Resolución del pensamiento y comprensión individual
“No sé de esas filosofías –respondió Sancho Panza-; mas sólo sé que tan presto tuviese yo el condado como sabría regirle; que tanta alma tengo yo como otro, y tanto cuerpo como el que más, y tan rey sería yo de mi estado como cada uno del suyo; y siéndolo, haría lo que quisiese; y haciendo lo que quisiese, haría mi gusto; y haciendo mi gusto, estaría contento; y estando uno contento, no tiene más que desear; y no teniendo más que desear, acabóse, y el estado venga, y a Dios y veámonos, como dijo un ciego a otro” (Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha)
Cuando he llegado a algo mirando hacia atrás, sirviéndome de ello e interiorizándolo, reconozco, de alguna manera, que hay un trámite histórico que corre demasiado rápidamente, sin que apenas se note su mediación.
Al leer un libro trato, en tanto puedo, de pensar lo que piensa el autor. Cuando pienso por mi cuenta (*), hago lo mismo, que un lector ideal pudiera pensar lo que haya pensado (**).
El exceso de subjetividad en la comprensión resulta, al modo de Ockham (***), algo prescindible, una extensión intrínsecamente limitada.
(*) Quién lo haya pensado es secundario, o, hablando con una negación resuelta (****), indiferente, no tiene tanta importancia como qué se ha pensado. La historia de la filosofía requiere quienes elaboren la filosofía; no obstante, en tanto es histórica y, en el mejor de los casos, quede, exige una forma más amplia y compleja que la de una mente individual, ese extraño y vaporoso “quién”.
(**) Pudiera resultar irónico que hable del lector quien no escribe primeramente pensando en él. Por ello hablo de un lector ideal; no sería tanto éste o ése lector, como lo que es imprescindible en el proceso de lectura (*****).
(***) La selección lógica conocida como “navaja de Ockham” no significa otra cosa que “en vano se hace con más lo que puede hacerse con menos (******)”. No se trata, sin embargo, de una selección económica si no tiene impuesta y asegurada una prioridad lógica, un principio más esencial al que remitirse.
(****) Que la negación esté resuelta significa que ha sido, de cierta manera, realizada, lo primero ha echado a andar; la negación tiene un camino por delante que recorrer, la capacidad pensante no sólo cuenta con una disposición para ella, sino que, al haberse pensado, su repetición es esperable, tiene de dónde partir con una posibilidad positiva, o ejecutada, a la que remontarse.
(*****) No omito la posibilidad negativa de la comprensión. Pienso, más bien, que ha de estar supuesta y asimismo resuelta en la reflexión propuesta.
(******) Guillermo de Ockham, Suma de lógica.
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