PeRCeVaL
19/02/2019, 12:06
Me invadía un terrible halo de desgano. Me dispuse a bañarme y sentí como todas la gotas recorrían mi espectral cuerpo. Me vestí para ir a trabajar, unos jeans bastantes ajustados e inapropiados para verano más una camisa cuadrillé, fresca y barata. El viaje al trabajo es largo, tomo tres colectivos distintos. Comencé el recorrido y dormite en el primer viaje un poco grogui por el calor y el sueño llegue al “Hormiguero”, así lo nombre cariñosa y despectivamente a la estación de Liniers.
Luego fui a esperar el siguiente colectivo, bajo un sol que cada vez prometía más.
Miraba de forma inerte mi celular buscando alguna motivación, miré Facebook lleno de frases ********s, sordas, fotos sin contexto, revise las noticias en las cuales lo más interesante eran cuestiones cholulas con títulos atrapantes y engañosos.
Guarde el celular y prendí un cigarrillo que no me apetecía. Mientras fumaba y jugaba con el humo, de un momento a otro, en el bolsillo de mi camisa sentí una presencia, un peso, mire para ver que podía ser y no había nada, era solo aire.
Tocaba tímidamente el exterior y claramente había una masa dentro de mi bolsillo, además esta masa ejercía fuerza hacía la tierra. Mire alrededor quería compartirlo con alguien pero todos los rostros eran extraños. Sabía que si introducía la mano en el bolsillo esa cosa invisible se iba a ir, por una cuestión física y espacial. Finalmente tome el 343, el último colectivo y todo el viaje me acompaño la masa invisible. Cuando baje seguía entre esos pensamientos: ¿qué podía llegar a ser?, ¿existía algo invisible que tuviera masa?, así elucubraba taciturno, seguramente esto fuera muy notorio ya que dos jóvenes, me vieron como presa fácil y se abalanzaron sobre mí gritando:
- Dame la mochila y el celular - entre otras amenazas y solicitudes inentendibles
Realmente quedé paralizado y no reaccioné no era miedo estaba, buscaba en mi la respuesta sobre cómo actuar. Claramente mi introspección no les gusto mucho y empezaron a golpearme: ¡crack!... algo se quebró y el piso se vino contra mi cara, sentí de pronto el gusto de concreto en mis labios mezclado con sangre... la mejor resolución que encontré al problema era gemir solicitudes agónicas:
- pará, paren! por favor, llevate todo...
En algún momento el regalo exagerado de patadas y puños terminó y quedé despojado de casi todo.
Me levanté avergonzado y dolorido, atendido lastimosamente por algunos transeúntes.
Cojo fui hasta mi lugar de trabajo, entre explicaciones cobardes y exageraciones logré que me dieran el día. Llegue a mi casa y mi familia se preocupó hondamente por mi, pero yo quería volver a bañarme y solo acostarme. Cuando entendieron mis intenciones me encerré en el baño y me quedé mirándome las heridas en el espejo y en ese momento recordé la masa invisible en mi bolsillo. Con sorpresa noté que seguía ahí, pensé un instante que hacer y se me ocurrió con la palma de mi mano presionar para que este volvieran a donde pertenece, o saltará. Ni bien ejercí esa acción un vendaval salió del bolsillo y hizo una indecible violenta caricia sobre mi rostro, colándose a mis castigados pulmones llenando mi cuerpo de un "efecto narcótico". Con gesto hedonista recibía este inesperado río invisible. Volví a mirar mi rostro en el espejo notaba como las heridas comenzaban a desaparecer, mis ojos se dilataban y todo el universo comenzó a entrar por mis ojos, las palabras eran objetos y los estrellas simples sonidos, mientras se desmoronaba el baño con todos los objetos existente. Recordé a Indra y reí profusamente.
Luego fui a esperar el siguiente colectivo, bajo un sol que cada vez prometía más.
Miraba de forma inerte mi celular buscando alguna motivación, miré Facebook lleno de frases ********s, sordas, fotos sin contexto, revise las noticias en las cuales lo más interesante eran cuestiones cholulas con títulos atrapantes y engañosos.
Guarde el celular y prendí un cigarrillo que no me apetecía. Mientras fumaba y jugaba con el humo, de un momento a otro, en el bolsillo de mi camisa sentí una presencia, un peso, mire para ver que podía ser y no había nada, era solo aire.
Tocaba tímidamente el exterior y claramente había una masa dentro de mi bolsillo, además esta masa ejercía fuerza hacía la tierra. Mire alrededor quería compartirlo con alguien pero todos los rostros eran extraños. Sabía que si introducía la mano en el bolsillo esa cosa invisible se iba a ir, por una cuestión física y espacial. Finalmente tome el 343, el último colectivo y todo el viaje me acompaño la masa invisible. Cuando baje seguía entre esos pensamientos: ¿qué podía llegar a ser?, ¿existía algo invisible que tuviera masa?, así elucubraba taciturno, seguramente esto fuera muy notorio ya que dos jóvenes, me vieron como presa fácil y se abalanzaron sobre mí gritando:
- Dame la mochila y el celular - entre otras amenazas y solicitudes inentendibles
Realmente quedé paralizado y no reaccioné no era miedo estaba, buscaba en mi la respuesta sobre cómo actuar. Claramente mi introspección no les gusto mucho y empezaron a golpearme: ¡crack!... algo se quebró y el piso se vino contra mi cara, sentí de pronto el gusto de concreto en mis labios mezclado con sangre... la mejor resolución que encontré al problema era gemir solicitudes agónicas:
- pará, paren! por favor, llevate todo...
En algún momento el regalo exagerado de patadas y puños terminó y quedé despojado de casi todo.
Me levanté avergonzado y dolorido, atendido lastimosamente por algunos transeúntes.
Cojo fui hasta mi lugar de trabajo, entre explicaciones cobardes y exageraciones logré que me dieran el día. Llegue a mi casa y mi familia se preocupó hondamente por mi, pero yo quería volver a bañarme y solo acostarme. Cuando entendieron mis intenciones me encerré en el baño y me quedé mirándome las heridas en el espejo y en ese momento recordé la masa invisible en mi bolsillo. Con sorpresa noté que seguía ahí, pensé un instante que hacer y se me ocurrió con la palma de mi mano presionar para que este volvieran a donde pertenece, o saltará. Ni bien ejercí esa acción un vendaval salió del bolsillo y hizo una indecible violenta caricia sobre mi rostro, colándose a mis castigados pulmones llenando mi cuerpo de un "efecto narcótico". Con gesto hedonista recibía este inesperado río invisible. Volví a mirar mi rostro en el espejo notaba como las heridas comenzaban a desaparecer, mis ojos se dilataban y todo el universo comenzó a entrar por mis ojos, las palabras eran objetos y los estrellas simples sonidos, mientras se desmoronaba el baño con todos los objetos existente. Recordé a Indra y reí profusamente.