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RodolfoCarmona
24/01/2002, 21:11
La rutina del sol ha llegado de nuevo. Cada día es una explosión de claridad. Luz inmensa. Hoy a muerto Cela, Don Camilo. Faro de palabra, finisterre de sílaba y adjetivo, marino de altura muy poco dado al cabotaje. Quijote andarín y cervantino. Mano deformada de tanto acudir a la cita de un oficio que nombra y define el aire del paisaje, su color y sus miserias.
Pierde la vida y gana la literatura, que en ocasiones es calidez para los muertos. Es un escritor de raza, descomunal y fanfarrón. Y digo es, porque su obra le sobrevive. No ha de caer sobre ella el olvido.
Tiene la mañana una actitud callada, solitaria. Su silencio sobrecoge. Me sobrecoge a mí, que soy muy dado a las rarezas. Hay una pala de madera encima de una silla en la terraza, una pala que recoge la tierra de rosal, jazmín y enredadera. La primavera es aún un sueño incumplido, una promesa, un deseo.
El reloj marca una hora imposible, un segundo de este enero en que te escribo. Escribo porque no quiero hacer otra cosa. Escribo porque nombrar, nombrarte es mi forma de amar, de amarte. Escribo para no caer en el naufragio de estas horas.
Un poema de amor fue tu despedida. Un poema de amor, quién lo diría. Adiós, maestro.
Toda pasa. Pero…¿se aleja lo nombrado? ¿se pierde lo soñado? Preguntas. Que todo es preguntar e interrogarse. Aire, hojas, movimiento. Se mueve, por fin, la mañana. Se despereza, tardía. Ha de llegar la tarde con su aroma de galletas y almax. Ha de llegar, también, la plenitud. Al menos, lo deseo. Porque no sé yo si están los tiempos para estas cosas.
En alguna parte alguien estará recitando algún soneto en el cuarto de baño –que ese el mejor auditorio de una casa–. Y una luna entrará por la ventana. En alguna parte, supongo yo, no sonarán los versos a vacío.
Os dejo, que tengo que pelar unas cebollas. Hacer un refrito con tomate, calabacín y zanahorias. El fregador tiene los platos de la cena y el desayuno. Y estoy dudando entre una sopa o una buena ración de arroz blanco y huevos fritos.
A veces, lo cotidiano encierra la raíz de lo que importa. Pelar una cebolla es un acto casi asceta, solitario. Trocear la zanahoria, medir el agua justa para dos vasos de arroz o freír un par de huevos, son maniobras que acotan con certeza la realidad que nos circunda.
Hoy a muerto Cela, Don Camilo. Prosiga, pues, la vida. Sigámosla que a nadie espera. Lo dicho: Adiós, maestro.