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RodolfoCarmona
21/01/2002, 16:07
Se esparce la ceniza por la mesa en un torpe y azaroso movimiento. El tabaco ha quedado reducido a una inabarcable universo de migajas. No queda rastro de su humo y sin embargo aquí se manifiesta la presencia de su brasa. Aquí el azar se convierte en soberano de caos y libertad.
Ha caído sobre mí, también, la ceniza. Me fundo en ese baño que no es barro, pero lo parece. Barro en donde moldear palabras, en donde darle sentido a esta existencia que tiene su frontera en este blanco folio donde habito. Arcilla de sílabas y sinónimos. Arcilla que juega a ser metáfora y poesía. Arcilla que se enreda entre tu espíritu y tu silencio.
El tiempo se desnuda de sí mismo, estirándose, ensoñándose; copulando con segundos ya pasados y futuros. Copula entre jadeos de unas horas abrazadas a los siglos. Siglos que son aventura y elección.
He elegido ser lo que soy. Sin espejismos, ni desiertos donde sucumbir y morir en soledad. He atravesado las líneas de fuego, las trincheras donde llevar a cabo la batalla por una ilusión.
Escribir. Verbo que contiene un sustantivo, un anónimo manuscrito donde hallar sonetos y pasiones. Escribir despojado de traiciones, andando entre la música y las nubes de una historia.
La mayor sinceridad es el átomo de un alma, la transitiva conjunción de un adverbio entre diptongos. Sé de tan pocas cosas: de un mar y un oleaje.
De un trozo de mar en donde sumerjo mis abrazos. De un trozo de mar que todos hemos visto en algún que otro momento. Asomarse al malecón y a la bahía en donde nada navega a la deriva. Allí se ve posible curarnos los adioses.
Ayer. Ayeres. Pasados días huyendo de la herida por donde brota mi certeza. No sé si tu corazón admite mi presencia.
El folio de estas manos acumula una ambición entre los dedos. Te escribo. Es a ti a quien dirijo mi mirada. Es a ti, no vuelvas la cabeza. Te escribo, literalmente desnudo, no hay algodones ni sedas para el alma. Te escribo con el pequeño ritual de un cigarrillo que se consume sin el placer de una calada. Te escribo y admito que me dueles. No quiero ser ajeno ni a tu alegría ni a tu tristeza. Porque la vida se compone de ambas cosas.
Mi lenguaje es tu lenguaje. No hay artificios que disfracen vanidades. Me conformo con tus ojos, esos ojos que recorren en silencio la lectura. Ojos cómplices y sinceros que buscan su palabra entre la mía.
He elegido este oficio de escritor y casi me he ofrecido en sacrificio. He elegido mirar el mundo, no encerrarme en el caparazón de las ausencias. Hay demasiadas cosas en él como para vivir embebido en cobardía.
Salgo de este armario donde siempre entró la luz a medias, en que siempre me atrapaba la derrota. Salgo astillando la madera. Sé que he de sangrar en esta tentativa. No me importa. Me siento entero.
Soy estas palabras. Estas cuatro palabras me contienen como fango, como vino, como pasto fértil, como idea presentida. Escribir como destino. Escribir porque presiento que mi espejo refleja las hebras de tu rostro. Me sumerjo en él. Me presento ante ti. Éste es mi nombre y mi adjetivo. Nómbrame para que exista.

Anonymous
21/01/2002, 16:46
Rodolfo, si eres lo que escribes, conocerte sería un regalo.

RodolfoCarmona
23/01/2002, 14:21
No sé. No esoy tan seguro de ello. Gracias por tus palabras. Un saludo.