página del texto. Tanto el «modelo» como pretexto, como el «modelo» en calidad de código eficaz de comunicación, en calidad de vehículo semiótico, ha quedado sentado. La gran popularidad de El tunel desde su aparición se debe en parte a la estructura narrativa periodística. La forma circular seguida de una elaboración es la forma más adecuada a la comunicación masiva, por eso es la forma por excelencia del


periodismo. A esto también contribuye la brevedad de los capítulos y la naturaleza «amarillista» del nivel más superficial de la fábula.
En cuanto al estudio de la función cognosciva que el discurso periodístico desempeña en El tunel nos interesa sobre todo por la relación que establece en todo acto semiótico entre expresión y contenido. La «crónica policial» al servir de modelo retórico en El tunel pasa a formar parte de la sustancia de la expresión, es en última instancia vehículo del significante.
La función de la «crónica policial» es la de informar de los crímenes cometidos, registrar los incidentes sucedidos; en ningún momento pretende explicar los homicidios ni dar cuenta de suicidios o incendios. Aquí podemos preguntarnos cuál es el propósito de Castel al contar su historia. "Cuando comencé este relato estaba firmemente decidido a no dar explicaciones de ninguna especie. Tenía ganas de contar la historia de mi crimen, y se acabó..."(Cap.II, pág.14). La primera parte de la cita contiene la gran problemática de la novela y se puede alegar que es la "manía de querer encontrar explicación a todos los actos de la vida" el epicentro de toda una serie de conclusiones acerca de El tunel. Por ahora nos interesa notar que "ganas de contar la historia de mi crimen" es la función de la «crónica policial», que su función semiótica se limita a relatar, a contar, al igual que lo afirma Castel. Que la afirmación de Castel es falsa lo prueba la "debil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme..."(ibid) Pero esto es independiente de las implicaciones de aquel enunciado.
Si se analizara la estructura mental de Castel podríamos presenta run árbol de la estructura sintáctica de su pensamiento y sacar tres conclusiones:
1) la cadena argumentativa se desarrolla en una especie de libre asociación.
2) El pensamiento de Castel funciona en forma antitética.
3) Una mente que se mueve en el análisis antitético de detalles encontrados al azar y que no consigue relacionar las respectivas conclusiones, cae en contradicciones con gran facilidad.
El problema radica esencialmente en entender «libre asociación» como «aisladas entre sí, [que consecuentemente] desembocan en el vacío», lo cual es falso. La psicología freudiana que tanto siguió Sábato, se basa precisamente en la unidad semiótica de la «libre asociación de ideas», con lo que ha quedado demostrado la estrecha relación que guarda cada unidad con respecto al resto de la estructura. La proposición sobre «detalles encontrados al azar» es a su vez infundada ya que hay una relación lógica y a menudo causal entre estas unidades informativas («detalles»). La disquisición sobre “(...)la memoria colectiva... el tiempo pasado... los criminales... el mundo es horrible...” está sentando las leyes que rigen en el sistema semiótico del enunciado, está estableciendo los códigos de trasmisión y el marco referencial. Hablar de la «coherencia» de un

sistema semiótico es tautológico ya que las unidades de cualquier sistema semiótico no pueden existir más que en relación mutua y segundo porque ésta «coherencia» reside en la actualización particular que cada lector establece. No obstante partimos de la afirmación que la «estructura discursiva» de El tunel refleja, sirve de vehículo, significa, a la «estructura mental» de Castel, y que ambas funcionan en un campo de tensiones semióticas.
Pero volviendo a la capacidad cognoscitiva del «discurso periodístico» debemos recordar la opinión de Fernando en el Informe sobre ciegos: Fernando dice que mientras vigilaba la casa de Celestino Iglesias "Aprovechaba para leer dos cosas que siempre me fascinaron: los avisos y la sección policial. Lo único que leo desde los veinte años, lo único que nos ilustra sobre la naturaleza humana y sobre los grandes problemas metafísicos."( Informe sobre ciegos, capitulo X, pág. 27. Por unanimidad la crítica propone que El tunel es novela de la indagación de la naturaleza y la problemática existencial. Las evidencias proporcionadas por Fernando a este respecto son numerosas. Más adelante en el Informe, en su comentario de «el caso Castel» se lee: "...caso que no sólo fue muy notorio por la gente implicada sino por la crónica que desde el manicomio hizo llegar el asesino a una editorial." (capitulo XXV, pág.342.) El signo «crónica»