Resulta muy común oír esta frase a los ateos cuando quieren justificar sus conductas pecaminosas. Al advertirles sobre la existencia de un Supremo Juez que algún día les pedirá cuentas, suelen contestar despectivos: "que me quiten lo bailado", parodiando el estribillo de cierta canción con la que pretenden justificar sus excesos. Piensan que nadie podrá ya quitarles la diversión que hayan podido disfrutar en esta vida. Pero esto está muy alejado de la realidad. A poco que investiguemos sobre el futuro de los pecadores, nos damos cuenta de que ES POSIBLE quitarle a alguien lo bailado. Y no sólo es posible, sino que lo harán. Le quitarán lo bailado e incluso maldecirán el día en que aprendieron a bailar. Maldecirán no sólo sus bailes, sino cada uno de los pasos que dieron en cada uno de ellos. Y esto será así porque el pecador en ningún caso podrá zafarse de su castigo. La Biblia afirma que los condenados padecerán "el fuego que nunca se apaga y el gusano que corroe y no muere". El gusano en cuestión es la propia conciencia, que los atormentará una, mil y mil millones de veces durante toda la eternidad cada vez que recuerden los pecados que los condujeron a tan miserable situación. En el infierno tendrán muchísimo tiempo para arrepentirse. Recordarán cada baile, cada zapateado, incluso cada paso dado en sus libertinos días de vida en la Tierra, pero sólo podrán maldecirlos por haber antepuesto unos miserables bailes a lo que realmente más les interesaba: su propia salvación. Por si alguien tiene alguna duda sobre lo que digo, simplemente le añado la descripción del infierno que vieron los tres niños en Fátima:
"Ella abrió Sus manos una vez más, como lo había hecho los dos meses anteriores. Los rayos [de luz] parecían penetrar la tierra y vimos, por decirlo así, un vasto mar de fuego. Sumergidos en este fuego estaban los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas con forma humana. Llevados por las llamas que de ellos mismos salían, juntamente con horribles nubes de humo, flotaban en aquel fuego y caían para todos los lados igual que las pavesas en los grandes incendios sin peso y sin equilibrio, entre gritos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de espanto. ( debió haber sido este espectáculo lo que me hizo gritar, como dice la gente que así me escuchó). Los demonios se distinguían por formas horribles y repugnantes de animales espantosos y desconocidos pero transparentes igual que carbones encendidos. Esa visión duró sólo un momento, gracias a nuestra bondadosa Madre Celestial, Quien en la primera aparición había prometido llevarnos al Cielo. Sin esto, creo que hubiéramos muerto de terror y miedo."
¿Ante semejante panorama, alguien piensa aún que no podrán quitarle lo bailado?
pax
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