ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
02/12/2018, 08:21
“Vemos, pues, que existen percepciones de las cuales no nos apercibimos, pues las percepciones de las ideas aparentemente simples se componen de las percepciones de las partes que componen dichas ideas, sin que el espíritu se aperciba de ello, pues dichas ideas confusas le parecen simples” (G. W. Leibniz, Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano)
Hace unos meses me pregunté si podría llegar a la noción de movimiento estando quieto y sin tener percepción alguna (*), si podría alcanzar la idea de movimiento sin estar moviéndome. Esto sería, si el pensamiento podría concebir, por sí solo y sin remitirse a la experiencia, el movimiento de algo. Mi pregunta, planteado de otra manera, era si la noción de movimiento era adquirida, si se llegaba a ella; o si, por el contrario, era una noción primaria y primitiva, que no sólo ya fuese, sino, lo que puede tener más importancia, que no deje de ser.
(*) Lo que me interesa de que no haya percepción es que el contraste de la percepción no es del mismo tipo que el del movimiento. El movimiento es primero y más esencial que la percepción. Su no-ser, para decirlo de cara al asunto en juego, es más profundo y permanente, sigue siendo. Podemos pensar el movimiento y abstraer, por tanto, la percepción, que no es otra cosa que un movimiento de la sensibilidad, cabalmente, su consciencia y actividad consecuente (**). El no-ser, visto así, se alcanza, no es algo propio y primitivo, sino, mejor visto, una composición de algo que ya es que, después, segundamente, es abstraído como lo que es el no-ser, un acto sin ser que le corresponda (***).
(**) El desarrollo de la conciencia implica su no ser como su primera extensión, el suelo por el que anda.
(***) Esta falta de correspondencia, no obstante, puede tener existencia, dicho clara y directamente, ser de otro modo que el que espera la sensibilidad.
Hace unos meses me pregunté si podría llegar a la noción de movimiento estando quieto y sin tener percepción alguna (*), si podría alcanzar la idea de movimiento sin estar moviéndome. Esto sería, si el pensamiento podría concebir, por sí solo y sin remitirse a la experiencia, el movimiento de algo. Mi pregunta, planteado de otra manera, era si la noción de movimiento era adquirida, si se llegaba a ella; o si, por el contrario, era una noción primaria y primitiva, que no sólo ya fuese, sino, lo que puede tener más importancia, que no deje de ser.
(*) Lo que me interesa de que no haya percepción es que el contraste de la percepción no es del mismo tipo que el del movimiento. El movimiento es primero y más esencial que la percepción. Su no-ser, para decirlo de cara al asunto en juego, es más profundo y permanente, sigue siendo. Podemos pensar el movimiento y abstraer, por tanto, la percepción, que no es otra cosa que un movimiento de la sensibilidad, cabalmente, su consciencia y actividad consecuente (**). El no-ser, visto así, se alcanza, no es algo propio y primitivo, sino, mejor visto, una composición de algo que ya es que, después, segundamente, es abstraído como lo que es el no-ser, un acto sin ser que le corresponda (***).
(**) El desarrollo de la conciencia implica su no ser como su primera extensión, el suelo por el que anda.
(***) Esta falta de correspondencia, no obstante, puede tener existencia, dicho clara y directamente, ser de otro modo que el que espera la sensibilidad.