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Ver la versión completa : Introducción, reflexión y neutralidad



ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
12/11/2018, 07:45
“Por el contrario, si digo que Nietzsche estaba influido por ciertas ideas de Schopenhauer, entonces doy a entender que ciertos procesos de pensamiento de Nietzsche estaban influenciados causalmente por su lectura de Schopenhauer. Así pues, de hecho, tenemos dos mundos distintos, el de “los procesos de pensamiento” y el de “los productos” de dichos procesos. Mientras que en el primero pueden tener lugar relaciones “causales”, en el segundo tienen lugar relaciones “lógicas”” (Karl R. Popper, Conocimiento objetivo)

Mi hija suele dictarme las citas con las que acostumbro a abrir mis temas. Son citas que no ocupan más de unas pocas líneas. Luego, le suelo preguntar, “¿entiendes lo que dice?”, a lo que ella contesta, sin vergüenza alguna, “absolutamente nada” (*). Añade una sonrisa de complicidad e ironía a su respuesta.

Ayer ella bromeaba y nos hacía reír con su lectura de “El Banquete”, de Platón. “¿Sabéis qué entendí de él? Pues eso, el título”. De alguna manera, debe sospechar que la filosofía tiene algo que ver con hacerse preguntas, preguntas que requieren reflexión y cierta complejidad.

Intento entender de qué hablan los libros de filosofía que leo y preguntarme lo mismo que ellos. No siempre es así (**). Leer un libro de filosofía sin entenderlo puede ser una extravagancia ociosa.

El prólogo de una obra facilita su comprensión, preferentemente si ha sido escrito por su autor, no otro cualquiera. Hay prólogos, de hecho, que tienen más importancia que el desarrollo del libro; los mejores prólogos son los que hacen necesario el desarrollo del libro, apuntalan y reflexionan sobre su verdad. Los autores acostumbran a confesarse en sus prólogos, son mucho más reflexivos y sinceros. El prólogo es el momento más reflexivo de la obra, el más trascendente.

(*) Cuando una expectativa no se cumple hay un rechazo, una “negación”, dicho con una figura mental. Si me cuesta demasiado esfuerzo ver bien el objeto que veo mal, la decisión natural es pasar a otra cosa, no centrar la vista en lo que no veo (***), sino en lo que veo. Las síntesis negativas sólo se ejecutan desde los valores positivos que su composición invierte (****). Empero, su recorrido efectivo está limitado; mejor visto, no hay recorrido alguno.

(**) Trato de aportar algo a lo que leo, añadirle algo mío. El añadido, en su mayor parte, será un error, algo que debiera despertar nuestro interés.

(***) Las dobles negaciones, además de no ser nada más que repeticiones vanas (*****), generan desconciertos sin solución, llevan, fácil y habitualmente, al engaño y a tomar lo que no es por lo que es, a obstaculizarse y falsearse.

(****) Los valores negativos de una composición, la única garantía de su capacidad reflexiva, están destinados, en el mejor de los casos, a neutralizarse y disolverse; de no ser así, su reflexión sería puro artificio.

(*****) La negación no es nada sin una afirmación que la soporte. La negación es, para decirlo directamente, una fase que la reflexión debiera hacer innecesaria y, por tanto, prescindir de ella (******); la reflexión debe quitarla como algo sobrante, la satura y excede sin que le aporte nada.

(******) La filosofía reflexiona sabiendo que no gana nada con ello; lo hace porque está bien.