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ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
28/12/2018, 09:00
“La fenomenología es aquella rama de la ciencia que Hegel trata en su “Phänomenologie des Geistes” (una obra demasiado imprecisa para recomendarle a nadie salvo a los estudiosos maduros, aunque quizá es la más profunda jamás escrita), donde el autor trata de discernir cuáles son los elementos, o, si se quiere, las clases de elementos, que están invariablemente presentes en todo lo que está, en algún sentido, en la mente” (Charles Sanders Peirce, Concepciones lógicas diversas)

He confesado recientemente que no soy capaz de practicar la filosofía si no estoy en determinadas condiciones, como dije, “a tono”. Puedo haber hecho todos mis deberes de estudio y reflexión que, si no hay cierto ambiente, no va a saltar la chispa.

Los valores negativos de la coordinación no están en la coordinación pero al revés, inversamente y a contrapelo. No son, simplemente, opuestos; si fuese así, los problemas se podrían resolver por frotamiento, de mano de la dialéctica; hay problemas a los que la dialéctica jamás se podría anticipar por sí sola si no tiene otro empuje que el suyo.

Pensamos de otro modo, la dialéctica vale para calentar motores; llegado cierto punto, hay que dejarla atrás y, lo que no tiene poco interés, mostrar que su regla es falsa, está inmadura para lo que está por llegar, el inicio de su cansancio y pérdida de poder. Hay cosas que no sólo no se comportan siguiendo su trama, una expectativa, en esencia, pasiva, sin posibilidad "positiva", sino que, cuando se comporta activamente y abre camino, no hace sino repetir el problema que trata de resolver y, según dice, “superar” (*). La dialéctica, bien resuelta, deja todo igual y vuelve a la posición original, del principio; esto es, la dialéctica no es capaz de resolver nada si no es de manera histórica, de mano de su mediación; carece, propiamente, de impulso. Podríamos observar indefinidamente su oscilar sin llegar jamás a nada; no tiene más que una garantía vacía, formal y sin penetración.

La cuestión “histórica”, así visto, no compete a la diversidad de objetos que la componen, un problema, como se sabe desde hace mucho tiempo, inabarcable (**). No vale de nada amontonar objetos, siempre más, si no seguimos un criterio para distinguirlos y clasificarlos convenientemente. De lo contrario, podríamos estar toda la vida discutiendo sin llegar a ponernos de acuerdo (***).

(*) En demasiadas ocasiones, se ha leído a Hegel literariamente y al pie de la letra, a pesar de ser uno de los pensadores con quienes debiéramos tener la mayor exigencia con nosotros mismos, ya por la importancia filosófica de su reflexión (****), ya por la importancia que tiene en ”el mundo en general” (*****).

(**) Hegel fue, indudablemente, un pensador especulativo que, con mucha frecuencia, dejó su especulación atada al lenguaje.

(***) El acuerdo, como práctica, puede ser a solas, con uno mismo y de manera simple, y de manera compleja, con los demás.

(****) Ya lo dijera el mismo Hegel: “señores, la filosofía soy yo”.

(*****) La expresión que Hegel usara era, más exactamente, "estado del mundo en general".