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Ver la versión completa : He abierto la ventana



RodolfoCarmona
14/01/2002, 19:55
He abierto la ventana. Esa ventana por la que ha menudo me asomo a la existencia. Luce el sol con pose de torero, inmenso y señorial. No hay nubes. Nada perturba el paisaje. El horizonte se acomoda sobre un par de montículos que aspiran a ser cordillera. Tiene todo un brillo especial. Aparece el viento con hambre de maroma y aparejo, pero no veo el mar desde esta casa escondida en un laberinto. Acudo a la memoria para cumplir un deseo. Esta mañana quiero ver el mar. Ese mar que no es una postal, ni un sitio de recreo.
No hay pasado. Al menos desde esta ventana todo tiene el color del presente, la capacidad de convertir lo ya sentido en primerizo, en ahora, en segundo aconteciente.
La literatura es un amasijo de aire que invariablemente se renueva, siempre hay un parto en cada lectura. Y lo que nace es la palabra, que reconoce esos ojos cómplices que la contemplan.
Veo el mar y una bahía. Veleros en la rada. Marineros recogiendo redes. Mi ciudad, Torrevieja, es mar y bahía. Mi ciudad es un poema al oleaje y a una travesía. La mar es parte de mi historia. Y cuando todo pase no seré yo más que un recuerdo para ella. Y lo hará, porque el/la mar siempre se acuerda de la infancia.
No hay cortinas. La claridad entra como una niña consentida. Conocedora que hay un padre que nada le niega. El mundo late. Ese mundo atolondrado que nos regala sus dos caras. Dioses y diablos, amores y odios; y todo nos quema en los ojos. Nos pasamos toda una vida tratando de cambiarlo. Soñando con un paraíso real e irrealizable. Vano intento lo de cambiar el mundo. Y aunque esto suene pueril y seudofilosófico, el único cambio posible es el que produzcamos en nosotros mismos. Lo creo firmemente y así lo digo.
Lo malo de abrir esta ventana es que no tiene el pestillo de la mentira –esa triquiñuela con la que nos vendamos los sentidos–.Veo el llanto de un niño consumido por la lepra. Veo la cobardía en el corazón de aquellos que piensan que nada va con ellos. Veo la falsedad de los banquetes, la hiriente caridad de nuestra adormecida conciencia. Y veo, sobre todo, mi propia cobardía y mi soledad ante mis sueños. Veo a mi propio espíritu sin atreverse a navegar.
Pasan las horas. Pasan las hojas del invierno. Pasan el amor y la pasión, nos dicen, a los dos años. Este mes de enero persigue su nieve en los almendros. El tiempo es un tic tac en el reloj de cualquier plaza. Hoy, seguro, se va a cumplir un sueño. Ojalá sea el tuyo.