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Ver la versión completa : Impropiedad negativa



ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
11/11/2018, 09:02
“A un observador, supuesta la debida atención a sí mismo, le son más que suficientes cinco hombres, otras cinco mujeres y diez niños para describir todos los estados posibles del alma humana” (Sörel Kierkegaard, El concepto de la angustia)

Sé que hay otro, no porque especule con él (*), sino porque está en que yo mismo sea. A todos nos ha traído al mundo una madre. Todos somos hijos, criaturas de un creador, y toda madre tiene, asimismo, su madre.

El otro no es fruto de la reflexión, la reflexión no puede ponerlo (**). El otro es más primario, no deja de ser; y es, dicho históricamente, anterior a ella, no depende de la reflexión más que nominalmente, como referencia “verbal”. Al ver mi imagen reflejada sé que eso que veo, ese (***), soy yo. Mi imagen sobresale a la visión del espejo o la del agua (****).

El reflejo es una idea compleja, un compuesto que, tras muchas capas, se da de una sola vez. Finalmente, es simplificado; después de tanto, es consecuencia de una síntesis, es una, es unificado. Lo que era mucho se quita, su desarrollo cuantitativo se invierte y, al echarse para atrás, la cualidad niega su cantidad (*****).

(*) No se llega al otro por experiencia. El otro estaba ya ahí, a la espera.

(**) De todas las incapacidades la de poner al otro es la más grave. No hay nada que tenga el poder del otro en uno.

(***) “Ese” no es una cosa, no es un objeto más, esencialmente indiferente.

(****) La superposición no niega sin, antes de ello, afirmar, la sustitución irreflexiva e imposible en absoluto del reemplazo dialéctico, algo que no es y que no hay manera de que sea.

(*****) Visto más de cerca, no hay nada propiamente negativo sin una afirmación más primaria que la negación oculta, pura cháchara. Lo negativo es sólo superficial y derivado, una sombra que está siempre detrás algo; es un añadido que se pone y, en su mayor interés, no estaba ahí. Lo negativo, a pesar de su apariencia, es de algo que ya es; no hay nada que, propiamente, sin necesidad figurativa, no sea.